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JMJ

Papa cierra viaje a Panamá con misa y visita a portadores de VIH

Francisco enviará este domingo un último mensaje a los jóvenes católicos congregados en Panamá, antes de concluir una visita centrada en el drama de los migrantes latinoamericanos y en la que no pudo escapar a la sombra de los escándalos de pederastia en el clero.

Las nuevas generaciones de católicos escucharán la homilía del papa en Metro Park, en una misa a cielo abierto que se espera sea multitudinaria.

Con esta ceremonia termina la vigilia que decenas de miles de peregrinos iniciaron el sábado en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

La víspera Francisco, en un mensaje muy a tono con los tiempos actuales, les pidió a los "millennials" católicos a experimentar "algo más grande" que la vida en las redes sociales.

También llamó la atención sobre la "cultura del abandono" que se refuerza entre los jóvenes por la falta "de espacios reales desde donde sentirse convocados".

Antes de regresar a Roma, el papa visitará un centro de acogida administrado por la iglesia donde viven 18 personas portadoras de VIH.

Según la organización de ONUSIDA, 36,7 millones de personas vivían en 2016 con el virus en el mundo, incluyendo 21.000 en Panamá.

Francisco se encontrará luego con los voluntarios de la JMJ y dejará el territorio panameño hacia las 18H00 locales (23H00 GMT).

- Latinoamérica y sus males -

A lo largo de esta visita de cinco días, el pontífice argentino de 82 años dio cuenta de los males que aquejan al continente con más católicos: desde la corrupción política hasta la "plaga" de los feminicidios, pasando por el drama de la migración forzada.

Francisco condenó la estigmatización de los migrantes como responsables del "mal social" y ofreció la ayuda de la Iglesia para que se superen "los miedos y recelos".

En ese sentido, también cuestionó la "cultura del bullying, del acoso y de la intimidación".

Los venezolanos protagonizan el mayor movimiento migratorio registrado en América Latina y han sido víctimas de brotes de xenofobia en Brasil, Colombia y Ecuador.

Desde 2015, 2,3 millones de venezolanos (7,6% de la población de 30 millones) han emigrado a causa del colapso económico y la crisis política en su país, según estadísticas de la ONU.

Francisco evitó una vez más tomar posición frente a la crisis en Venezuela, donde el gobierno de Nicolás Maduro enfrenta una fuerte presión de Estados Unidos para dejar el poder, mientras crece el número de países dispuestos a desconocer su mandato y reconocer en su lugar al jefe parlamentario Juan Guaidó como gobernante interino.

También Centroamérica enfrenta un importante éxodo.

Caravanas con miles hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y nicaragüenses intentan cruzar hacia Estados Unidos, pese a la política antimigrante del presidente Donald Trump, que incluye una propuesta de construcción de un muro en la frontera con México.

En sus travesías han enfrentado "expresiones de xenofobia y discriminación", según ha denunciado la ONU.

- Sin escape -

Pese a que su viaje también estaba destinado a ser un paréntesis en los escándalos sexuales de la Iglesia, Francisco no pudo eludir el espinoso expediente.

En un mensaje a religiosos congregados en Panamá, el sábado admitió que la Iglesia "está herida por su pecado", a pocas semanas de la crucial reunión de obispos convocada por Francisco para tratar los escándalos de pederastia y su encubrimiento.

El encuentro tendrá lugar en el Vaticano del 21 y al 24 de febrero. Se espera que de esa reunión salgan "medidas concretas" para combatir "esta terrible plaga", manifestó en la víspera el director de prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti. Aunque en este viaje no ha condenado explícitamente los abusos sexuales que han erosionado la credibilidad en la iglesia, Francisco describió lo hecho por sacerdotes como un "horrible crimen" en un almuerzo posterior con jóvenes de cinco continentes en un seminario.

Desde las primeras revelaciones en 2000, el escándalo ha venido creciendo y solo el año pasado estremeció a la Iglesia en Chile, Estados Unidos y Alemania. "Cada país tiene su protocolo y sus reglamentos según el Estado. Nosotros hemos aplicado la política de la tolerancia cero", comentó el obispo panameño de Colón, Miguel Ochogavía, a la AFP.