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La seguridad alimentaria se hunde de manera acelerada en Haití

Las personas venden algunos de sus activos para sobrevivir y no tienen recursos para sostener a sus familias. EFE

La seguridad alimentaria en Haití está experimentando un “hundimiento gradual” y el mes que viene el 40% de los habitantes del país pueden necesitar asistencia para comer, dijo el director de Emergencia y Resiliencia de la FAO, Dominique Burgeon, en una entrevista a Efe.

La Oficina de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calculaba, hasta diciembre pasado, que 3,6 millones de personas estaban en situación de inseguridad alimentaria y, para marzo, se espera que esta cifra llegue a 4,1 millones.

"Esto significa que el 40 % de los haitianos necesitarán asistencia. Estamos en un hundimiento gradual", advirtió Burgeon en la sede de la FAO en Haití, durante una misión de observación realizada en el país entre el 11 al 14 de febrero.

Una situación extrema

Esto significa que la gente no ha tenido acceso a suficiente comida. Estas personas, que se encuentran en situaciones extremas, adoptan una serie de estrategias de supervivencia. Ellas son muy vulnerables y no tienen medios de subsistencia", dijo Burgeon.

Esta situación extrema también hace que niños abandonen la escuela, las personas venden algunos de sus activos para sobrevivir y no tengan recursos para proporcionar cuidados a su familia.

Los productores agrícolas, considerados como los más afectados por la crisis alimentaria que se vive en el país, llegan a comerse, incluso, las semillas que reciben para sembrar por parte de organizaciones internacionales como la FAO, un indicativo de la inseguridad alimentaria de toda la nación.

Pero "está claro que la ayuda que proporcionan los organismos de ayuda tiene un efecto amortiguador. Tiene un impacto positivo. Las necesidades serían mucho mayores si no tuviera esta ayuda", apuntó Burgeon.

Sequía y crisis

Haití, el país más pobre de América, sufrió entre 2018 y 2019 una grave sequía que causó una caída de la producción agrícola, lo que se suma la inflación galopante, el aumento de los precios de los alimentos básicos, la depreciación de la moneda local frente al dólar, las violentas manifestaciones en contra del Gobierno y el deterioro de las condiciones de seguridad.

Además, la nación lleva casi un año sin Gobierno y un mes sin Parlamento tras terminar el 13 de enero la legislatura.

La FAO acaba de lanzar una campaña de movilización de recursos para reforzar sus operaciones en Haití con el fin de ayudar urgentemente a 1,2 millones de personas que padecen una grave inseguridad alimentaria.

Para satisfacer de inmediato y a largo plazo las necesidades alimentarias de las comunidades afectadas, la institución solicita 76 millones de dólares.

Si este dinero no es colectado de forma rápida, aumentará el riesgo para los más vulnerables, especialmente en las zonas rurales donde hay mayor nivel de pobreza.

También es probable que esta cifra aumente aún más si no se hace nada en los próximos dos meses para ayudar a estas personas.

“Recibirán mucha menos ayuda. La naturaleza del apoyo será menos intensa. Un nuevo episodio de bloqueo (por las protestas) podría complicar la situación. Cuando hay esto, desde nuestro punto de vista, hay menos circulación de alimentos y es difícil para los agricultores vender su producción, lo que lleva a precios más altos. Se complican las intervenciones de los agentes humanitarios”, advirtió Burgeon.

La zona cero del hambre

Los departamentos con mayor proporción de personas en situaciones de crisis y emergencia son las regiones rurales, de norte a sur de Haití, y el departamento del Noroeste es donde la situación es más grave.

El 35 % de la población de este departamento apenas puede cubrir sus necesidades alimentarias mínimas al agotar los bienes de subsistencia, lo que da lugar a escasez de consumo de alimentos y a tasas de malnutrición aguda más altas de lo normal.

La respuesta de emergencia de la FAO (enero-junio de 2020), en colaboración con el Gobierno de Haití y otros asociados se centrará en la reanudación de las actividades de producción durante la temporada agrícola de primavera, que va de marzo a junio, considerada generalmente como la temporada de escasez.

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