El papa
Fieles de Madagascar se quejan de lo difícil que es ver al papa
La histórica visita del papa Francisco a Madagascar, que llegó el viernes a la cuarta isla más grande del mundo, ha provocado inquietud y quejas entre algunos fieles, que esperaban poder disfrutar más de la presencia del pontífice.
Estrictas medidas de seguridad implementadas por más de 1.500 efectivos de Policía, falta de información entre la población local y miedo a un aumento de los actos de vandalismo en un evento tan multitudinario son algunos de los factores que los malgaches señalan como impedimentos para poder acercarse a Francisco.
"Entiendo la razón por la que pocos fieles han respondido a su llamada", explica a Efe Justine Rosalie, situada a poca distancia del palacio de Iavoloha, residencia oficial del presidente de Madagascar, Andry Rajoelina.
"Sabemos que el santo padre pasará por aquí. pero no a qué hora. ¿Cuestión de seguridad?", se pregunta esta madre que ha viajado expresamente desde Majunga (noroeste del país) a Antananarivo y afirma: "Vine hoy a primera hora con mi familia porque el viernes ,cuando él (papa) llegó, nos perdimos su paso".
Como ella, muchos otros intentaron sin éxito poder ver al papa Francisco durante el trayecto de unos diez kilómetros que lo separaba del Aeropuerto Internacional Ivato hasta la Nunciatura en la que se hospeda, por lo que fue relativamente poca la gente que le acogió a su llegada.
Una pareja en su motocicleta habla también del tema. Están allí, en el camino del pontífice hacia el palacio presidencial de Iavoloha, porque el día anterior la Policía cerró al tráfico, "antes de la hora", las calles anexas a las rutas que iba a seguir Francisco.
"No nos da pereza caminar, pero me temo que podrían robarme la moto si lo hacemos", indican sobre la idea de acercarse a pie al palacio presidencial.
"Estos policías tienen otras cosas de las que estar pendientes que de dos ruedas", añaden desilusionados ante la imposibilidad de ver al pontífice.
Ajeno a estas dificultades y de acuerdo con el programa, Francisco se reunió esta mañana con Rajoelina y después, en un discurso a las autoridades, alentó sobre los riegos ambientales de una deforestación masiva, como ha sucedido en Madagascar, país que ya ha perdido el 80 % de sus bosque originales.
Después, Francisco visitó un convento de carmelitas descalzas, donde relató la historia de santa Teresa de Lisieux, a modo de ejemplo para animar a las monjas a seguir practicando una vida de caridad.
Se trata del segundo país del sureste africano que el pontífice visita en esta gira apostólica tras su paso por Mozambique y desde donde se dirigirá a Mauricio el próximo día 9, tras una breve parada en la ciudad malgache de Akamasoa, construida sobre un enorme vertedero por el misionero argentino Pedro Opeka.