El caso Ucrania se convierte en desafío para los demócratas
Las revelaciones de un denunciante sobre las interacciones del presidente Donald Trump con un líder extranjero están poniendo a prueba el poder político y práctico que los demócratas pueden usar contra un republicano en la Casa Blanca que ignora descaradamente el protocolo y las normas presidenciales.
Los demócratas fueron unánimes al condenar a Trump por hacer esfuerzos extraordinarios para desprestigiar a un destacado rival político al pedirle al nuevo líder de Ucrania que investigue al hijo del ex vicepresidente Joe Biden. Pero aún cuando aumentaron los llamados a enjuiciarlo, no hubo señales de que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se moviera rápidamente para tratar de destituir al presidente.
Aliados de Biden, por ahora el favorito en las primarias presidenciales demócratas, aprovecharon los acontecimientos para retratarlo como el candidato que Trump menos quiere enfrentar el próximo otoño.
Pero la controversia podría revivir fácilmente el interés en las actividades comerciales del hijo de Biden, lo que haría poco para promover su campaña. Juntos, los acontecimientos tienen un parecido sorprendente a la campaña de 2016, en la que Trump fue acusado de ayudarse con una potencia extranjera para ganar la elección.
El sábado, el presidente negó haber actuado mal, pero tanto aliados como críticos sonaban inquietos. Otros señalaron que dada la abundancia de escándalos en torno al actual presidente, la nueva explosión puede no parecer tan alarmante.
Una cosa se está volviendo clara: Trump está más que dispuesto a dejar de lado las normas para obtener ventaja política.
Jesse Ferguson, un estratega demócrata y exasesor de Hillary Clinton, dijo que todas las figuras políticas “deben aceptar que Trump usará el Poder Ejecutivo como arma en su contra, de una manera jamás vista en la historia de Estados Unidos”.
El sábado, el presidente aprovechó las comparaciones con la campaña de 2016 y predijo que volvería a ganar en 2020.