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Con media Europa en casa, España rechaza otro confinamiento

El gobierno ha estado evitando incansablemente un drástico confinamiento domiciliario.

En esta imagen de archivo, tomada el 4 de enero de 2021, gente con mascarilla pasea entre los puestos de un mercadillo semanal en la ciudad española de La Línea. (AP Foto/Emilio Morenatti, archivo)

En esta imagen de archivo, tomada el 4 de enero de 2021, gente con mascarilla pasea entre los puestos de un mercadillo semanal en la ciudad española de La Línea. (AP Foto/Emilio Morenatti, archivo)

Mientras la mayor parte de Europa comenzó 2021 con toques de queda más restrictivos o cuarentenas, las autoridades españolas insisten en que la nueva variante del virus que está sembrando el caos en otros lugares no es la responsable del brusco repunte de los contagios, y que el país puede evitar un nuevo confinamiento aunque los hospitales estén volviendo a llenarse.

El gobierno ha estado evitando incansablemente un drástico confinamiento domiciliario como el que paralizó la economía por casi tres meses en la primavera de 2020, la última vez que España pudo reclamar una victoria frente a la persistente curva ascendente de contagios.

Las infecciones bajaron en octubre, pero nunca llegaron a reducir completamente el repunte del verano. Las infecciones volvieron a subir antes del final del año. En el último mes, los contagios a 14 días se han más que duplicado desde los 188 casos por cada 100.000 habitantes que se registraban el 10 de diciembre, a los 522 del jueves.

Las autoridades confirmaron unas 39.000 nuevas infecciones el miércoles y más de 35.000 el jueves, dos de los días con más casos hasta la fecha.

Este repunte amenaza de nuevo la capacidad de las unidades de cuidados intensivos y la saturación de los ya exhaustos trabajadores sanitarios. Algunos centros han suspendido las operaciones electivas y la Valencia, una ciudad del este del país, reabrió el hospital de campaña que utilizó el año pasado.

Al contrario que Portugal, que el viernes iniciará un confinamiento de un mes y duplicó las multas para quienes no lleven mascarilla, las autoridades en España insisten en que será suficiente tomar medidas breves y localizadas que restrinjan las reuniones sociales sin afectar al conjunto de la economía.

“Sabemos lo que tenemos que hacer y estamos haciéndolo”, dijo el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en una conferencia de prensa el miércoles en la que descartó un nuevo confinamiento domiciliario en todo el país y abogó por las “medidas que fueron satisfactorias para frenar la segunda ola”.

Las celebraciones de Navidad y Año Nuevo fueron las responsables del reciente aumento en los contagios, según el principal experto en enfermedades infecciosas del país, Fernando Simón.

“El impacto de la variante, en caso de tener algún impacto, será marginal, al menos en nuestro país”, afirmó esta semana.

Pero muchos expertos independientes discrepan y dicen que España no tiene capacidad para llevar a cabo una secuenciación generalizada de las muestras para detectar cómo se expanden las nuevas variantes, y que los 88 positivos confirmados y los cerca de 200 casos sospechosos, que según las autoridades han sido importados principalmente desde Gran Bretaña, están subestimando el impacto real.

El doctor Rafael Bengoa, exdirector de Sistemas de Salud de la Organización Mundial de la Salud, dijo a The Associated Press que el gobierno debería decretar inmediatamente un confinamiento “contundente pero corto” de cuatro semanas.

La situación en España contrasta mucho con la de otras naciones europeas que han experimentado el mismo incremento en las infecciones, que cada vez más se atribuye a la variante, más contagiosa, detectada por primera vez en Gran Bretaña.

Holanda, que pasó un mes en cuarentena, ha visto como la tasa de transmisión empieza a bajar. Pero con entre un 2 y un 5% de nuevos casos de COVID-19 de la nueva variante, el país exigirá a partir del viernes que quienes lleguen desde Gran Bretaña, Irlanda y Sudáfrica muestren no solo una PCR negativa realizada en las 72 previas al viaje, sino también un test rápido de antígenos realizado justo antes de despegar.

Francia, donde un estudio reciente de 100.000 positivos arrojó que alrededor del 1% eran de la nueva variante, amplió el toque de queda a las 18:00 horas, anunció su ministro de Salud, Oliver Veran, que no ha descartado ordenar un confinamiento si la situación empeora.

Ni las cuarentenas ya en vigor ni la perspectiva de un confinamiento obligatorio se han cuestionado ni se han convertido en un problema política en otros países del continente.

Irlanda decretó un confinamiento total al detectar infecciones generalizadas ligadas a la nueva variante. Italia tiene un sistema de medidas por colores que activa las restricciones más duras cuando se alcanza el máximo nivel, el rojo, aunque por ahora no hay zonas en esa fase.

En Gran Bretaña, las evidencias científicas sobre la nueva variante han silenciado a muchos críticos con las restricciones y han llevado al primer ministro, Boris Johnson, a imponer medidas estrictas, aunque ligeramente más suaves que las del primer confinamiento. La gente debe quedarse en casa salvo para contadas tareas esenciales y para hacer deporte, y las escuelas están cerradas menos en algunas excepciones.

Alemania, donde el promedio de contagios a 7 días se disparó recientemente a 26 por cada 100.000 habitantes, muchos funcionarios de alto rango alegan que el estricto confinamiento en vigor debe endurecerse y prolongarse más allá de finales de enero, cuando debía terminar.

Los países nórdicos, por su parte, han rechazado imponer una cuarentena total, pero impulsaron limitaciones estrictas a las reuniones y a ciertas actividades, y pidieron a la población que sigan recomendaciones específicas para limitar la propagación del virus.