Un hermano obtuvo DACA, el otro no, y eso cambió por completo sus vidas
Hoy, Jack Miralrio, de 20 años, va camino a convertirse en ingeniero mecánico. Owen Miralrio, de 17 años, está resignado a convertirse en mecánico.
Jack Miralrio y su hermano menor, Owen Miralrio, nacieron en México y fueron traídos a Estados Unidos de manera ilegal por su madre cuando eran muy pequeños. Durante su niñez y adolescencia, solían disfrutar de los videojuegos, del fútbol y de construir autos de juguete. Ambos destacaron en el colegio.
Hoy, Jack Miralrio, de 20 años, va camino a convertirse en ingeniero mecánico. Owen Miralrio, de 17 años, está resignado a convertirse en mecánico.
Sus caminos difieren porque Jack Miralrio es beneficiario del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por su sigla en inglés), lo cual le permitió obtener un permiso de trabajo, una licencia para conducir y ayuda económica para asistir a la universidad. Owen Miralrio estaba preparando la documentación para presentar su solicitud en septiembre de 2017 cuando el gobierno de Trump suspendió el programa, pocos días antes de su cumpleaños número 15, la edad que necesitaba tener para ser elegible.
“Tuve que abandonar mi carrera soñada y conformarme con ser un mecánico”, afirmó Owen Miralrio, quien vive en Milwaukee con sus padres, su hermano mayor y dos hermanas nacidas en Estados Unidos.
Owen se encuentra entre los 66.000 jóvenes potencialmente admisibles que han sido excluidos del DACA desde que el programa fue suspendido hace casi tres años, de acuerdo con estimaciones del Instituto de Política Migratoria, un centro de investigación sin afiliación partidista. Aquellos que ya habían sido aceptados, como su hermano, han podido renovar cada dos años, pero no se han aceptado nuevas solicitudes.
En junio, la Corte Suprema reavivó las esperanzas de aquellos que esperan poder presentar una solicitud cuando dictaminó que la rescisión del programa por parte del gobierno de Trump no tenía suficiente justificación. Aunque no emitió una opinión sobre la legalidad del programa, la corte decidió preservarlo al menos de manera temporal para los 650.000 beneficiarios actuales.
Sin embargo, la decisión dejó pendiendo de un hilo el destino de jóvenes que viven en el país sin permiso legal, como Owen Miralrio, y que esperan obtener autorización para solicitar la protección del DACA.
El presidente Barack Obama creó el DACA en 2012 para ofrecer estatus legal temporal a inmigrantes que vinieron a Estados Unidos de manera ilegal siendo niños. El programa suspendió la deportación y ofreció permiso de trabajo a estos jóvenes inmigrantes, a quienes se suele llamar “dreamers”, siempre y cuando cumplieran con algunos requisitos, entre ellos estar estudiando o prestando servicio militar, mantener un expediente sin antecedentes penales y haber residido en Estados Unidos por varios años consecutivos.
En su punto más alto, DACA llegó a tener 800.000 personas inscritas.
En septiembre de 2017 el gobierno de Trump anunció que suspendería el programa por considerarlo ilegal. Demandas introducidas por defensores e inmigrantes dieron como resultado órdenes judiciales que obligaron al gobierno a seguir aceptando renovaciones, pero no las nuevas solicitudes que le habrían permitido a jóvenes inmigrantes como Owen Miralrio entrar al programa.
Chad Wolf, secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, ha dicho que tras la decisión de la Corte Suprema el gobierno continuará procesando las renovaciones. Sin embargo, todo lo referente a las nuevas solicitudes continúa en el aire. Al enterarse del veredicto de la corte, el presidente Donald Trump prometió en Twitter que volvería a intentar rescindir el programa entero, una medida que el gobierno podría iniciar en cualquier momento.
Las investigaciones han mostrado que el DACA ha tenido un efecto transformador en quienes lo reciben, puesto que les ofrece acceso a educación superior, empleos y protección temporal de la deportación. Sin DACA, todo eso sería inalcanzable para ellos.
Una encuesta de 2017 realizada por Tom Wong en la Universidad de California en San Diego reveló que el 69 por ciento de los beneficiarios del DACA obtuvieron un empleo con mejor salario y el 54 por ciento consiguieron uno más acorde con su educación tras entrar en el programa. Muchos han comprado casas y autos y han abierto nuevas empresas.
“La evidencia no podría ser más clara”, afirmó Wong, director del Centro de Políticas Migratorias de esa universidad. “DACA ayuda a crear una fuerza laboral más preparada y competitiva al permitirle a la gente joven continuar su educación, desarrollar sus habilidades y forjarse las carreras que tenían en mente”.
Esas metas no están al alcance de aquellos jóvenes, como Owen Miralrio, que enfrentan circunstancias de vida similares, pero que no tienen acceso a las garantías del programa.
La madre de los hermanos Miralrio, Miriam Inez, quien se mudó a Milwaukee con sus hijos desde México cuando tenían 5 y 2 años, recuerda haber escuchado por primera vez sobre el DACA en un canal de televisión en español. Ella y su esposo, quienes están viviendo en el país sin autorización legal, ahorraron para poder costear la tarifa de 495 dólares para la solicitud de Jack Miralrio en 2014.
Una vez que obtuvo su permiso laboral y un número de seguro social, Jack pudo conseguir un empleo a tiempo parcial con prestaciones en vez de un trabajo inestable para tener dinero en efectivo. Obtuvo también su licencia para conducir. Pero lo más importante es que pudo planificar su entrada a la universidad.
“El programa es bellísimo”, dijo Inez. “Jack pudo apuntar tan alto como quiso”.
Tres años después, Inez ayudó a Owen Miralrio a recopilar los documentos para ingresar su solicitud. Owen había sido un estudiante brillante que incluso se saltó un grado en el colegio. Estaba motivado para alcanzar el éxito.
“Lo suspendieron justo en el momento en el que se volvió elegible”, dijo Inez con la voz quebrada. “Como padres, ha sido muy difícil. Queremos que Owen tenga las mismas oportunidades que Jack”.
Owen Miralrio dijo que sintió como si se hubiera topado con un muro.
“Iba a obtener una licencia para conducir”, dijo. “Iba a poder trabajar en lo que quisiera. Iba a poder empezar a estudiar en la universidad”.
Owen abandonó la ruta de preparación para la universidad en el bachillerato tras decidir que tenía más sentido prepararse como mecánico.
“La universidad sería demasiado costosa y luego no habría podido utilizar mi título”, dijo Owen Miralrio, quien se graduó del bachillerato en junio.
“Conozco personas que son dueñas de talleres y que emplean mecánicos sin papeles”, afirmó con un tono derrotado.
Su hermano mayor es consciente de que las diferencias en sus vidas en la actualidad son una coincidencia de momentos y políticas, nada creado por ellos mismos.
“Veo un panorama claro de mi futuro”, afirmó Jack Miralrio. “Después de graduarme, me uniré a la fuerza laboral como un profesionista”, mientras que su hermano seguirá estando en desventaja, condenado a “vivir con incertidumbre”.
Tras la reciente sentencia de la Corte Suprema sobre el DACA, Jack Miralrio celebró. Pero para su hermano esa decisión no cambiará nada, a menos que el gobierno decida autorizar nuevas solicitudes.
“No veo ninguna razón para ilusionarme”, dijo Owen Miralrio.