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SYDNEY

Australia reconoce Jerusalén occidental como capital israelí

Australia decidió reconocer formalmente a Jerusalén occidental como capital de Israel, pero no trasladará su embajada a esa zona hasta que se firme un acuerdo de paz con los palestinos, anunció el sábado el primer ministro Scott Morrison.

El gobernante dijo en un discurso que Australia reconocerá a Jerusalén oriental como capital palestina una vez que se llegue a un acuerdo como parte de una solución que incluya la creación de dos estados. La embajada permanecerá en Tel Aviv hasta entonces, aclaró.

Aunque se postergó el traslado de la sede diplomática, Morrison dijo que su gobierno establecerá una oficina de defensa y comercio en Jerusalén y comenzará a buscar un terreno adecuado para su sede diplomática.

“El gobierno australiano ha decidido que Australia reconoce ahora que Jerusalén occidental, como sede del Kneset y de muchas de las instituciones gubernamentales, es la capital de Israel”, dijo Morrison.

Añadió que la decisión respeta el compromiso para el establecimiento de dos estados y las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Con este anuncio, Australia se convierte en el tercer país en reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, después de Estados Unidos y Guatemala.

Sin embargo, es previsible que la decisión no satisfaga a las partes por completo. A diferencia de los gobiernos australianos anteriores, el actual reconoció solo la zona oeste de la ciudad.

Para los palestinos, la postura australiana constituye una solución parcial a una disputa que, según ellos, debe resolverse mediante la negociación. Como sea, la decisión fue suavizada porque reconoce el reclamo palestino de Jerusalén oriental.

Los israelíes se congratularon por el anuncio, pero la decisión australiana no se ajusta a la pretensión de ellos de que sea toda la ciudad. El no incluir a Jerusalén oriental, donde se encuentran los lugares religiosos más importantes de la ciudad, con seguridad molestará a los nacionalistas israelíes que dominan la coalición del primer ministro Benjamin Netanyahu.

El Ministerio del Exterior de Israel dijo que la decisión de Canberra “es un paso en la dirección correcta”. En un comunicado emitido el sábado, la cancillería también elogió la postura del gobierno australiano contra el antisemitismo y el respaldo a Israel en la ONU.

El alto funcionario palestino Saeb Erekat arremetió contra lo que describió como las “políticas irresponsables” de Australia en relación con ese reconocimiento.

“Las políticas de este gobierno australiano no han hecho nada para fomentar la solución de dos estados”, afirmó Erekat en un comunicado. El funcionario destacó la postura palestina de que la condición definitiva de la ciudad santa se mantiene como un tema en las estancadas conversaciones de paz entre israelíes y palestinos.

Morrison había insinuado previamente que Australia podría seguir los polémicos pasos de Estados Unidos de reubicar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, pero muchos australianos vieron eso como una maniobra política. Los detractores describieron la medida como un intento cínico de sumar votos durante las elecciones parciales de octubre para obtener un escaño en Sydney, ciudad que tiene una enorme población judía.

Dicha insinuación había generado críticas de países de mayoría musulmana como Indonesia y Malasia, que amenazaron con no firmar un acuerdo de libre comercio, el cual ya fue postergado.

El dirigente opositor Bill Shorten dijo el sábado que la decisión de reconocer a Jerusalén occidental como capital israelí pero no trasladar la embajada a esa ciudad era un “retroceso humillante” respecto de lo pregonado durante la campaña con vistas a las elecciones parciales efectuadas en octubre.

“Lo que me preocupa es que el señor Morrison ponga sus intereses políticos por encima de nuestro interés nacional”, dijo Shorten a los reporteros.

Israel capturó Jerusalén oriental durante la guerra de los Seis Días en 1967 y se lo anexó en una acción que no tiene reconocimiento internacional. Israel considera a Jerusalén oriental parte indivisible de su capital, mientras que los palestinos aspiran a que esa zona, sede de los sitios sagrados que generan mayor controversia en la ciudad, sea la capital de su futuro estado.