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CRISIS ARGENTINA

La obsesión argentina por el dólar, un círculo vicioso en medio de la crisis

La socióloga Mariana Luzzi, coautora del libro "El Dolar historia de una moneda argentina". / EFE

EFE | Rodrigo GarcíaBuenos Aires, Argentina

En un bar, en el supermercado, a la hora de comer o a la salida de la escuela, gran parte de Argentina se hace históricamente la misma pregunta: "¿A cuánto está hoy el dólar?". La respuesta es capaz de hacer temblar al país entero, azotado por repetidas crisis que han tenido a esa divisa como protagonista y la han metido en un particular círculo vicioso económico y cultural que parece no tener fin.

Como el tango, el fútbol y el asado, el dólar se ha ganado a pulso, década tras década, un puesto en el podio de tradiciones de la sociedad argentina, obsesionada con una moneda que no es la suya pero que la ha adoptado como el mejor instrumento para conservar sus ahorros y huir del siempre endeble y devaluado peso.

Si la moneda estadounidense se revaloriza, y más si lo hace de forma abrupta, en Argentina pasan básicamente dos cosas: mientras la economía nacional, sustentada en pesos, se debilita y la inflación sube, los dólares de quienes pueden ahorrar se mantienen a salvo.

"Es aversión al peso, no queremos tener pesos en el bolsillo", cuenta uno de los tantos argentinos que recorren la llamada 'city' de Buenos Aires, sector del centro de la capital donde se concentran la mayoría de bancos y casas de cambio.

A las 10 de la mañana, cuando esos establecimientos levantan la persiana, y sobre todo en tiempos de recesión como el actual, la incertidumbre inunda al país durante las cinco horas de actividad de los mercados, tiempo en el que, en días críticos, pueden llegar a producirse bruscos bandazos en el tipo de cambio.

Hasta los canales de televisión colocan en lugar preferente en las pantallas una ventanita para seguir en vivo la evolución cambiaria.

"En Argentina, saber la cotización del dólar de cuatro años atrás puede ser una pregunta que te permita ganar un concurso en TV", relata a Efe la socióloga Mariana Luzzi, quien junto a su colega Ariel Wilkis ha estudiado en profundidad el comportamiento "pasional y nacional" de los argentinos con la divisa norteamericana.

En el libro "El dólar. Historia de una moneda argentina (1930-2019)", los investigadores hacen un intenso repaso a las circunstancias que convirtieron a esa divisa en "inseparable" del país sudamericano, donde multitud de canciones, obras de teatro, libros y películas han evidenciado también esa presencia desde las primeras décadas del siglo XX.

Tampoco faltan expresiones populares y un extenso vocabulario temático: "dólar blue" es aquel que se vende y se compra en el mercado negro; se conoce por "arbolitos" a quienes comercian ilegalmente con divisas en plena calle y son "cuevas" los locales escondidos destinados al mismo fin.

El origen de esta conflictiva historia de amor argentina con el dólar se remonta a 1931, año en el que el Gobierno de José Félix Uriburu impuso los primeros controles de cambios para contrarrestar el impacto de la crisis mundial de finales de la década anterior, cuando la exportación de carnes y granos dejó de ser suficiente para obtener las divisas necesarias para el funcionamiento de la economía.

"Esta naturalización que tenemos hoy en la economía argentina de la moneda norteamericana es el resultado de un proceso de muy lenta maduración, a lo largo de muchos años. Al calor de muchas crisis fueron acumulándose capas que llevaron a que el dolar este tan presente en la vida cotidiana", subraya Luzzi.

Las idas y vueltas financieras han llevado a los sucesivos Gobiernos democráticos y dictatoriales a tomar medidas que no han logrado mantener una divisa local fuerte. Desde 1881, cuando se creó el "peso moneda nacional", en el país han regido, devaluación tras devaluación, el peso ley (1970), el peso argentino (1983), el austral (1985) y, tras el mayor ciclo de hiperinflación de la historia reciente nacional, de nuevo el peso.

El "plan mágico" más recordado para estabilizar la moneda y aplacar el consecuente aumento de precios llegó en 1991, cuando el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo anunció la Ley de Convertibilidad, que durante una década equiparó el valor del peso con el del dólar: la fórmula conocida como el "uno a uno".

La inflación quedó controlada, pero la bomba de ese artificial sistema no tardó en explotar. Con el "corralito" bancario de la crisis del 2001, que limitaba la extracción de dinero de los bancos, el país dio carpetazo a la convertibilidad y recuperó un peso independiente que sucesivos presidentes trataron de controlar a golpe de restricciones o "cepos".

La última vez hace apenas unos días, cuando el presidente Mauricio Macri, en medio de un nuevo caos financiero, se vio obligado a imponer medidas para evitar la constante fuga de capitales.

Quienes frecuentan la 'city' lo tienen claro: "La gente trata de protegerse con una moneda con la que sabe que después de la crisis va a tener más poder adquisitivo", afirma Santiago. Por su parte, Norma, además de culpar a los "malos gobiernos" y a la sociedad por elegirlos, añade otra teoría.

"El argentino no es nacionalista", concluye a la hora de explicar la pasión por el dólar, en un momento crucial en el que todo un país espera nuevas ideas que permitan dar un vuelco a la difícil relación de todo un país con el dinero.