Expertos: España está perdiendo ante 2da ola de coronavirus

LA MAYORÍA DE LOS INFECTADOS SON ASINTOMÁTICOS Y JÓVENES, CON MENORES PROBABILIDADES DE REQUERIR TRATAMIENTO MÉDICO

Un voluntario con una torunda realiza una prueba de COVID-19 a una mujer en Vilafranca del Penedes, Barcelona, España. Foto: AP/Emilio Morenatti.

Un voluntario con una torunda realiza una prueba de COVID-19 a una mujer en Vilafranca del Penedes, Barcelona, España. Foto: AP/Emilio Morenatti.

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Joseph Wilson/APBarcelona, España

Menos de dos meses después de hacer retroceder al coronavirus, los hospitales de España están recibiendo en sus salas a pacientes con dificultades para respirar.

El emplazamiento de una brigada militar de emergencia para que instalara un hospital de campaña en la ciudad nororiental de Zaragoza esta semana es un lúgubre recordatorio de que el país aún está lejos de la victoria en la lucha contra el coronavirus que lo abrumó en marzo y abril.

Las autoridades dicen que el hospital de campaña es sólo una precaución, pero nadie olvida las escenas de hospitales desbordados y el período devastador en el que las cifras diarias de decesos superaban los 900.

Si bien la campaña redoblada de testeo está revelando que la mayoría de los infectados son asintomáticos y jóvenes, con menores probabilidades de requerir tratamiento médico, está aumentando la preocupación porque los hospitales empiezan a recibir más gente.

El principal experto sobre el virus para el gobierno español, Fernando Simón, dijo el jueves que las 3,500 camas de hospital que se encuentran ocupadas por pacientes de coronavirus representan apenas el 3% de la capacidad total.

“Hasta que no tengamos una transmisión comunitaria no controlada y que realmente represente incremento en la transmisión y no simplemente que estamos detectando mucho más, no lo llamaría segunda ola”, declaró Simón, aunque sí reconoció que los contagios están aumentando en todas las regiones, por lo que no pueden bajar la guardia.

Los expertos tratan de determinar por qué España tiene más problemas que sus vecinos después de que Europa occidental ha logrado en cierta medida controlar la pandemia.

Pero una cosa está clara: la magnitud de la segunda ola ha dependido de la respuesta a la primera.

“Los datos no mienten”, dijo Rafael Bengoa, exjefe de salud pública de la región vasca y asesor internacional sobre el tema a The Associated Press.

“Los números dicen que donde tuvimos buen rastreo epidemiológico, como en (el noroeste rural), las cosas marchan bien”, dijo Bengoa. “Pero en otras partes del país donde evidentemente no tuvimos la capacidad local suficiente para enfrentar los focos, volvemos a tener contagio poblacional, y una vez que se produce el contagio poblacional, la situación se descontrola”.

Bengoa es uno de los 20 epidemiólogos y expertos en salud pública españoles que recientemente solicitaron una investigación independiente en una carta publicada en la revista médica The Lancet, con el fin de identificar las debilidades que hicieron que España fuera uno de los países más afectados de Europa a pesar de su robusto sistema de atención médica universal.

Los españoles acatan en gran medida la orden de usar mascarillas. El Ministerio de Sanidad español también llevó a cabo uno de los sondeos epidemiológicos más extensos del mundo. Realizando pruebas aleatorias a más de 60,000 personas, detectó que la prevalencia del virus es de 5%, lo que muestra que la población estaba lejos de una inmunidad colectiva.

Sin embargo, España, con 47 millones de habitantes, encabeza a Europa con 44,400 casos nuevos en los últimos 14 días, comparados con 4,700 en Italia, que tiene 60 millones de habitantes y fue el primer país europeo en verse afectado por la pandemia.

La situación de España no es tan mala en comparación con la de varios países americanos —Estados Unidos, México y Brasil, entre otros—, donde el virus parece seguirse propagando sin freno.

Pero las hospitalizaciones con COVID-19 se han quintuplicado en España desde principios de julio, cuando los casos se redujeron a unos pocos después de una primera ola que puso al sistema de salud pública contra la pared.

