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El dilema energético que mantiene a Japón atado a las nucleares

Japón tiene un enorme potencial para el uso de renovables para su abastecimiento energético, pero diez años después del accidente atómico el país sigue abogando por depender de las nucleares para hacer frente a la descarbonización y a los retos que plantea su topografía y su propensión a los desastres naturales.

El primer ministro, Yoshihide Suga, presentó el pasado diciembre una hoja de ruta actualizada para lograr su objetivo de que Japón reduzca a cero sus emisiones de carbono para 2050.

Su plan es que las renovables generen para 2030 entre el 22 y 24 % de la electricidad del país, las nucleares entre el 20 y 22 %, y el crudo y carbón en torno al 30 %. Para 2050, se busca que la cuota sea de 50-60 % para las renovables y 30-40 % para energías libres de carbón y la nuclear.

LOS RETOS

Japón tiene fuentes de energía naturales suficientes para producir aproximadamente el doble de su demanda energética actual, según datos del Centro para la Investigación Medioambiental Global, pero su aprovechamiento entraña numerosos retos y actualmente aportan aproximadamente el 18 % de la electricidad del país.

Entre las renovables, la que mayor potencial tiene es la eólica marina. El archipiélago nipón goza de buenas condiciones en sus costas este y oeste, y ya se ha realizado una gran inversión al respecto en la ciudad de Choshi, al este de Tokio.

Sin embargo, "aunque Japón es un archipiélago, no tenemos mares poco profundos en largas distancias", explicó recientemente Takeo Kikkawa, miembro del comité gubernamental de asesores sobre Recursos Naturales y Energía, en una comparecencia telemática.

Esto dificulta las instalaciones eólicas y repercute en otro factor negativo en el país: el precio, actualmente más caro.

A ello hay que añadir la fortaleza de los derechos de pesca, muy proteccionistas, un problema que podría solucionarse haciendo que los pescadores se convirtieran en propietarios de estaciones eólicas, dice el profesor emérito de la Universidad de Tokio.

El mayor reto del desarrollo de las energías eólica terrestre y solar es otro: la falta de terreno utilizable del país, en su mayor parte accidentado y montañoso y cubierto por bosques en el 70 % de su superficie.

La instalación de paneles fotovoltaicos en los tejados de fábricas y edificios sería una de las opciones más prometedoras, pero ello supondría realizar más inversiones para reforzar las instalaciones existentes o desarrollar paneles más ligeros, que pocos se plantean en un momento en el que se prioriza el ahorro.

La falta de inversión, señala Kikkawa, es el principal problema también para hacer frente a otro de los inconvenientes del país: su propensión a sufrir desastres naturales como terremotos y tifones, que convierten a las renovables en negocios más volátiles.

DILEMA NUCLEAR

El Ejecutivo nipón estima que para 2050 la demanda eléctrica aumentará un 30-50 % hasta 1,3 ó 1,5 billones de kilovatios/hora.

Para hacer frente a ello, esperan maximizar el rendimiento de las centrales termoeléctricas. Las energías solar y eólica "son muy variables, así que cuantas más energías renovables tengas, más centrales termoeléctricas necesitas para compensar", dice Kikkawa.

Estas tienen que lidiar con la generación de carbono, donde entra el desarrollo de tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CAC o CCS), que se quiere potenciar, y donde las nucleares juegan con ventaja y se esgrimen como apoyo.

En 2010, un año antes del accidente en la central atómica de Fukushima Daiichi, la energía nuclear generaba el 25 % de la electricidad en Japón. En 2019 generaron el 6,2 %.

Tras varios años de "apagón nuclear" en los que algún reactor fue reactivado puntualmente, Japón reanudó por completo en 2015 su primer reactor tras la crisis. Desde entonces, nueve han vuelto a operar, siete han obtenido permiso y once están bajo inspección, bajo los estándares más estrictos que se aplican desde el accidente.

Otros nueve no han iniciado todavía las solicitudes y 21 han sido desmantelados. Aún así, en 2019 las atómicas generaron la tercera parte de la energía que las renovables, que supusieron el 18 %.

Con estas cifras, Kikkawa considera "casi imposible" que el Gobierno alcance sus previsiones nucleares de 2030.

Considerando que los reactores operables actuales extendieran su tiempo de vida a 60 años, la cifra llegaría a cero en 2069, aunque la evolución política en el país será clave.

Suga ha afirmado que no tiene intención de perseguir la construcción de nuevos reactores o la sustitución de los envejecidos, pero algunos miembros de su partido han asegurado que no es posible alcanzar el objetivo de descarbonización para 2050 si no se construyen nuevas instalaciones atómicas.

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