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En la frontera de Texas está surgiendo un problema para los demócratas

El condado de Zapata, al sur de Texas, un baluarte demócrata de mayoría hispana con una población de 14.179 personas, nunca ha sido un indicador político.

Una valla publicitaria que apoya al presidente Donald Trump en Zapata, Texas, el 5 de noviembre de 2020. (Veronica G. Cardenas/The New York Times)

Una valla publicitaria que apoya al presidente Donald Trump en Zapata, Texas, el 5 de noviembre de 2020. (Veronica G. Cardenas/The New York Times)

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The New York TimesZapata, Texas, Estados Unidos

Los demócratas pasaron cuatro años enfocándose en cómo podrían ganar finalmente en Texas. Pero desde la elección del martes, han estado luchando con una duda más apremiante: ¿cómo es que perdieron en el condado de Zapata?

El condado de Zapata, al sur de Texas, un baluarte demócrata de mayoría hispana con una población de 14.179 personas, nunca ha sido un indicador político. Es una comunidad rural fronteriza ubicada en un tramo angosto del Río Grande entre Laredo y McAllen, hogar de trabajadores petroleros con una de las tasas más altas de pobreza en Texas.

Mitt Romney perdió en el condado de Zapata en 2012 por 43 puntos porcentuales. Donald Trump perdió allí en 2016 por 33. Ted Cruz también perdió en 2018 por 26 puntos. El martes, Trump revirtió muchos años de historia política, incluida la suya propia, y ganó en el condado de Zapata por 5 puntos.

“Cuando le decía a la gente que ayudé a un amigo a vender ambientadores con la forma de la cabeza de Trump, me disculpaba porque apoyaba a Trump”, contó Anna Holcomb, de 55 años, una latina y exasistente administrativa de un campo petrolero que vive en Zapata, el epicentro del condado.

“¿Por qué habría de disculparme por eso? No voy a disculparme más. Solo porque el presidente quiere que la gente venga a este país de la manera correcta no lo convierte en un racista. Él no es racista y yo tampoco lo soy”.

El cambio en el condado de Zapata fue una de las muchas victorias republicanas en un estado que Trump ganó. Pero esto sorprendió a los demócratas y reflejó su lucha permanente en el estado, el más grande liderado por los conservadores. Los demócratas no solo tienen dificultades para avanzar sino que, en algunos lugares, están retrocediendo.

“Cuando me postulé, obtuve el 85 por ciento en el condado de Zapata, y Trump lo ganó”, explicó Garry Mauro, de 72 años, un demócrata y excomisionado de tierras del estado quien fue miembro de la campaña de Hillary Clinton para Texas en 2016. “La idea de que Trump, quien ha sido tan abiertamente racista con los hispanos, haya sido capaz de lograr buenos resultados tiene que ser un fracaso de nuestro partido, porque este no tiene un mensaje”.

Como resultado de la victoria de Joe Biden en las elecciones nacionales, una Texas cambiante se mantuvo prácticamente igual.

Trump derrotó a Biden en Texas logrando una victoria mucho más estrecha que la de 2016, pero una victoria al fin. El senador John Cornyn, un republicano, fue reelecto. Wendy Davis perdió nuevamente, una de varios candidatos demócratas que intentaron, y fallaron, conseguir algún escaño en el congreso controlado por republicanos. El intento por cambiar a Texas fracasó, los republicanos mantuvieron su mayoría.

A primera vista, el apoyo a Biden en gran parte del sur de Texas parece sólido. Ganó en los cuatro condados que conforman la región del Valle del Río Grande, justo al lado del condado de Zapata. Pero una mirada más profunda revela un reto que surge en la frontera. Trump amplió su apoyo en estos cuatro condados, además de otros condados fronterizos. En una de esas comunidades, el condado rural de Starr, Clinton ganó en 2016 por 60 puntos porcentuales. El martes, Biden lo ganó por solo 5 puntos.

Desde hace mucho tiempo, el sur de Texas ha sido un lugar donde la gente es políticamente liberal pero culturalmente conservadora.

Familias mexicoestadounidenses han considerado Brownsville, MacAllen, Edinburg y otras ciudades del Valle del Río Grande como su hogar, no solo por años sino por generaciones. Se identifican con sus raíces mexicanas al otro lado del río, pero también se identifican, con la misma fuerza, con Estados Unidos. En la frontera formal del sur del país, el patriotismo se intensifica, y muchas banderas estadounidenses ondean en patios y pórticos. Jóvenes mexicoestadounidenses, mujeres y hombres, se enlistan con entusiasmo para convertirse en oficiales de la Patrulla Fronteriza. Con frecuencia sus familiares y vecinos trabajaron para la Patrulla Fronteriza, y están orgullosos de eso, pasando por alto la percepción que tienen, en todo el país, las familias migrantes sobre esa agencia.

Estas familias mexicoestadounidenses, de trabajadores y clase media, sienten compasión por los migrantes centroamericanos que han estado desbordando la frontera, de vez en cuando, desde el año 2014. Trabajar como voluntarios en refugios para migrantes, y donar ropa y comida se ha convertido en una tradición del Valle. Pero muchos ven a esos migrantes como intrusos. Desde hace tiempo, el migrante hispano que está en un refugio y el residente hispano del Valle están desconectados en términos culturales y económicos.

En ese contexto, el apoyo a Trump no resulta sorprendente.

“Creo que muchos mexicoestadounidenses que normalmente votan por los demócratas están seducidos por su personalidad”, explicó la senadora del estado, Judith Zaffirini, una demócrata que es mexicoestadounidense y cuyo distrito incluye el condado de Zapata. “Tiene mucho apoyo aquí. Yo a él no lo encuentro interesante, pero sí estoy fascinada por el atractivo que tiene para muchos texanos”.

Muchos votantes de Trump en Zapata se conocen entre sí, y han formado un club no oficial de apoyo y estímulo. Este incluye a Ricardo Ramírez, de 51 años, presidente de una sucursal bancaria local y Jack Moore, de 45 años, un obrero de la construcción petrolera que dijo que los demócratas de hace 50 años “no son los mismos demócratas de hoy”.

Muchos residentes de esta zona de Texas son cristianos, antiabortistas, están a favor de las armas y apoyan a la policía, lo que los sitúa más cerca de los conservadores que de los liberales y, entre los partidarios de Trump en Zapata, hay una creencia de que el mandatario traerá más empleos a una región con dificultades económicas.

En un breve intercambio durante el último debate presidencial, Biden aseguró “que haría una transición desde la industria petrolera” por su naturaleza contaminante, un comentario que no pasó desapercibido para los residentes de Zapata, incluida Yvette Gutiérrez De León, de 56 años, quien es secretaria de una compañía de servicios en un campo petrolero y que votó por Trump.

“Al final del día, si mañana desaparece el pequeño trozo que queda del campo petrolero, también desaparecerá nuestro condado”, expresó De León. “El petróleo es todo lo que tenemos aquí”.

Isela González-Lindquist, de 42 años, una vendedora de una tienda de colchones en Laredo, dijo que votó por Trump aunque se opone a sus planes de extender el muro de la frontera en esa zona, pues cree que afectará la fauna y vulnerará los derechos de los propietarios.

“Acepto que no es perfecto, y lo sabemos, pero es el mejor candidato para el trabajo”, expresó. “Me gusta la determinación de Trump y que no es un político de carrera”.

Un ambientador con la forma del rostro del presidente Donald Trump en Zapata, Texas, el 5 de noviembre de 2020 (Veronica G. Cardenas/The New York Times)