En regiones pobres, levantar cuarentenas trae otros riesgos
Mientras muchos países levantaban con cautela sus medidas de cuarentena, los expertos temían que un nuevo brote de casos de coronavirus en regiones subdesarrolladas con endebles sistemas de salud pudiera socavar los esfuerzos por detener la pandemia, y señalaron que hacen falta estrategias más realistas.
Brasil, México, Sudáfrica, India y Pakistán están entre los países que levantaron las estrictas restricciones no sólo antes de que sus brotes tocaran techo, también sin haber establecido cualquier sistema detallado de rastreo de casos y pruebas diagnósticas para mantener el virus bajo control. Eso podría tener consecuencias devastadoras, según advirtieron expertos en salud.
“Puede que los políticos estén desesperados por volver a poner sus economías en marcha, pero eso podría ser a costa de que muera una enorme cantidad de personas”, dijo el doctor Bharat Pankhania, experto en enfermedades infecciosas en la Universidad de Exeter, en Gran Bretaña.
Reimponer las medidas recién levantadas sería igualmente peligroso, señaló.
“Hacer eso es extremadamente preocupante porque entonces consigues una población muy resentida y enfadada, y no se sabe cómo reaccionará”, dijo Pankhania. Y como casi todos los países desarrollados están teniendo problemas con sus propios brotes, podría haber menos recursos para ayudar a los que se ven superados por la situación.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud, dijo el lunes que la pandemia estaba “empeorando” en todo el mundo, señalando que los distintos países reportaron el domingo el mayor aumento diario de casos hasta la fecha, más de 136.000. El 75% de ellos eran de 10 países en las américas y el sur de Asia.
Los países ricos de Europa y Norteamérica golpeados primero por la pandemia están formando ejércitos de rastreadores de contactos para seguir la pista de los casos, diseñando apps de monitoreo y preparando conexiones aéreas libres de virus.
Pero en muchas regiones pobres donde las abarrotadas barriadas y calles complican incluso medidas básicas como el lavado de manos y el distanciamiento social, los contagios se están disparando con la retirada de las restricciones.
Brasil, México, Sudáfrica, India y Pakistán tuvieron récords de nuevos casos y de muertes la semana pasada, tras reabrir empresas y espacios públicos.
Clare Wenham, profesora de la London School of Economics, describió la situación en Brasil como “terrorífica”, señalando a la decisión del gobierno de dejar de publicar el total acumulado de casos y muertes por COVID-19, la enfermedad que produce el virus.
“Hemos visto problemas con los reportes de datos en países de todo el mundo, pero no reportar datos en absoluto es claramente una decisión política”, señaló. Eso podría complicar los esfuerzos por comprender cómo se expande el virus por la región y cómo afecta a la población brasileña, dijo Wenham.
Las cifras de la Universidad Johns Hopkins indicaban que Brasil sumaba más de 36.000 muertes por coronavirus el lunes, la tercera cifra más alta del mundo, justo por delante de Italia. Los casos ascendían a 692.000 personas, sólo por detrás de Estados Unidos.
Río de Janeiro permitió a surfistas y bañistas volver al agua, y pequeños grupos de personas desafiaban la prohibición aún activa a congregarse en la arena.
Relajar las restricciones “es peligroso porque aún estamos en el pico, ¿verdad? De modo que es un poco peligroso”, dijo Alessandra Barros, una cajera de 46 años en el paseo junto a la playa de Ipanema. “Hoy está tranquilo, pero este fin de semana estará abarrotado”.
Bolivia ha autorizado reabrir la mayor parte del país. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, también retiró restricciones hace poco. Los aeropuertos de Ecuador han reanudado los vuelos y los compradores han vuelto a algunos centros comerciales en Colombia.
En México, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, instó al país a mantener la calma después de que las autoridades reportaran la semana pasada un aumento en las cifras de muertos que competía con los de Brasil o Estados Unidos.
