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¿Qué es el Golán que Trump reconoce como israelí?

Varios turistas observan el lado sirio desde el paso fronterizo de Ben Tal, en los Altos del Golán (Israel). EFE

Varios turistas observan el lado sirio desde el paso fronterizo de Ben Tal, en los Altos del Golán (Israel). EFE

Los Altos del Golán, en altura y fronterizos entre Siria, el Líbano, Israel y Jordania, son un lugar privilegiado y de gran importancia estratégica regional. Y el presidente de EEUU, Donald Trump, acaba de prometer que reconocerá la soberanía de Israel en la parte que mantiene ocupada a Siria desde 1967.

Esta meseta elevada, volcánica y bucólica por lo verde y montañoso en una región árida y con grandes extensiones desérticas, consta de 1.800 kilómetros cuadrados y está bañada en el sur por el río Yarmouk.

A sus pies quedan el valle del Jordán y el mar de Galilea, una de las zonas más fértiles de la región de donde sale el agua que desciende por el bíblico río Jordán, y tiene en el norte el monte Hermón y en el este el valle de Raqad.

Israel controla desde la Guerra de los Seis Días dos tercios del territorio, mientras que la otra tercera parte ha estado bajo control del Gobierno sirio hasta que estalló la guerra civil en 2011. Desde entonces ha ido cambiando de manos entre los diferentes grupos en lucha contra el régimen de Bachar al Asad y las fuerzas gubernamentales.

La comunidad internacional no reconoce la soberanía israelí en ese territorio, que el país se anexionó en 1981 unilateralmente y sin el reconocimiento del mundo, que sigue considerando toda la meseta territorio sirio ocupado.

Desde 1974 unidades de la UNDOF (Fuerza Observadora de la ONU para la Retirada) mantienen la seguridad en 266 kilómetros cuadrados de frontera y tierra de nadie entre Siria e Israel, controlando el cumplimiento del acuerdo de armisticio de 1967 conocido como la Línea Púrpura.

Las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU 242 y 497 son claras respecto al posicionamiento internacional sobre este espacio, un consenso que Trump dinamitó ayer con su mensaje en Twitter.

"Tras 52 años es hora de reconocer plenamente la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, que son de importancia estratégica y de seguridad crítica para el Estado de Israel y la estabilidad regional", escribió el presidente estadounidense.

Una posición totalmente opuesta a la mantenida hasta ahora por las distintas administraciones de Washington y confirmadas en las Naciones Unidas.

La resolución de la ONU 242 (de 1967) recuerda a Israel "la inadmisibilidad de la adquisición de territorio por medio de la guerra", mientras que la 497 (de 1981) considera "la decisión israelí de imponer sus leyes, jurisdicción y administración en los Altos del Golán Sirios ocupados nula, inválida y sin efecto internacional legal".

Fuentes diplomáticas rusas condenaron la decisión de Trump y aseguraron que los acuerdos internacionales referentes al Golán tienen que cambiarse en el Consejo de Seguridad de la ONU y que el estatus de la zona "no puede cambiarse a base de tweets", según informó hoy la radio israelí estatal Kan.

En este último medio siglo, Israel ha impulsado su presencia en la estratégica meseta y a la población drusa siria (árabes) que quedó tras la toma del territorio ha sumado a miles de judíos israelíes, que la comunidad internacional considera colonos.

En la actualidad, quedan en el Golán ocupado cuatro pueblos árabes: Majdel Shams, Ein Qiniyye, Masade y Buqata, poblados por unos 27.000 sirios, en su mayoría drusos.

A estas localidades se suman una treintena de asentamientos judíos, que comenzaron a levantarse tras la guerra, muchos de los cuales viven de la agricultura y en los que habitan unos 20.000 israelíes.

Además de su importancia estratégica como punto en altura que permite amplia visibilidad al territorio de cuatro países (se ve desde allí con facilidad Damasco, a 60 kilómetros al norte), el Golán también es esencial por sus recursos hídricos.

La región tiene mayores precipitaciones que las zonas adyacentes más bajas, cuenta con un terreno volcánico fértil y sus montañas nevadas en invierno alimentan ríos y aguas subterráneas que proveen a Israel de cerca de un tercio de su agua.