Muchos expertos afirman que hay que sacrificarlos.
Mezcla de cariño y temor causan hipopótamos de Pablo Escobar
En medio de la cordillera, la que fue la hacienda de Pablo Escobar albergó cantidades de canguros, jirafas, elefantes y otras especies exóticas, un verdadero zoológico de animales importados ilegalmente que fue la máxima ostentación que hizo durante su reinado como capo del tráfico de cocaína.
Escobar y su Cartel de Medellín ya no están, pero una de las especies que trajo se reproduce en el interior y alrededor de la hacienda, convertida en un parque temático: el hipopótamo. Igual que el hombre que los trajo tras comprarlos a un zoológico de Estados Unidos, los animales son una fuente de controversias.
Los esfuerzos del gobierno por controlar su reproducció no han funcionado y la cantidad de hipopótamos subió de 35 a entre 65 y 80 en los últimos ocho años.
Un grupo de científicos advierte que los hipopótamos comprometen la biodiversidad de la zona y podrían matar a lugareños. Si no se hace nada, para el 2035 podría haber 1.500 hipopótamos en esta región de Colombia.
Muchos expertos afirman que hay que sacrificarlos.
“Creo que representan uno de los grandes retos de especies invasoras que hay en el mundo”, expresó Nataly Castelblanco Martínez, ecóloga de la Universidad de Quintana Roo, México, y una de las autoras de un estudio que hizo esa institución.
La idea de sacrificar los animales ha recibido algunas críticas y es previsible que lleguen más. Hubo mucho revuelo cuando tres hipopótamos se escaparon de la hacienda de Escobar y causaron problemas. Uno de ellos fue matado por un cazador.
Los residentes de esta zona rural se encariñaron con los hipopótamos, en parte porque atraen turistas y sus dólares. Ese cariño sorprende a muchos de afuera, dada la peligrosidad de los animales, que en África causan más muertes que ningún otro animal salvaje. Aquí los niños están acostumbrados a pasar junto a un cartel que dice “Peligro - Presencia de Hipopótamos” cuando van a la escuela.
Los expertos dicen que los esfuerzos del gobierno por controlar la reproducción de los animales mediante esterilizaciones no bastan.
“Todo mundo pregunta ¿por qué pasa esto? Pues imagínate un pueblo de 50 personas y le haces la vasectomía a un señor y dentro de dos años a otro señor. Eso obviamente que no controla la reproducción de toda la población”, comentó Castelblanco Martínez.
Los científicos empezaron a enfocarse en la reproducción de los animales el año pasado, después de que uno de los animales persiguió e hirió de gravedad a un campesino. Su estudio fue publicado por el periódico Biological Conservation en enero. Otro estudio del año pasado de investigadores de la Universidad de California, de San Diego, comprobó que los hipopótamos están alterando la calidad del agua en la que pasan buena parte de su tiempo y defecan. A medida que su población aumenta, pueden terminar desplazando a animales nativos como el manatí antillano, según Castelblanco Martínez.
En la década de 1980 Escobar trajo tres hembras y un macho a su Hacienda Nápoles, de 2.225 hectáreas. Después de su muerte en un tiroteo con las autoridades en 1993, la mayoría de los animales exóticos fueron reubicados o fallecieron. Pero los hipopótamos fueron abandonados por el costo y los problemas logísticos que planteaba el transporte de animales de tres toneladas por una zona donde reinaba la violencia.
Los hipopótamos encuentran un hábitat favorable entre Medellín y Bogotá. Viven en los alrededores del río Magdalena y pasan la mayor parte del tiempo en lagos y otras fuentes de agua. De noche disponen de grandes extensiones para pastar. A diferencia de lo que ocurre en África, no deben lidiar con depredadores naturales en Colombia.
“Hace unos diez años nos damos cuenta de que tenemos una población gigante de hipopótamos. Empezamos por conocer primero cómo estaba constituida la población, ver si había una solución inmediata”, expresó David Echeverri López, investigador del organismo ambiental regional que lidia con los hipopótamos (la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare, o CORNARE). “Realmente nos empezamos a dar cuenta de las dimensiones de la problemática”.
Echeverri coincide en que la mejor solución sería sacrificar a los animales, pero agrega que su personalidad magnética y las regulaciones existentes no lo permiten.
El gobierno prohibió la caza de hipopótamos después del revuelo causado por la matanza de uno y la difusión de una foto de soldados posando con el animal muerto, como si fuese un trofeo de caza.
Se decidió esterilizarlos, pero ese es un proceso complejo y costoso. Primero, hay que encontrar la forma de hacer que el animal entre en un enorme corral metálico para ser sedado. Luego un equipo de expertos debe pasar tres horas haciendo incisiones en la gruesa piel de los animales y trata de encontrar los órganos reproductivos, lo que no es fácil.
“La comunidad está pendiente de que en realidad sí estemos esterilizarlo y no haciendo otra cosa”, dijo Gina Serna Trujillo, veterinaria que llevó a cabo algunas esterilizaciones. “Los quieren mucho”.
Serna expresó que cada esterilización cuesta el equivalente a unos 8.500 dólares, una suma muy alta para la dependencia del gobierno a cargo de los animales. Indicó que los productores de un documental financiaron una intervención en el 2019 y que otra producción hará lo mismo este año. No hubo esterilizaciones en el 2020 por la pandemia del coronavirus.
Echeverri señaló que su dependencia lleva hechas 10 esterilizaciones y reubicó a cuatro hipopótamos jóvenes, que fueron enviados a zoológicos de Colombia. Zoológicos de otros países expresaron interés en los animales, pero las trabas burocráticas son un obstáculo. Este año la dependencia espera ensayar otro tipo de esterilización con sustancias químicas que funcionó en cerdos.
Castelblanco entiende el atractivo de los hipopótamos y dijo que un bebé “es la cosa más linda del mundo”, pero que el debate en torno a su futuro en Colombia no debe basarse en los sentimientos que generan los animales.
“Tenemos otras especies invasoras en Colombia, las cuales han recibido los protocolos normales, y nadie nunca hace un escándalo porque están pescando pez león”, declaró Castelblanco. “Ni siquiera se puede hablar de eso (el sacrificio de los animales) porque el rechazo es impresionante... A mí no me bajan de asesina”.
La reportera de la Associated Press Regina Garcia Cano informó desde la Ciudad de México y el fotoperiodista Fernando Vergara lo hizo desde Puerto Triunfo, Colombia.