Las claves para entender el estallido social en Ecuador
Ecuador enfrenta la mayor protesta social de los últimos doce años a causa de las medidas económicas que pactó el gobierno de Lenín Moreno con el FMI y que incluyen el desmonte de subsidios.
Aquí algunas claves para entender el descontento social que llevó a Moreno a declarar el estado de excepción:
1) El detonante Moreno canceló subsidios por 1.300 millones de dólares al diésel y gasolina corriente en el marco de un ajuste fiscal para acceder a créditos por 4.209 millones de dólares con el FMI.
Quito acudió a organismos internacionales agobiado por el déficit fiscal, la falta de liquidez y una deuda externa que subió un 47% en el actual periodo presidencial. La deuda alcanzó los 39.491 millones de dólares (36,2% del PIB).
Sin subsidios a los hidrocarburos, que en las últimas cuatro décadas demandaron 60.000 millones de dólares al Estado, los precios subieron el jueves hasta en 123%. El galón americano de diésel pasó de 1,03 a 2,30 dólares y de gasolina de 1,85 a 2,40 dólares.
2) La consecuencia Los gremios de taxistas y autobuses respondieron con una huelga indefinida. El descontento, al que se sumaron estudiantes y opositores, derivó en violentas manifestaciones cerca de la sede gubernamental.
La magnitud de las protestas registradas desde el jueves no se veían desde 2007, cuando la izquierda asumió el poder en Ecuador con Rafael Correa, antecesor y exaliado de Moreno. "La protesta social estuvo contenida en el gobierno de Correa por el miedo a la persecución", afirmó a la AFP el politólogo Santiago Basabe. "Para los menores de 30 años esta forma de protestar les debe resultar muy extraña", añadió.
Moreno decretó el estado de excepción, con lo que movilizó a los militares para intentar restablecer el orden.
3) Pulso político Entre 1996 y 2007, el país dolarizado y que depende del petróleo vivió la peor inestabilidad política de su historia. Protestas sociales originaron el derrocamiento de tres mandatarios, dos de los cuales intentaron ajustes económicos.
Legisladores opositores (correístas) y manifestantes ya reclaman la salida de Moreno, quien los tildó de "golpistas".
El gobierno también deberá medir fuerzas con sectores indígenas, cuya capacidad de protesta suele ser importante en Ecuador y que junto a sindicatos tampoco están convencidos de la eliminación de subsidios y reformas laborales y tributarias que Moreno impulsa en función de lo convenido con el FMI.
El gobernante se mantiene firme: "no me temblará la mano" y "no voy a cambiar", dijo.
"Al final del día el gobierno saldrá fortalecido por hacer las cosas correctas, va por un buen rumbo al intentar ordenar la economía", reflexionó por su parte el consultor Alberto Acosta Burneo.
La tarea contempla reducir el déficit fiscal, que en 2017 anduvo por los 5.000 millones de dólares, recortar el tamaño del Estado y hacerlo cada día más eficiente, explicó.
"Para quitar los subsidios se requería de una valiente decisión política y el gobierno lo ha hecho. Por ello los sectores productivos, como las cámaras y los empresarios, lo han respaldado unánimemente", manifestó Acosta Burneo.
4) Gobernabilidad Elegido con las banderas de la izquierda y en el poder desde 2017, Moreno gobierna con las encuestas en contra y sin controlar el Legislativo, donde el oficialismo perdió la mayoría por la pugna con Correa.
"Puedo irme a mi casa a primera hora mañana y no me despeino", manifestó el mandatario, para quien su distanciamiento con Correa le ha merecido el apoyo de fraccionados bloques en el Parlamento, que deberá decidir sobre las impopulares reformas laborales y tributarias.
Si bien la estabilidad democrática no está en riesgo, según el sociólogo Fernando Carrión, las "protestas dejaron resurgir un tipo de movilización con gran violencia política".
"La gente está desesperada de lo que pueda ocurrir con la inflación, que empiecen a subir los precios de los productos de primera necesidad y reacciona molesta en contra de esta situación", expresó.