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Asia

SIRIA

Baile y cordero a la parrilla para celebrar la victoria inminente contra el EI

Los combatientes improvisan una dabke al ritmo de la música que sale de la radio de una camioneta mientras las brochetas de cordero se asan a la parrilla. En el este de Siria, las fuerzas antiyihadistas están de fiesta a pesar de que el anuncio de la victoria contra el grupo Estado Islámico (EI) se hace esperar.

En la aldea de Baghuz, en una posición de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), alianza kurdo-árabe que combate al EI, un centenar de combatientes vuelven del frente. Están encantados.

La batalla toca a su fin y los combatientes disfrutarán de un permiso de unos diez días antes de ser asignados a puestos en otros lugares de Siria.

Delante de una elegante casa convertida en posición militar, el comandante participa en las celebraciones. Un hombre entona un canto kurdo en su gloria, bajo hurras, aplausos y silbidos de alegría de sus camaradas.

Hay bolsos por todas partes. Los combatientes se mueven en círculo, hombro contra hombro, para una dabke, una danza levantina tradicional.

En la primera planta, un combatiente corta carne de cordero para ensartarla en brochetas y asarla.

"Es un día de fiesta, la pesadilla se acabó", afirma contento el combatiente Majid Hejjo, de 23 años y piel oscura, en uniforme y con gorra. Es de la provincia de Hassake (nordeste). Normalmente está destinado en Raqa (norte), la antigua capital del EI en Siria.

Desde diciembre lo suelen enviar al este para ayudar en la última batalla contra el EI, arrinconado en un pequeño territorio gracias a la ofensiva de las FDS.

"Doble alegría"

El joven tiene muchas ganas de volver a casa para ver a su esposa, embarazada de su primer hijo.

No se esperaba un permiso antes de cinco días, dice. Al igual que él, un centenar de combatientes podrán irse.

"Nuestra alegría es doble. Volveremos a casa para ver a nuestra familia, y hemos derrotado al EI", afirma entusiasmado el joven que hace apenas unos días lanzaba cohetes RPG contra los yihadistas.

A su lado, su hermanastro Mohanad, de 21 años, verifica por última vez sus pertenencias en el interior de una maleta verde con ruedas. Cuando vino a Baghuz, se trajo la taza amarilla en la que bebe té.

Con la ayuda de una coalición internacional liderada por Washington, las FDS anunciaron el martes haber tomado el campamento yihadista donde estaban atrincherados los últimos combatientes de la organización radical.

Este miércoles seguía habiendo combates intermitentes entre las FDS y los últimos yihadistas, en un pedazo de tierra a orillas del río Éufrates. Nada que ver con el extenso territorio conquistado en 2014 en Siria y el vecino Irak.

Las fuerzas turcoárabes estiman que la victoria está al alcance de la mano.

"Ni uno solo"

Mohamed Hallushe, de 24 años, va con la mochila a cuestas. Él también irá a Hasake para ver a su familia, aprovechando un permiso de 10 días, y después volverá a su posición inicial: Raqa.

"Hace 11 días que estoy aquí. La batalla se acabó, la guerra se acabó", afirma el joven, con barba y gorro gris.

Hace un mes que no ve a los suyos. "Estas vacaciones no son como las otras. Esta vez volvemos a casa desde Baghuz, desde el último reducto del EI", afirma.

Está impaciente por terminar la entrevista. Entrega la kalashnikov a un camarada y se une a la dabke.

Con pasamontañas negro y kalashnikov al hombro, Deliar Kobané regresará a Raqa para ver a su mujer y a sus tres hijos.

"Hoy nos dijeron que volveríamos a nuestras regiones", cuenta el treintañero. "Ya no hay terrorismo". "Los yihadistas nos atacaban con todo tipo de armas. Los hemos combatido, no hemos dejado ni uno solo".