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¿Vacuna sí o vacuna no? El mejor remedio para el Covid no necesita inyección

Nuestras vidas están expuestas a una enfermedad capaz de matarnos. La conciencia y el celo personal son el mejor antídoto para esta pandemia.

Mookie Tenembaum, filósofo y analista internacional

Mookie Tenembaum, filósofo y analista internacional

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Por Mookie Tenembaum, filósofo y analista internacionalSanto Domingo

Por estos días presenciamos una lucha descarnada entre laboratorios que buscan nuestra atención sobre la eficacia de las vacunas que desarrollan en una carrera contra el tiempo para ofrecer un remedio efectivo ante el nuevo coronavirus Covid-19.

Aunque la llegada de una vacuna puede demorar una década, algunas farmacéuticas ya enfilaron a los ensayos clínicos a gran escala, que preceden el lanzamiento al mercado. Pfizer y BioNTech, Moderna, Oxford y AstraZeneca, y hasta Rusia se disputan el honor de haber hallado “la” solución a la pandemia.

Paradójicamente, al menos dos laboratorios dejan preguntas sin responder, ya no sobre las vacunas, sino sobre la sugestiva conducta y respuesta de las personas que se anotaron para testear sus vacunas pero, en vez de ser tratados con antígenos, recibieron un placebo, como indican los procedimientos.

Entre los más de 20,000 voluntarios de Pfizer y 15,000 de Moderna que fueron inyectados con una solución salina en vez de la composición, solo 162 del primer grupo y 185 del segundo contrajeron la enfermedad y, entre ellos, la mayoría salió adelante sin inconvenientes.

Moderna reconoció entre su población 30 casos severos y una muerte, sin que ello le impidiera solicitar el permiso de comercialización en Estados Unidos y la Unión Europea, al igual que lo hizo Pfizer.

Los laboratorios admiten no haber estudiado la conducta de los voluntarios, elegidos según el riesgo probable de contagio, sea por continuar con su rutina laboral habitual o bien porque no acotaron su vida social en este tiempo. Por tanto, no existe información que asevere que los recipientes se relajen más o menos que el resto de los mortales. Y como las vacunas y placebos se asignan al azar, es de esperar que cada grupo contenga temerarios y precavidos. Cualquiera sea el caso participar del testeo supone tomar conciencia del Covid y acatar las mejores prácticas para prevenirlo.

Siguiendo los datos preliminares, las personas que recibieron el placebo y se expusieron a la enfermedad pudieron sanar o prevenir el contagio al tomar plena conciencia del riesgo al que estaban expuestos. Al igual que nosotros al inicio de la pandemia, muchos de ellos reforzaron las prácticas con las que tanto se ha insistido en estos meses. Siendo así, ¿para qué necesitamos la vacuna?

Sin desmerecer el remedio para la enfermedad, la conciencia y el cuidado personal son el verdadero antídoto para la pandemia hasta tanto se despejen las dudas sobre los desarrollos en curso, y la población esté mayoritariamente inmunizada. Mientras tanto, vale aprender de Europa, donde los confinamientos ahora son más efectivos pese a ser menos estrictos: la clave, según The Economist, está en reducir la presencialidad en oficinas, espaciar las salidas de ocio y evitar la circulación entre ciudades.

Las cifras de enfermos caerían drásticamente y los sistemas de salud no estarían al borde del colapso si tomáramos conciencia del riesgo de esta enfermedad y siguiéramos, pese al desgaste, las mínimas normas de salubridad que las autoridades científicas y civiles aconsejan. Independientemente de las estadísticas sanitarias, cuando esto suceda podremos decir que la humanidad ha superado la pandemia.

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