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Discriminación

Aimee Stephens, la transexual frente a la discriminación laboral en EE.UU.

Siete años han pasado desde que Aimee Stephens anunció que dejaría de ser fisiológicamente un hombre para convertirse en mujer. Esta decisión le supuso su despido y el inicio de una batalla que llegó este martes al Tribunal Supremo de Estados Unidos, que por primera vez en su historia considerará un caso sobre los derechos civiles de los transexuales.

En 2013, Stephens, que por aquel entonces era director de una funeraria en Michigan, anunció que iba a vestirse de ahí en adelante como mujer, lo que ocasionó su despido.

El propietario de la funeraria explicó al diario The Washington Post que adoptó esa medida porque Stephens no cumplía con el "código de vestimenta específico para cada sexo" determinado por su empresa para acompañar a las familias en su duelo, lo que motivó la demanda de la transexual.

¿QUIÉN ES AIMEE STEPHENS?

Aimee Stephens, que nació como varón bajo el nombre de Anthony Stephens, comenzó a trabajar en 2007 en la funeraria de la que más tarde fue despedida. Con más de veinte años de experiencia en el sector, Stephens descubrió su vocación por los servicios funerarios cuando estudiaba para convertirse en pastor baptista, narra en su web la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, en inglés).

Según la ACLU, que la representa legalmente, Aimee sabía a sus cinco años que era una niña. Pero no fue sino hasta 2008, ya casada con Donna, cuando comprendió su verdadera identidad como mujer mientras recibía terapia para la depresión.

En 2012, con 51 años y tras preparar durante ocho meses una carta para su jefe y compañeros de trabajo, finalmente les habló sobre su identidad de género y de su decisión de ir vestida de mujer, relata la radio pública NPR.

"Me he dado cuenta de que algunos de ustedes pueden tener problemas para entender esto", escribió Stephens en la carta, recogida en la web de NPR.

En otra parte de esa misiva -difundida por la cadena estadounidense CNN-, aseguró: "El primer paso que debo tomar es vivir y trabajar a tiempo completo como mujer" y anticipó que volvería a trabajar como su "verdadero yo", aunque aclaró que con el "atuendo comercial apropiado".

Sin embargo, dos semanas después, en 2013, su entonces jefe, Thomas Rost, dueño de R.G. & G.R. Harris Funeral Homes, la despidió.

Esto ocasionó que Aimee y su esposa sufrieran financieramente y que se quedase sin seguro médico para tratar la insuficiencia renal que sufría, según apunta la ACLU.

¿QUÉ ESTUDIARÁ LA CORTE SUPREMA?

El Supremo deberá decidir si el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohíbe la discriminación basada en el sexo, cobija también a las personas transgénero.

De momento, una veintena de los 50 estados del país, además de la capital estadounidense, cuentan con leyes en contra de la discriminación por género.

"El argumento ante la Corte es simple: cuando una persona considera el estado transgénero o la orientación sexual de otra persona, pues esa persona está considerando el sexo de esa persona", dijo a Efe Omar González Pagan, abogado de la organización Lambda Legal.

El Supremo se pronunciará sobre la apelación del empleador, que recurrió a la máxima instancia después de que en marzo de 2018 la Corte de Apelaciones del Sexto Circuito, en Cincinnati, fallara a favor de Aimee, quien en primera instancia había recibido una opinión desfavorable de un juez.

Los abogados de ACLU están representando esta causa.

¿QUÉ ESTÁ EN JUEGO?

Suzanne Goldberg, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Columbia, explicó a Efe que este caso es "profundamente importante", ya que afecta la capacidad de las personas LGBT a trabajar sin discriminación.

"Permitir la discriminación en el lugar de trabajo contra las personas LGBT significaría que los empleadores pueden requerir que los empleados encajen dentro de los roles sexuales y estereotipos tradicionales", dijo la experta, al señalar que esto es "exactamente lo que prohíbe" la ley contra la discriminación sexual.

Para Goldberg, "el caso también afecta los derechos de todas las personas -homosexuales y heterosexuales, transexuales y no- a la igualdad de oportunidades en el trabajo".

La profesora explicó que los gais y transgéneros "ya enfrentan barreras significativas para la igualdad en el trabajo", por lo que consideró que sin esas protecciones habría un "agujero enorme" en las leyes contra la discriminación que puede dañar a las personas LGTB y a los trabajadores que no coinciden con las expectativas de los empleadores.

PERO AIMEE NO ESTÁ SOLA

Además del caso de Stephens, la Corte Suprema recibió otros dos procesos:

Gerald Bostock, quien fue despedido después de que se uniera a una liga de softball amigable con las personas LGTB.

Donald Zarda, despedido luego de revelar que era gay.

Y aunque la decisión no se espera hasta 2020, Aimee, que debe someterse a diálisis debido a su condición, compareció ante el Supremo en silla de ruedas como el rostro de una batalla que promete movilizar a la opinión pública en Estados Unidos.