PROTESTA
Colombianos muestran en las calles su malestar social al Gobierno de Duque
Decenas de miles de colombianos de todas las condiciones sociales expresaron este jueves en las calles del país su rechazo a las políticas del presidente Iván Duque, una jornada mayormente pacífica que fue empañada al final por vándalos en Bogotá y Cali, lo que obligó a imponer toque de queda en esta última.
Verdaderos ríos humanos recorrieron desde esta mañana calles y avenidas de Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga, Cúcuta y otras capitales bajo una sola consigna, pedir al Gobierno cambios en su política económica y social para frenar la desigualdad y la pobreza.
PAÍS PARALIZADO
El eje de la protesta convocada por las centrales obreras, que prácticamente paralizó toda actividad en el país, fue el rechazo al "paquetazo" de medidas económicas que, según los sindicatos, el Gobierno de Duque quiere proponer al Congreso para modificar el régimen laboral y de jubilaciones en detrimento de los trabajadores.
"Este paro nacional básicamente tiene como propósito rechazar las reformas laboral, pensional y tributaria del Gobierno de Iván Duque que van en contravía de derechos conquistados por el movimiento sindical y por los trabajadores en años de lucha", dijo a Efe Carlos García, miembro de la Coordinadora de Organizaciones Sociales (COS).
Las organizaciones sociales también reclaman al Gobierno un mayor compromiso con la implementación del acuerdo de paz con las FARC, que el próximo domingo cumple tres años, así como protección a indígenas y líderes sociales, blanco de una ola de asesinatos que se ha cobrado la vida de centenares de ellos desde que Duque llegó al poder hace quince meses.
Las centrales obreras no dieron cifras de participación, pero el Ministerio del Interior calculó que a las manifestaciones acudieron unas 207.000 personas en todo el país, dato que puede quedarse corto por lo visto en las calles.
PAZ Y ALEGRÍA
Los universitarios, que en los últimos años se convirtieron en motor de la protesta social, lideraron muchas de las manifestaciones con cánticos como "Soy, soy estudiante soy" a lo largo y ancho de las calles con mensajes como "El gobierno no invierte en la educación por temor a la emancipación" o "Más salarios, menos impuestos".
El alegre desfile de los jóvenes, con banderas e instrumentos musicales, contagió a muchos ciudadanos que se les sumaron en su marcha hacia la Plaza de Bolívar en Bogotá, el Parque de las Luces en Medellín o el Paseo Bolívar de Barranquilla para reclamar al Gobierno más inversión en educación.
Esas imágenes se replicaron en distintas partes y juntaron en una marea humana a estudiantes, trabajadores, indígenas, sindicalistas, colectivos de negros e incluso exguerrilleros de las FARC que se acogieron al acuerdo de paz.
Uno de ellos fue Rodrigo Londoño, presidente del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), surgida de la desmovilización de la antigua guerrilla, quien participó en una de las caminatas en Medellín fuertemente escoltado.
"Estamos arrinconando a quienes quieren que sigamos en guerra (...) Yo espero que escuchen al pueblo, tengo la esperanza de que razonen y escuchen la voz del pueblo, el pueblo está pidiendo paz y está pidiendo reconciliación", dijo a periodistas Londoño, conocido en su época de guerrillero como "Timochenko".
REFLEJO LATINOAMERICANO
Los vientos de cambio social que soplan en varios países de la región se sintieron también en las calles colombianas donde se vieron whipalas, la bandera multicolor indígena incorporada a la simbología oficial de Bolivia.
"¡Latinoamérica no se rinde, carajo!", decía un mensaje impreso en una de las whipalas exhibidas en Bogotá.
En la Plaza de Bolívar también fue desplegado un rollo de tela de 200 metros con los nombres de líderes sociales asesinados en los últimos años y que fue cargada por decenas de personas.
VIOLENCIA Y VANDALISMO
El ambiente festivo que predominó en la jornada, salvo algunos enfrentamientos entre manifestantes y policías que no pasaron a mayores en Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena, entre otras ciudades, se desdibujó en la hora del cierre cuando vándalos hicieron su aparición para provocar disturbios.
Encapuchados atacaron con cócteles molotov, piedras y ladrillos edificios públicos del centro de Bogotá y se enfrentaron con policías en su intento de ingresar en el Capitolio Nacional y el Palacio Liévano, sede de la Alcaldía capitalina.
Policías y encapuchados libraron una batalla campal por cerca de una hora en la Plaza de Bolívar al caer la tarde hasta que la fuerza pública logró dispersar a los agitadores.
Desórdenes similares se dieron en los alrededores de la Universidad Nacional, en la Avenida El Dorado, que conduce al aeropuerto, y en el populoso barrio de Suba, donde también hubo enfrentamientos con el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) y saqueos de algunos comercios.
TOQUE DE QUEDA
Sin embargo, la situación más crítica se produjo en Cali, capital del departamento del Valle del Cauca y tercera ciudad de Colombia, donde el alcalde Maurice Armitage declaró el toque de queda para contrarrestar el vandalismo que se desató en algunos barrios.
"Después de ver la manifestación de unas 20.000 personas que concurrieron en paz hasta el CAM (Centro Administrativo Municipal), no tengo otra opción que decretar el toque de queda (...) Una serie de vándalos, desadaptados y delincuentes están atracando y saqueando negocios", dijo Armitage a periodistas.
La misma medida fue implantada en los municipios de Candelaria y Jamundí, cercanos a Cali, donde también hubo saqueos.
El director de la Policía, general Óscar Atehortúa, afirmó que hasta las 16.00 hora local (21.00 GMT) al menos 28 uniformados habían resultado heridos, de ellos 23 en Cali, tres en Bogotá, uno en el departamento de Caldas y otro en Santa Marta, capital del Magdalena.
También quedaron heridos ocho civiles, tres de ellos en Bogotá, tres en Manizales, capital de Caldas, y dos en Cali.