El Ministerio de Sanidad señaló el martes que 805 personas fueron hospitalizadas con el virus en los siete días previos. La mitad de los 64 decesos vinculados a la enfermedad reportados esa semana ocurrieron en Aragón, la región que rodea Zaragoza.

Manuel Franco, un epidemiólogo de la Universidad Johns Hopkins y la Universidad de Alcalá que también firmó la carta a la revista The Lancet, enfatizó que no es un solo factor el que influye en la pandemia.

Franco citó inequidades económicas en España que han expuesto a las comunidades más pobres —especialmente a los recolectores de fruta— a mayores daños, servicios de supervisión epidemiológica sin personal suficiente, y un enorme sector turístico entre las vulnerabilidades del país. Combinadas con otros factores, podrían haber formado un cóctel letal.

Bengoa cree que las costumbres sociales que prevalecen en las culturas mediterráneas, las cuales enfatizan el contacto físico y menores espacios personales, han jugado en contra del país.

“Las reuniones familiares son peligrosas en España. Estamos siendo antiespañoles en las reuniones sociales si entre nosotros no besamos, abrazamos y hacemos contacto físico”, aseveró Bengoa, añadiendo que las familias españolas e italianas viven en grupos numerosos y más multigeneracionales que en países del norte de Europa, lo que aumenta las probabilidades de contagios dentro de los entornos familiares.

Algunas autoridades parecen estar de acuerdo con eso. El gobierno de las Islas Canarias españolas ha emitido un anuncio de conciencia pública que muestra una reunión familiar por el cumpleaños del abuelo, en la que los presentes se retiran el cubrebocas y se abrazan, y al final concluye con el abuelo en una cama de hospital.

Italia, el primer país europeo en ser azotado por el virus, ha extendido su estado de emergencia hasta el 15 de octubre, y el gobierno ha usado esa medida para aprobar una serie de decretos, mandatos y medidas para proteger la salud pública.

En contraste, el gobierno español cedió a la presión de algunas regiones para que pusiera fin a un estado de emergencia de tres meses en junio.

Desde entonces las regiones de España se han quejado de que el gobierno no les ha dado poderes especiales para confinar a la población en sus hogares, algo que tuvo un efecto positivo bajo el estado de emergencia. Eso ha derivado en que las regiones sólo puedan recomendar a la gente que se quede en casa —en lugar de ordenarlo—, y un menor cumplimiento de esa medida.

No obstante, parece que el ajustarse a la “nueva normalidad” de coexistencia con el virus ha sido desigual en las distintas regiones de España.

Los gobiernos regionales de Madrid y Barcelona parecen haber subestimado la necesidad de contratar más rastreadores de contactos para monitorear los contagios.

Madrid ha solicitado que voluntarios universitarios funjan como rastreadores y contrató a un hospital privado para que ayude en el rastreo.

El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz, declaró el miércoles al portal español sobre información sanitaria ConSalud.es que en la capital se han duplicado las hospitalizaciones cada semana durante el último mes, llegando a 4,600 la semana pasada.

“Al día de hoy en número de pacientes ingresados tanto en planta como en unidades de cuidados intensivos son números que nuestros hospitales controlan bien, pero no quita para que estamos muy pendientes de cómo va esta evolución”, destacó Ruiz.

De la misma forma, el gobierno separatista catalán actuó con demasiada lentitud. El nuevo director de salud pública de Cataluña, Josep Argimon, dijo el martes que la situación se ha estabilizado una vez que su oficina al parecer ha mejorado la respuesta a la pandemia al efectuar pruebas simultáneas a múltiples muestras para controlar los focos de contagio.

Miquel Porta, un profesor de epidemiología del Hospital del Mar de Barcelona y uno de los firmantes de la carta a The Lancet, dijo que “resulta desconcertante que los políticos no actúen” antes que regresara la anticipada nueva ola.

“Necesitamos gente que salga en busca de los contactos”, explicó Porta. “Todo se reduce a cosas muy simples, y algunos gobiernos regionales no están haciendo lo que dijeron que harían”.