Comienza el juicio a los terroristas por el frustrado ataque en tren a París
El terrorista marroquí que en 2015 intentó cometer una masacre en un tren entre Bruselas y París, que fue evitada por varios pasajeros que lo redujeron, se sienta desde este lunes en el banquillo con otros tres acusados de haberle prestado ayuda en una acción del Estado Islámico (EI).
Ayoub El Khazzani (31 años) podría ser condenado hasta a cadena perpetua si el Tribunal de lo Criminal de París lo declara culpable de los cargos de tentativa de asesinatos terroristas y de pertenecer al EI, y en concreto a la funesta célula dirigida por Abdelhamid Abaaoud que cometió varios atentados entre 2015 en París y 2016 en Bruselas, en los que en total murieron 163 víctimas y diez terroristas suicidas.
El 21 de agosto de 2015, El Khazzani subió en Bruselas a un tren de alta velocidad Thalys que venía de Amsterdam y se dirigía a París con una bolsa en la llevaba un fusil de asalto, una pistola y un arma blanca con los que, según la acusación, pretendía cometer una matanza entre los viajeros.
Sin embargo, sus planes se torcieron rápidamente porque cuando desenfundó las armas varios pasajeros saltaron contra él y lo redujeron, en particular dos militares estadounidenses, Spencer Stone y Alek Skarlatoss, y un amigo de éstos, el estudiante Anthony Sadler, que estaban de vacaciones en Europa.
Pese a todo, el terrorista hirió a algunos de ellos -que se han constituido en acusación particular-, en particular a un hombre que resultó alcanzado por varios disparos en la espalda.
DEFENSA PIDE A CLINT EASTWOOD COMO TESTIGO
La historia de los "héroes" del Thalys, condecorados en Francia por su hazaña, dio lugar a una película dirigida por Clint Eastwood, "The 15:17 to Paris", en la que los tres jóvenes estadounidenses hicieron de sí mismos.
Y ahora la defensa quiere que el famoso cineasta declare como testigo por vídeoconferencia, algo que el tribunal aún tiene que decidir. Esa petición se basa en que los tres estadounidenses no participaron en la reconstrucción judicial del atentado, pero sí lo hicieron en el filme, que se presentó como basado en hechos reales.
Lo que sí está más claro es que los tres amigos acudirán al juicio (programado hasta el 18 de diciembre) el jueves y el viernes de esta semana.
Junto a El Khazzani, se sientan en el banquillo Bilal Chatra (24 años), Redouane El Amrani Ezzerrifi (30 años) y Mohamed Bakkali (33 años), todos ellos también supuestos miembros del EI que actuaban bajo la batuta de Abaaoud, cerebro de los atentados de París del 13 de noviembre de 2015 en los que fueron asesinadas 130 personas, más una que falleció posteriormente. En los atentados de Bruselas de marzo de 2016 fueron asesinadas 32 víctimas.
Chatra y Bakkali están imputados en esta causa como cómplices de El Khazzani, el primero por haber hecho de avanzadilla en el tránsito de éste y de Abaaoud, una vez que salieron de los centros de entrenamiento de la organización terrorista en Siria, entre Turquía y Europa occidental, y el segundo como chófer.
Los dos podrían ser teóricamente sentenciados también a cadena perpetua. El Amrani Ezzel, en cambio, solo comparte con ellos la inculpación de pertenencia a una organización terrorista en tanto que encargado de varias misiones logísticas en el grupo de Abaaoud.
En los ya más de cinco años de detención provisional que lleva entre rejas, El Khazzani ha variado algunos puntos de su declaración, en particular desde 2016 dijo a los investigadores que bajo las directrices del cerebro de la célula, su objetivo no era matar indiscriminadamente a los pasajeros del tren, sino a los militares estadounidenses que acabaron abortando su acción.
Una versión que no se han creído los magistrados instructores, que por otra parte han ido acumulando muchas informaciones sobre su trayectoria terrorista.
Durante un interrogatorio en la audiencia de esta tarde, El Khazzani contó, hablando en francés con dificultades porque no es una lengua que domina, que estuvo viviendo en España entre 2006 y 2014, primero en Lavapiés, en Madrid, al que describió como "un barrio de droga".
De hecho, reconoció que allí se habituó a consumir drogas y se dedicó al tráfico de estupefacientes, por lo que fue arrestado y acabo siendo condenado en 2012 en dos ocasiones, aunque no tuvo que ingresar en la cárcel.
En 2010 su familia se mudó a Algeciras (sur) y él se trasladó algo más tarde allí, donde uno de su hermanos le ayudó a dejar la droga gracias a "la sinceridad de los consejos", en particular los "consejos religiosos".
Los servicios secretos españoles lo ficharon, en particular por sus discursos islamistas en la mezquita de Algeciras a la que acudía.
El acusado contó que la policía le había propuesto tanto a su hermano como a él que trabajaran como confidentes, pero uno y otro se negaron. Su hermano, que entre otras cosas hacía de tesorero de la mezquita, fue expulsado de España en 2014.
Preguntado por el presidente sobre si en esa mezquita había radicales, respondió: "francamente, no".
De España se fue a trabajar unos meses a Francia y luego estuvo en Bélgica durante un año, alojado por una de sus hermanas hasta que marchó a Siria a los campos de entrenamiento del EI antes de volver a Europa en el verano de 2015 para cometer el atentado.