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Reportaje

El comandante Masud, todo un símbolo afgano

AFP

Laurent AbadieKabul, Afganistán

Los retratos del comandante Masud tocado con pakul, un gorro tradicional afgano, empapelan los muros de Kabul y adornan todo tipo de objetos. Diecisiete años después de su asesinato, el legendario jefe de guerra antisoviético y antitalibán es un icono.

En la capital, las fotografías de este hombre venerado por haber combatido toda su vida por la independencia de Afganistán decoran los parabrisas de los coches, los brazaletes de los soldados, acogen a los visitantes, señorean una rotonda...

Muchos afganos agotados por una guerra de 18 años contra los talibanes admiran al llamado "León de Panjshir", el valle del que es originario, al norte de Kabul.

Ahmad Shah Masud destacó por sus habilidades militares, gracias a las cuales el Panjshir permaneció libre incluso durante la sangrienta ocupación soviética (1979-89) y, más tarde, durante el régimen talibán (1996-2001).

"Cada país tiene un héroe nacional. Masud es conocido en el mundo entero como nuestro héroe nacional", insiste el fiscal de Panjshir y antiguo muyahidín, Shamsulá Jawid.

"Tenía una visión para Afganistán: un país pacífico con buenas relaciones entre todas las etnias y los países vecinos", cuenta su hijo único, Ahmad, de 29 años, quien dirige una fundación que lleva su nombre.

Masud fue "el primero en acercarse a los talibanes para hablar de paz", recalca, en un momento en el que Estados Unidos y el gobierno afgano intentan convencer a los insurgentes de negociar un acuerdo.

- "Héroe nacional" por decreto -

"18 años después" de su muerte, "la paz sigue sin llegar", lamenta el joven, y muchos afganos "piensan que necesitan a un Masud para que se convierta de nuevo en su salvador".

Fue asesinado cuando tenía 47 años por miembros de la red Al Qaida que se hicieron pasar por periodistas dos días antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, que motivaron la intervención en el país de una coalición internacional para expulsar a los talibanes del poder.

Por decreto presidencial, Masud fue elevado al rango de "héroe nacional".

"Combatió dos de los tres grandes totalitarismos del siglo XX: el comunismo y el islamismo", (el tercero es el nazismo), estima el historiador estadounidense Michael Barry.

"Con el paso del tiempo, las elecciones políticas que hizo se vuelven borrosas y quedan difuminadas tras la imagen emblemática de un hombre que dio la vida por defender a su país", considera este especialista que lo conoció y escribió su biografía.

"Esto es válido para Masud en Afganistán pero también para personalidades como Winston Churchill o Charles de Gaulle en Europa Occidental", apunta.

- Un islam moderado -

Para Occidente Masud encarnaba un islam moderado y en 2001 fue invitado a París y al Parlamento Europeo en Estrasburgo.

La biografía del carismático comandante también tiene su parte sombría.

En su época estudiantil, como muchos líderes muyahidines, se sintió atraído por el movimiento de los Hermanos Musulmanes. Cortó lazos en 1978.

Quienes lo alaban recuerdan que leía poemas a sus soldados pero sus hombres están acusados de matanzas y de saqueos durante la guerra civil (1992-96) que causó decenas de miles de víctimas y redujo a Kabul a un montón de ruinas.

Su aura le debe mucho a los retratos fotográficos, como sucedió con el revolucionario Che Guevarra.

El fotógrafo afgano Yusuf Jannesar asegura que "nunca ha conocido a nadie tan fotogénico".

Tenía "una mezcla asiática y oriental (...) muy infrecuente", recuerda el fotógrafo francoiraní Reza Deghati, coautor, junto con el japonés Hiromi Nagakura, de algunos de sus retratos más emblemáticos.

- "El alma afgana" -

Encarnaba "el orgullo" afgano y "es el único en la historia moderna que representa lo que es el alma afgana", asegura Reza, un apasionado como él de poesía persa y ajedrez.

Masud no dejaba nada al azar y cuidaba mucho su imagen, recuerdan aquellos que lo conocieron. "Cuando tenía invitados sus comandos venían a buscarme para que mejorara su aspecto y cuando le cortaba el cabello él siempre insistía en quedar presentable", cuenta su expeluquero Malekdad.

El 9 de septiembre, aniversario de su muerte, se celebra una serie de conmemoraciones. Una muchedumbre de personas anónimas, dirigentes políticos y diplomáticos le rinden homenaje en Panjshir. En Kabul sus partidarios efectúan disparos al aire.

Su efigie adorna llaveros, camisetas y hasta tazas vendidos en los mercados de Kabul y en la tienda aledaña al mausoleo donde descansan sus restos, en Panjshir.

"A él no le gustaría esto", afirma uno de sus antiguos chóferes, Faizulá Saifi, que denuncia a "aquellos que utilizan" su imagen para ganar legitimidad o "hacer negocio".

Ahmad lamenta esta "glorificación" de su padre a través de la imagen. Hay que alabar -dice- "los valores por los que hemos combatido, no las fotos".