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Miedo y desaliento en la clase política alemana

Las amenazas de muerte y agresiones físicas y verbales contra políticos han aumentado en Alemania y provocan una gran preocupación, en un contexto político árido, enrarecido y bajo la presión de la extrema derecha.

El descubrimiento el miércoles de al menos tres impactos de bala en una ventana de la oficina del diputado de origen senegalés Karamba Diaby sacudió al país.

"Estoy estupefacto y asqueado de ver que la gente recurre a métodos semejantes", denunció el diputado socialdemócrata, uno de los pocos políticos negros en Alemania, que ya fue objeto en el pasado de insultos racistas y amenazas de muerte de parte de la extrema derecha.

Diaby, diputado por Halle, ciudad que se vio sacudida en octubre por un ataque antisemita, recibió el apoyo de la canciller Angela Merkel, pero también de numerosos políticos de tendencias diversas.

Solidaridad Alemania sigue conmocionada por el asesinato, en junio pasado, de Walter Lübcke, un diputado regional muy activo en la acogida de refugiados.

El principal sospechoso por el asesinato, que se encuentra en prisión preventiva, es un neonazi ya condenado previamente por violencia racista.

"¿Qué está pasando en este país?", se preguntó el semanario Der Spiegel. "¿Dónde estamos viviendo para que un pequeño número de personas considere ahora la violencia y la intimidación como medios legítimos de confrontación política?", se preguntó.

Por su parte, el diario Süddeutsche Zeitung instó a los alemanes a "indignarse" ante esta situación.

El año pasado, la policía identificó 1.241 delitos con motivación política contra responsables públicos.

Muchos acusan a la extrema derecha de participar en este deterioro del clima político desde su retorno al parlamento en 2017.

Diaby considera "terrible (...) este resurgimiento de discursos muy agresivos y denigrantes hacia las minorías" en la Cámara de Diputados.

Los parlamentarios del partido Alternativa para Alemania (AfD) se distinguen por sus provocaciones y el uso de una retórica muy alejada del tono hasta ahora moderado de los debates en el poder legislativo.

Clima envenenado Los funcionarios electos de origen extranjero se sienten particularmente amenazados por este clima envenenado.

"No pasa un sólo día sin que reciba correos electrónicos de odio o sea insultada o maltratada verbalmente con comentarios racistas o sexistas", aseguró recientemente una responsable municipal de origen palestino, Sawsan Chebli, al diario Die Welt.

Para algunos de sus viajes profesionales esta socialdemócrata debe solicitar protección policial, como ya hizo en el pasado el diputado ecologista de origen turco Cem Ozdemir, que fue blanco tanto de los extremistas turcos como de la extrema derecha alemana.

En diciembre, se lanzaron piedras contra el domicilio de Ozdemir en Berlín y una puerta de vidrio quedó hecha añicos.

Estos comportamientos violentos afectan a todo el espectro político, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha.

Sobran los ejemplos. Recientemente, un político conservador bávaro descubrió una esvástica en la ventana de su oficina, un responsable de la izquierda radical Die Linke vio aparecer su nombre en una "lista de enemigos", elaborada por un extremista de derecha y un alcalde socialdemócrata quiere obtener una licencia de armas debido a las amenazas que sufre su familia.

El alcalde de Leipzig y presidente de la asociación de alcaldes de Alemania, Burkhard Jung, considera que los políticos locales se ven especialmente afectados por los ataques.

Parte de la prensa exige que la justicia sea más severa con los autores de estas agresiones y lamenta la escasa reacción de la policía que, por falta de recursos, rara vez puede proteger a los políticos amenazados.

El resultado está siendo que, cansados o asustados, algunos políticos prefieren tirar la toalla y no volver a presentarse a unas elecciones.

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