Diplomacia
Irán irrumpe en la cumbre de Biarritz y dispara la temperatura del G7
Irán se coló este domingo por sorpresa en la cumbre del G7 en Biarritz con la irrupción del negociador iraní, Mohamed Yavad Zarif, en un golpe de efecto que cobra mayor trascendencia por el marco y la forma en que se produjo.
Zarif, el mismo hombre al que Estados Unidos desechó como intermediario hace menos de un mes al imponerle sanciones, emergió en el País Vasco francés con una puesta en escena propia de la ficción.
Poco después de las 14.00 hora local (12.00 GMT), la web de rastreo de vuelos Flight Radar lanzó una alerta: en el aeropuerto de Biarritz acababa de aterrizar un avión oficial iraní, que resultó ser el que Zarif había usado para viajar el pasado viernes a París para reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron.
Minutos después, fuentes diplomáticas francesas confirmaban el encuentro de Zarif con el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian.
Preguntado por este asunto, el presidente estadounidense, Donald Trump, solo alcanzó a soltar un lacónico "sin comentarios".
Posteriormente, el Palacio del Elíseo dijo que Estados Unidos había sido informado previamente de la visita, y que Alemania y Reino Unido fueron "asociados" a la reunión.
Macron se reunió durante media hora con Zarif en el Ayuntamiento de Biarritz flanqueado por su ministro de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, quien en total pasó tres horas con su homólogo iraní junto a consejeros diplomáticos alemanes y británicos.
La reunión fue "positiva", según una fuente gubernamental francesa, y será continuada por contactos a lo largo de esta noche y mañana, aunque Zarif abandonó a última hora de la tarde Biarritz en el mismo avión en que había llegado.
"La razón por la que (Zarif) ha venido es que anoche hubo una conversación muy sustancial entre los líderes del G7 y nos pareció importante hacer balance con él para sentar las bases de una desescalada y una pausa que permita negociar", señalaron las fuentes diplomáticas francesas.
"El camino por delante es largo, pero vale la pena intentarlo", dijo Zarif a través de su cuenta de Twitter.
Los responsables de las democracias más desarrolladas (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Canadá, Japón y EE.UU.) coincidieron en que cualquier diálogo debe tener dos objetivos: impedir que el régimen de los ayatolás se haga con el arma nuclear y garantizar la estabilidad en la región.
Al desembarco del negociador iraní en Biarritz no le faltó de nada. Vino precedido por un embrollo diplomático entre París y Washington durante la jornada a cuenta del supuesto papel como mediador que Macron había pretendido arrogarse.
La Presidencia francesa anunció por la mañana que el G7 había encomendado a Macron "hablar y dirigir un mensaje" a Irán. Minutos después, Trump enmendó la plana a los portavoces galos y negó que Francia hubiese recibido esa misión.
Al final, Macron tuvo que comparecer para deshacer el entuerto y reconocer que el G7 "no otorga mandatos formales".
La última jornada de la convulsa cumbre del G7 en Biarritz, que se celebra mañana lunes, permitirá medir la reacción estadounidense ante los movimientos diplomáticos europeos.
El "sin comentarios" que espetó Trump como respuesta a la visita de Zarif se presta a todo tipo de interpretaciones: ¿Golpe de mano unilateral de Macron? ¿Estrategia coordinada de "poli bueno, poli malo"?
Pero, aún más importante será descubrir si este nuevo impulso a las negociaciones con Irán permite resucitar un pacto nuclear en estado de muerte clínica después de que EE.UU. decidiese abandonarlo en 2018 y de que el régimen de los ayatolás haya proseguido sus actividades de enriquecimiento de uranio.