Cómo fue que Israel se convirtió en un líder mundial de la vacunación contra la COVID-19
La campaña de Israel, la cual comenzó el 20 de diciembre, ha distribuido la vacuna a su población.
Más del diez por ciento de la población de Israel ha recibido la primera dosis de una vacuna contra la COVID-19, una tasa que ha superado por mucho al resto del mundo y, en un punto crítico, ha mantenido a flote la golpeada imagen del líder del país, Benjamin Netanyahu, a nivel nacional.
La campaña de Israel, la cual comenzó el 20 de diciembre, ha distribuido la vacuna a su población en una tasa tres veces superior a la de la segunda nación más veloz, el diminuto reino del golfo Pérsico de Baréin, de acuerdo con cifras recopiladas de fuentes gubernamentales a nivel local en Our World in Data.
En contraste, menos del uno por ciento de la población de Estados Unidos y tan solo pequeñas fracciones de la población en muchos países europeos recibieron la dosis de una vacuna para finales de 2020, según Our World in Data, aunque la distribución total de las dosis en China, Estados Unidos y el Reino Unido ha sido mayor en cada uno de esos países.
“Es una historia bastante extraordinaria”, opinó Ran Balicer, presidente del equipo nacional de asesores que está aconsejando al gobierno de Israel sobre su respuesta frente a la COVID-19.
Israel tiene un sistema de salud muy digitalizado y basado en la comunidad —por ley, todos los ciudadanos deben registrarse en una de las cuatro organizaciones para el mantenimiento de la salud (HMO, por su sigla en inglés) del país—, así como un gobierno centralizado, que han demostrado pericia al orquestar una campaña de inoculación nacional, de acuerdo con expertos sanitarios de Israel.
Con una población de 9 millones de personas, el tamaño relativamente pequeño de Israel también ha desempeñado un papel importante, mencionó Balicer, quien también es el director de innovación en Clalit, la más grande de las cuatro HMO del país.
Un esfuerzo agresivo de adquisición ayudó a montar el escenario.
En una entrevista celebrada el viernes, el ministro de Salud, Yuli Edelstein, comentó que Israel había sido “madrugador” en las negociaciones con las farmacéuticas y que las empresas estaban interesadas en suministrar a Israel por la reputación de eficiencia y recolección confiable de datos que tienen sus HMO.
“Estamos a la cabeza en el mundo gracias a nuestra preparación temprana”, señaló.
En octubre, los conflictos políticos internos, las instrucciones confusas y una falta de confianza en el gobierno daban la impresión de haber fracturado a Israel mientras el país luchaba por arreglárselas con un aumento en los casos y muertes por coronavirus que, en relación con el tamaño de la población, era de los peores del mundo.
Aunque las restricciones que impuso Israel en el otoño redujeron la cantidad de nuevos casos de COVID-19, en semanas recientes, han aumentado a más de 5000 al día, por lo cual el país volvió al tercer cierre de emergencia, aunque este fue parcial. Más de 420.000 israelíes han sido infectados y han muerto 3325.
Hasta el momento, las autoridades israelíes no han hecho pública la cantidad de dosis de la vacuna que ha recibido el país ni tampoco cuánto pagó por ellas, bajo el argumento de que los acuerdos son confidenciales. No obstante, según Edelstein, si resultara que Israel pagó de más en comparación con otros países, el costo seguiría valiendo la pena aunque fuera para reabrir la economía israelí una semana antes de lo que podría haberlo hecho en caso contrario.
Jonathan Halevy, presidente del Centro Médico Shaare Zedek en Jerusalén, mencionó que ser de los primeros había sido una “estrategia correcta”.
Según Edelstein, al haber priorizado a los profesionales sanitarios y los ciudadanos mayores de 60 años, Israel logró que una mayoría de su población de alto riesgo vaya a recibir la segunda dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech a finales de enero. Se están vacunando unos 150.000 israelíes al día.
Netanyahu —quien está siendo enjuiciado por cargos de soborno, fraude y abuso de confianza— ha establecido la campaña de vacunación como una especie de misión personal, al adjudicarse el crédito de la firma de los acuerdos y haber garantizado millones de dosis de Pfizer, Moderna y otras empresas.
Con Israel en camino a otra elección en marzo, la cuarta en dos años para el país, Netanyahu ha convertido la posibilidad de una recuperación veloz de la crisis sanitaria y económica que produjo la pandemia en una piedra angular de su lucha por la supervivencia política. Netanyahu ha prometido que Israel se convertirá en el primer país del mundo en haber sido vacunado por completo.
Dejando de lado los móviles políticos, el primer ministro ha recibido elogios por sus esfuerzos, incluso de algunos de sus críticos de larga data, después de que se le culpó de manera generalizada de haber manejado mal la crisis el año pasado.
“No podemos culpar a Netanyahu de todos los padecimiento de Israel —aunque de manera correcta, la mayoría de las veces— y luego ignorar su contribución cuando algo funciona”, escribió esta semana Gideon Levy, un columnista de Haaretz, un periódico de tendencia de izquierda.
El 19 de diciembre, Netanyahu se convirtió en el primer israelí en ser inoculado en contra de la COVID-19, pues aseguró que quería poner el ejemplo. El martes, visitó una instalación de Jerusalén para felicitar al israelí que había recibido la vacuna número 500.000.
El jueves, Netanyahu visitó un centro de vacunación en la ciudad de Tira, ubicada en la región central de Israel, para fomentar una mayor participación de la minoría árabe del país. Los ciudadanos árabes, quienes conforman una quinta parte de la población, han titubeado más que otros en ser vacunados.
“Trajimos millones de vacunas, más que cualquier otro país del mundo en relación con su población”, señaló Netanyahu y agregó: “Se las trajimos a todos: judíos y árabes, religiosos y seculares”.
“Vengan a ser vacunados”, instó en árabe.
Hasta el momento, la campaña de vacunación del gobierno no se ha extendido a los palestinos de los territorios ocupados de Cisjordania y la Franja de Gaza, quienes aún no han tenido acceso a ninguna vacuna, y la Autoridad Palestina parece no haberlas solicitado públicamente. Expertos legales y activistas pro derechos humanos mencionaron que Israel estaba obligado a brindarles las vacunas a los palestinos.
Esta semana, la agencia encargada de los asuntos humanitarios de Naciones Unidas para los territorios ocupados señaló que la Autoridad Palestina le había solicitado apoyo financiero al sistema Covax de vacunación global y estaba trabajando con organizaciones internacionales en la logística.
Edelstein mencionó que la primera obligación del gobierno era con sus propios ciudadanos, pero a Israel le interesaba ayudar a contener las infecciones entre los palestinos. “Si, Dios quiere, hay una situación en la que podamos decir que estamos en una posición de ayudar a otros, no cabe la menor duda que se hará”, señaló.