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Jornada en paz

Aunque mucha gente tenía en sus mentes el temor de que pudiese haber disturbios, decidieron ir a centros de votación.

La tía Catherina Neal observa a su sobrina, Jeniya Garrett, que vota ayer en el Centro Comunal Martin Luther King, en Bronzeville, Chicago. AP

La tía Catherina Neal observa a su sobrina, Jeniya Garrett, que vota ayer en el Centro Comunal Martin Luther King, en Bronzeville, Chicago. AP

Planeó cuidadosamente un viaje en auto de cinco horas hasta su centro de votación en Tennessee pa­ra emitir su voto el día de las elecciones. Tomó en cuenta el tránsito, el clima, el repunte de casos de co­ronavirus y, algo que nun­ca imaginó tener que con­templar: la posibilidad de disturbios civiles tras los comicios presidenciales de Estados Unidos.

Los últimos cuatro años han causado tantos sobre­saltos que cualquier cosa parecía posible para La­cey Stannard, esposa de un soldado. Trató de que le enviaran una papeleta a su hogar en una base mili­tar en el otro lado del esta­do. Pero el secretario de su ciudad natal se negó. Una parte de ella pensó que era una locura manejar 10 horas de ida y vuelta para emitir su voto a favor de los candidatos demócratas en un Tennessee republi­cano, pero una gran parte de ella pensó que valía la pena registrar su malestar

Muchos estadounidenses que se formaron desde an­tes del amanecer para emi­tir su voto el día de las elec­ciones están exhaustos de las constantes crisis, inquie­tos por las divisiones políti­cas y ansiosos por lo que pa­sará después.

Hace tiempo Al igual que aquellos que votaron de manera antici­pada, su agonía no es en torno a decidir entre el pre­sidente Donald Trump o su rival demócrata Joe Biden. La mayoría tomó esa deci­sión hace tiempo. En lugar de eso, aquellos que están votando en cifras récord se­ñalaron que los fundamen­tos democráticos se sienten repentinamente frágiles: ¿Contará su voto? ¿El per­dedor aceptará los resulta­dos? ¿El ganador encontra­rá una manera de reparar a una nación fracturada, en­ferma e inestable?

Stannard, de 28 años y ma­dre de dos hijos, se puso en camino el lunes por la tar­de para llegar a su centro de votación ayer martes tem­prano, y se apresuró a vol­ver a casa antes de que una conclusión incierta pudiera agravar la situación en un país que ya se encuentra en vilo, un temor que ella atri­buye a la tendencia del pre­sidente a poner a la gente a pelear entre sí.

En todo el país, los estado­unidenses dijeron que el es­trés de estas elecciones los enfermó físicamente. Otros han seguido obsesivamen­te las encuestas para calmar sus nervios, o comprado ar­mas, o han buscado mudar­se al extranjero, o se han re­tirado a una cabaña.

DETALLES José Antonio Rico “He votado por Biden más con la idea de sa­car a Trump de la Ca­sa Blanca que cualquier otra cosa. Pero creo que hay muchos como yo por Texas”.

Isabel Gómez “Simplemente, tenemos que salir de este ambien­te tan hostil”.

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