DESAPARECIDOS
No perder la esperanza, la lucha diaria para los padres de niños desaparecidos en EEUU
Cada año, Estados Unidos registra cientos de miles de niños desaparecidos, que en su gran mayoría son encontrados muy rápidamente. Pero a veces el período de espera dura meses, o incluso años, sumiendo a los padres en una angustia indescriptible.
Y si un impostor da lugar a falsas esperanzas, como sucedió esta semana cuando un joven fingió ser Timmothy Pitzen, desaparecido en 2011 a la edad de seis años, la decepción es violenta.
Sin embargo, la postura de las familias es unánime: nunca rendirse.
"Desafortunadamente, este niño no es nuestro querido Timmothy. Pero sabemos que estás en algún lugar Tim y nunca dejaremos de buscarte", dijo su tía Kara Jacobs una vez que el engaño fue desenmascarado.
Al igual que ella, Patty Wetterling se aferró durante décadas a la esperanza de encontrar a su hijo secuestrado en 1989, con tan solo 11 años.
En 2016, se sintió alentada por el caso de Shawn Hornbeck, encontrado después de cuatro años de cautiverio, y el de Jaycee Dugard, localizada tras 18 años de su rapto. O también el de tres niñas rescatadas en 2013 de las manos de su captor Ariel Castro, pasada una década.
"Son una prueba viviente de que incluso en las peores situaciones, cuando todas las pistas están agotadas y parece que no hay esperanza, nunca debemos dejar de buscar a nuestros hijos", escribió Wetterling en un informe de recomendaciones utilizado por la policía.
Unos meses más tarde, restos humanos fueron identificados como los de su hijo.
A pesar de esta conclusión trágica, Wetterling continúa predicando la confianza a través de una asociación fundada en memoria de su hijo.
"En el Centro de Recursos Jacob Wetterling, creemos que mantener la esperanza y mostrarla es crucial para la búsqueda de seres queridos, pero también para superar el trauma y el dolor", dijo una de sus integrantes, Sadie Simonett, a la AFP.
"Es difícil cuando llegan las malas noticias", agregó esta especialista en asistencia a las víctimas. "Pero las familias nos dicen que la esperanza les ayuda a mantenerse y a estar activos".
Fugitivos
Esta postura no carece de fundamento. Desde 2014, más de 3.000 niños han sido ubicados después de más de 12 meses de ausencia en Estados Unidos, de los cuales 234 han sido buscados por más de 10 años, según el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC).
La gran mayoría (59%) eran fugitivos que fueron devueltos a sus casas, lo que no significa que no hayan tenido experiencias traumáticas.
Casi todos los demás habían sido secuestrados por un miembro de la familia y menos del 1%, o 16 personas, habían sido secuestrados por un extraño.
Pero esta distinción no siempre es evidente en el momento de la desaparición.
El periódico The Washington Post relató recientemente el reencuentro entre Cynthia Haag, residente de Baltimore, y su hija Chrystal, desaparecida a la edad de 14 años. Después de 20 años de misterio, la madre se enteró de que su hija se había fugado para huir de un vecino que la había violado durante años.
Convencida de que su madre estaba haciendo la vista gorda, decidió cortar los lazos y se reinventó a sí misma bajo otra identidad. Fue necesario que su hijo le preguntara sobre su familia para que ella mostrara signos de vida.
Cualquiera que sea el escenario, el regreso de un niño desaparecido no pone un final inmediato a los tormentos.
El rencor de los padres en caso de una fuga, los sentimientos de los niños que piensan que no se hizo nada para encontrarlos, la vergüenza relacionada con posibles abusos sexuales y los cambios físicos son parte de lo que hay que afrontar. El Centro Nacional para Niños Desaparecidos señala que los sentimientos complejos pueden perturbar los reencuentros.
En 2002, a los 14 años, Elizabeth Smart fue secuestrada por un hombre que la mantuvo cautiva y la violó durante nueve meses. "Nunca olvidaré la primera vez que vi a mi padre... Pensar que todo estaría bien... La mejor sensación del mundo: saber que alguien te ama", dijo varios años después de su liberación.