Europa

CUMBRE

La importancia del G7 en el mundo de los negocios globales

Por 45to año consecutivo, siete de las personas más poderosas del mundo se reúnen en una cumbre informal que ha sobrevivido a la Guerra Fría, la crisis financiera global y los tuits de Donald Trump

A pesar de los altibajos, el Grupo de los Siete sigue siendo un foro crucial donde abordar problemas que trascienden las fronteras: la economía, el comercio, las crisis financieras, el terrorismo, el lavado de dinero, el cambio climático y enfermedades como el sida y la tuberculosis.

Claves de la cumbre que se realizará del sábado al lunes en el balneario de Biarritz, suroeste de Francia:

INFORMAL, ACOMODADA, DEMOCRÁTICA Y POLÍTICA

El G7 es un club informal de democracias ricas que buscan estrechar lazos de amistad y sincronizar sus puntos de vista. Los países presiden la cumbre anual en forma rotativa y al final habitualmente emiten una declaración en la que expresan sus compromisos financieros y políticos. No tiene estatutos, reglas ni burocracia propia. Solo puede hacer cumplir sus decisiones mediante la presión de los pares y el deseo de los propios gobernantes de cumplir sus promesas, pero esto tiene su importancia. Según el Grupo de Investigaciones sobre el G7 de la Universidad de Toronto, los países cumplieron con el 76% de los compromisos asumidos en la cumbre del año pasado en Canadá a pesar de su final un tanto ignominioso en medio de una tormenta trumpiana de tuits.

Los miembros son: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido.

AMIGOS EN UN MUNDO TURBULENTO

El G7 fue en principio una respuesta de los gobiernos de las democracias occidentales a los trastornos económicos y la recesión de mediados de la década de 1970. Éstos incluyeron la caída del sistema de tasas de cambio de posguerra, en el cual las monedas estaban atadas al dólar, y un boicot petrolero por los países árabes que provocó un brusco aumento de los precios de combustibles y la caída económica más grave desde la Gran Depresión. El presidente francés Valéry Giscard d’Estaing fue el anfitrión de la primera cumbre en 1975, en Rambouillet, en las afueras de París.

La idea era superar la burocracia y la lentitud en la toma de decisiones que lastraban a las grandes organizaciones internacionales para responder a los problemas de manera rápida y coherente.

QUÉ DISCUTEN

La agenda suele reflejar los grandes problemas del momento: el anfitrión determina el temario en tanto los gobernantes suelen reunirse por aparte para discutir lo que deseen.

La economía global fue el tema original del G7. Pero se ha ampliado para abordar la seguridad, el terrorismo, los derechos humanos y el ambiente. Las iniciativas en el pasado incluyeron el apoyo a las negociaciones comerciales globales, el acuerdo sobre el estímulo económico, el rechazo del proteccionismo, el alivio de deuda para países pobres y la creación de un fondo de lucha contra el VIH/sida, la tuberculosis y el paludismo.

VALORES COMPARTIDOS

Por ser democracias, los miembros del G7 tienen una unidad de miras y confianza difíciles de reproducir en foros más amplios como el Grupo de los 20, que comenzó en 2008 e incluye a estados como China y Rusia, cuyos modelos políticos y de desarrollo económico no incluyen necesariamente la libertad de expresión o la protección de los derechos humanos.

“La cooperación entre los miembros del G20 es mucho menos rutinaria”, dijo Henning Riecke, director del programa de relaciones transatlánticas del Consejo Alemán sobre Relaciones Internacionales. “Los estados son más diferentes y cabe esperar una mayor fricción. Yo no preveo la misma medida de unidad y dirección cuando se trata de influenciar los asuntos mundiales, cuando se trata de fijar normas, cuando se trata de influir sobre los conflictos”.

John Kirton, director del Grupo de Investigaciones del G7, dijo que “si se necesita un grupo de potencias comprometidas con la democracia, el G7 es el único lugar de la aldea global donde ir”.

DISCUSIONES ACALORADAS

Trump ha trastocado la colaboración estrecha que se daba por sentado, en particular al rechazar el apoyo de los seis restantes al acuerdo climático de París. También se apartó del resto al reclamar que se permita el reingreso de Rusia y provocó un alboroto después de la cumbre de 2018 en Charlevoix, Canadá, al criticar en tuits al anfitrión Justin Trudeau y repudiar la declaración conjunta final.

Los métodos de Trump restan previsibilidad a la cumbre y podrían estrechar el margen para la cooperación.

Pero el G7 ha sobrevivido a conflictos anteriores. El presidente estadounidense Ronald Reagan y el francés François Mitterrand chocaron en 1982 en Versalles, Francia, en torno al comercio con la Unión Soviética, y funcionarios de ambos países eliminaron párrafos cruciales de la declaración final.

Si bien las diferencias entre Trump y los demás son reales, Kirton dijo que “el tuit (en la cumbre de Canadá) no cambió nada en el mundo real del G7. No es como si los funcionarios estadounidenses dejaran de trabajar en cosas del G7”. Además, Trump será el anfitrión de la cumbre de 2020 y tal vez quiera ganar un poco de buena voluntad que le permita lustrar su imagen de cara a la elección presidencial.

¿POR QUÉ SIETE?

El grupo inicial fue de seis, hasta que se sumó Canadá en 1976. Rusia ingresó en 1998, pero la suspendieron cuando invadió la península ucraniana de Crimea en 2014. Los siete miembros han efectuado invitaciones a otros participantes. Altos funcionarios de la Unión Europea constituyen un octavo participante, lo que da voz a otros estados miembros de la UE. Este año Francia invitó a la India, Chile, Sudáfrica y Australia por ser democracias regionales importantes y a cuatro países africanos: Burkina Faso, Egipto, Senegal y Ruanda.

A FALTA DE ÉXITO INICIAL, NO DEJES DE INTENTARLO

Una cumbre de dos días es demasiado breve para encontrar soluciones a problemas complejos. El G7 aplica su peso colectivo a proyectos de gobiernos nacionales o de foros internacionales como el FMI y la OCDE.

Un ejemplo sería el de alivio de deuda para los países pobres.

Se acordó un alivio parcial en la cumbre de Toronto en 1988, pero los gobernantes siguieron discutiendo hasta la cumbre de 2005 en Gleneagles, Escocia, donde finalmente resolvieron el asunto al cabo de ocho cumbres.