VIOLENCIA

El tiroteo en Jersey City: ‘el hombre de la sonrisa amable’ es asesinado en el supermercado

Crédito The New York Times

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Douglas Miguel Rodríguez no siempre se dedicó a hacer sándwiches y acomodar productos en los estantes de un supermercado de alimentos kosher en Jersey City.

A miles de kilómetros de distancia, en Guayaquil, Ecuador, de donde es originario, Rodríguez era un hombre de familia de clase media que trabajaba como gerente financiero de una aseguradora, dijo William Rodríguez Barzola, su hermano.

Pero perdió su empleo cuando la compañía fracasó y Rodríguez, que a raíz de eso tuvo dificultades económicas, se mudó a Nueva Jersey con su esposa e hija.

Su falta de inglés demostró ser un obstáculo para obtener un empleo de oficina en su nuevo hogar, dijo su hermano, así que tuvo que conformarse con lo que le permitiera vivir.

Por eso estaba trabajando en JC Kosher Market la tarde del 10 de diciembre cuando dos atacantes cargados con armas de alta potencia irrumpieron en la tienda. Rodríguez, de 49 años, fue asesinado junto con Leah Mindel Ferencz, dueña de la tienda, y Moshe Deutsch, un estudiante para rabino de Brooklyn.

En los días transcurridos desde la masacre, gran parte del enfoque ha recaído sobre la pequeña pero creciente comunidad jasídica de Jersey City, luego de que los investigadores declararon que la tienda kosher había sido un blanco intencional y que uno de los asaltantes había realizado comentarios antisemitas en línea.

Pero Jersey City cuenta con una de las comunidades más diversas de Nueva Jersey, pues aproximadamente el 40 por ciento de la población nació fuera de Estados Unidos, de acuerdo con el censo. Muchos vecindarios de la ciudad se han vuelto enclaves atractivos para trabajadores inmigrantes, como Rodríguez.

“Es una ciudad de tenderos chinos y comerciantes indios, así como recién graduados universitarios, todos luchando por una vida mejor a la sombra de la Estatua de la Libertad”, dijo el fiscal general de Nueva Jersey, Gubrir S. Grewal, el 11 de diciembre en una conferencia de prensa.

Sin embargo, Rodríguez no era solo un trabajador común y corriente de la tienda, sostuvo Rodríguez Barzola. Era amigo de los dueños, Moishe Duvid Ferencz y su esposa, así como de muchos clientes.

“Los clientes decían que era el hombre de la sonrisa amable”, dijo Rodríguez Barzola en una entrevista telefónica desde Ecuador. “Siempre llevaba una sonrisa de amor y cariño”.

Para Mark Schwartz, un cliente regular que solía visitar la tienda dos veces al día, Rodríguez era el hombre que preparaba su almuerzo, recordaba cuál era su bocadillo favorito o lo ayudaba a encontrar un artículo cuando él no lograba localizarlo.

“Este tipo se sabía el nombre de todos. Era una persona maravillosa”, dijo Schwartz.

Siempre que Schwartz iba a la tienda, Rodríguez le platicaba sobre su vida personal y le mostraba fotos de su esposa, Martha, y de su hija de 11 años.

Rodríguez le dijo que había esperado unos 10 años para convertirse en padre, lo cual, según él, había sido uno de sus mayores logros, contó Schwartz. Le pusieron a su hija Amy Milagros, porque tras años de tratar de concebir, finalmente tuvieron una hija, dijo Rodríguez Barzola.

“La relación con Martha y Amy era extraordinaria. Eran una familia llena de amor y cariño”, declaró Rodríguez Barzola.

Su hermano dijo que Rodríguez vivía una vida acomodada en Ecuador antes de que su compañía, Seguros Bolívar, cayera en bancarrota en 2014 y lo despidiera.

Luego de dos años de intentar encontrar un empleo que le ofreciera un salario similar, Rodríguez, a quien sus amigos y familiares muchas veces llamaban “Miguelito”, dejó a sus padres y a sus cuatro hermanos para irse a Harrison, Nueva Jersey, junto con su esposa e hija.

“Tenía la esperanza de encontrar un trabajo de oficina o en un banco, pero la barrera del idioma hizo que fuera difícil trabajar en esas áreas”, comentó Rodríguez Barzola.

Rodríguez trabajó en otro supermercado de alimentos kosher antes, hasta que su jefe lo recomendó con Ferencz, quien le ofreció empleo como ayudante en su propia tienda, dijo Rodríguez Barzola.

Rodríguez, quien trabajaba seis días a la semana excepto los sábados, rara vez se quejaba, dijo Schwartz. Aunque sí se lamentaba por no poder llegar a la celebración dominical de la iglesia Nueva Vida en Newark.

Pero, dijo Schwartz, el trabajo era la prioridad.

“Él estaba tan feliz de estar aquí”, dijo. “Tenía grandes sueños”.

Ahora que falta el proveedor de la familia, los parientes de Rodríguez han recurrido a la generosidad de los desconocidos para reunir suficiente dinero y enviar su cuerpo a descansar en Ecuador.