Venezuela: buscan terapias alternas ante secuelas del virus
En Venezuela, donde el nuevo coronavirus no ha azotado con tanta fuerza como en otros países sudamericanos, algunos pacientes que intentan recuperarse de las secuelas que les dejó la enfermedad buscan respuestas en terapias alternativas.
Para enfrentar dolores y recuperar movilidad, hay quienes se han volcado a la acupuntura, los ejercicios de yoga e incluso las terapias con ozono. Y en medio de poca información científica sobre su eficacia, varias personas aseguran que los han ayudado a mejorar su calidad de vida.
Henry Alexander Guerrero contó que quedó postrado en una cama durante más de cinco meses tras contraer COVID-19. Nada parecía ayudarlo a recuperar la fuerza de sus músculos, no podía valerse por sí mismo y temía que jamás podría volver a estar de pie.
“No me movía nada”, dijo el venezolano a The Associated Press luego de levantarse sin apoyar las manos. Aseguró que era la primera vez que lo hacía y que ocurrió tras cuatro meses de terapias alternativas que incluyeron desde la acupuntura hasta los masajes terapéuticos.
“Ya estoy bien”, aseguró emocionado el obrero de la construcción, de 44 años, en el hospital público Miguel Pérez Carreño de Caracas.
“Este hombre me hizo pararme”, añadió mientras señalaba al médico cirujano Juan Mario Montecinos, quien desde que comenzó la cuarentena en marzo en Venezuela no pudo volver a España, donde reside, y desde entonces recorre los centros de rehabilitación instruyendo a los médicos y dirigiendo prácticas de una docena de técnicas de acupuntura para los pacientes que tuvieron COVID-19.
Tras contraer COVID-19 muchos pacientes deben recorrer un largo y tortuoso camino para recuperarse de los efectos que la enfermedad suele dejar en los pulmones, el corazón, los riñones y el hígado, así como las afecciones en la médula espinal y una serie de trastornos neurológicos.
Febe Raquel Aular, una médica cirujana de 37 años especializada en terapias complementarias y coordinadora del plan para la atención de pacientes con secuelas del nuevo coronavirus en 44 centros de salud de Caracas, dijo que allí utilizan la acupuntura y los tratamientos con ventosas, la fisioterapia, los ejercicios respiratorios y los masajes.
“Yo enseño en Europa y en algunos países de América Latina muchos estilos de acupuntura”, dijo Montecinos. Al principio integrar ambos abordajes terapéuticos no fue fácil. Primero fue necesario sortear las dificultades para enseñar a los médicos el proceso fisiológico que sucede cuando se aplica la acupuntura, explicó el médico.
Las autoridades “tienen el control a través de la vacunación y todo el protocolo que tienen para el COVID y nosotros dijimos: ‘vamos a ocuparnos ahora de los efectos secundarios’”, dijo Montecinos.
Venezuela, que desde octubre ha formado parte de las pruebas de la vacuna Sputnik V, suscribió un contrato en diciembre con Rusia. La vacunación comenzó el 18 de febrero, cinco días después del arribo del primer lote de 100.000 dosis de la vacuna rusa y que representan el 1% del total de 10 millones acordadas inicialmente entre los gobiernos de Caracas y Moscú.
La semana pasada el presidente Nicolás Maduro informó que su gobierno invirtió 200 millones de dólares en las 10 millones de dosis que deben estar en el país en abril, cuando se prevé que Venezuela estará en condiciones de desplegar una campaña de vacunación masiva.
Los médicos venezolanos están abiertos desde hace años a utilizar tratamientos alternativos debido a la endémica escasez de medicamentos y sus elevados precios, por lo que el gobierno de Maduro encontró un terreno fértil para impulsar varias iniciativas médicas.
Desde el comienzo de la pandemia el mandatario ha sido un promotor de una serie de terapias curativas complementarias para tratar a los pacientes con COVID-19, cuya eficacia médica no ha sido comprobada, en conjunto con el tratamiento convencional recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Hasta ahora en el país sudamericano se han contabilizado más de 137.800 contagiados y más de 1.300 decesos, de acuerdo con el Centro de Ciencia e Ingeniería en Sistemas de la Universidad Johns Hopkins.
Los expertos sostienen que el bajo número de casos respecto de otros países de la región, más allá de la adopción temprana de la cuarentena, se debe en buena medida al aislamiento que vive el país después de años de crisis política, económica y social.
Mientras en el tratamiento de las secuelas se adoptan nuevos procedimientos y se descartan otros, pacientes como Yelitza Marcano, de 35 años, se muestra complacida.
“No podía acostarme boca abajo, no podía respirar”, dijo la mujer que ha arrastrado problemas respiratorios durante casi un año y un tiempo después de contagiarse sufrió una fisura en el pecho producto de las inflamaciones que le provocó el nuevo coronavirus.
“Me costaba respirar, no podía caminar mucho”. Pero aseguró que luego de someterse a una serie de terapias alternativas logró inflar un globo, algo que le causaba mucho dolor: una pequeña conquista que muestra que sus pulmones comienzan a fortalecerse.