“Que no haya psicosis, que no haya miedo, que no haya temor, que no hagamos caso al amarillismo”, dijo López Obrador, acusando a los medios de avivar el temor a una crisis en auge.
En toda toda América Latina, países que tomaron medidas contundentes al principio, como El Salvador y Panamá, han tenido datos relativamente buenos, aunque parte de eso se ha conseguido en parte a expensas de derechos humanos y libertades civiles, dijo Wenham.
“Los países dispuestos a recibir el impacto en el corto plazo son los que están saliendo mejor”, dijo, añadiendo que los países pobres no carecían por completo de opciones y señalando a las acciones preventivas y tempranas en Sierra Leona y Liberia.
“Aprendieron del brote de ébola y actuaron deprisa cuando decidieron que su economía no podría lidiar con los contagios locales”, explicó. Por ahora, las cifras han sido relativamente bajas en los dos países del oeste de África.
La doctora Nathalie MacDermott, experta clínica del King’s College de Londres, advirtió que algunos países podrían caer en una falsa sensación de seguridad, y puso el ejemplo de Sudáfrica.
“Su respuesta parecía bastante prometedora en un principio, pero parece prematuro retirar el confinamiento sin una tasa mejor de pruebas”, dijo.
Los casos en Sudáfrica están “subiendo con rapidez”, según el presidente, Cyril Ramaphosa. Más de la mitad de sus aproximadamente 48.000 casos confirmados se han registrado en las últimas dos semanas, provocando temores a que la economía más desarrollada de África pueda ver un brusco auge de infecciones poco después del levantamiento de las cuarentenas.
MacDermott dijo que “podría costarnos más controlar” un aumento del COVID-19 en muchos países en desarrollo y que el virus podría persistir mucho después de que los países desarrollados hubieran controlado la situación.
“Eso podría resultar en medidas de viajes muy estrictas en esas partes del mundo donde el virus siga circulando”, dijo.
En Pakistán, el número de infecciones seguía subiendo después de que el primer ministro, Imran Khan, dijera el mes pasado tras levantar restricciones, que los más pobres del país no podrían sobrevivir a una cuarentena estricta.
El gobierno se negó a cerrar las mezquitas y reactivó la economía, incluso cuando expertos médicos suplicaron medidas más firmes. Los casos acumulados subieron el lunes a 103.671, con 2.067 muertes. Aun así, las autoridades cerraron miles de comercios y mercados en todo el país la semana pasada en redadas para vigilar el cumplimiento de las normas de distanciamiento social.
Algunos expertos dicen que las cuarentenas siempre fueron “medidas de pánico” y no estaban diseñadas para ser sostenibles, especialmente en los países en desarrollo.
“La estrategia tiene su origen en China, en el deseo de eliminar la enfermedad, pero claramente eso se fue al traste hace un par de meses”, dijo Mark Woolhouse, profesor de epidemiología en la Universidad de Edimburgo.
“Muchas personas están decidiendo ahora que la cura sería peor que la enfermedad”, dijo. Woolhouse sugirió que los países incapaces de confinar a su población se centraran en cambio en intervenciones concretas para proteger a los más vulnerables, como las personas mayores de 60 o los enfermos crónicos.
“Los países simplemente no están siguiendo las recomendaciones de confinamiento de la Organización Mundial de la Salud y dicen que necesitan otra estrategia”, dijo Woolhouse. Señaló que las poblaciones relativamente jóvenes de muchos países en desarrollo podrían ayudarles a evitar las altas tasas de mortalidad vistas en países como Italia, España y Gran Bretaña.
Incluso la pequeña Panamá, otrora la economía que más rápido crecía en América Latina, está teniendo problemas para mantener algunos de los controles más estrictos de la región, asediada por la expansión del virus y la crisis económica al mismo tiempo.
“Es imposible mantener una cuarentena durante todo 2020”, dijo el doctor Xavier Sáenz-Llorens, asesor del gobierno en la gestión de la crisis. “El país se hundiría”.