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Las mujeres pisan fuerte en la ONU por reivindicaciones

Las mujeres asumieron un papel protagónico en las Asamblea General de las Naciones Unidas y las reivindicaciones de su género fueron apenas uno de sus gritos de batalla.

Algunos de los pronunciamientos más resonantes de la Asamblea --la primera que tiene lugar desde que surgió el movimiento #yotambién (#metoo) a mediados del 2017-- fueron hechos por mujeres, cuyas cantidades, influencia y ambiciones para el planeta están en aumento.

Gobernantes femeninas ofrecieron soluciones para lograr la paz en el centro de África y en los Balcanes, alentaron a los gobiernos a combatir el antisemitismo, sacaron a la luz los peligros de las barreras comerciales y denunciaron la retórica nacionalista.

La primera ministra serbia Ana Brnabic, por ejemplo, exhortó a construir un “mundo más libre, más justo y, para ser honesta, más divertido”.

La cantidad de mujeres presidentas o primeras ministras entre los 193 miembros de la ONU se duplicó entre el 2005 y el 2016, en que llegó a 19, según un informa del año pasado de la ONU y la Unión Interparlamentaria, una agrupación independiente. Las mujeres ocupan el 18% de los cargos ministeriales y el 23% de las bancas legislativas a nivel mundial, de acuerdo con el informe.

La propia ONU listó a los derechos de las mujeres como su máxima prioridad para la Asamblea General de este año.

“La violencia contra las mujeres sigue vigente en todas las regiones. Las niñas y adolescentes carecen de información y de una educación de calidad” y la discriminación contra la mujer afecta la economía mundial, afirmó María Fernanda Espinosa Garcés, una diplomática ecuatoriana que presidió la Asamblea.

Su mensaje llegó en momentos en que las mujeres viven una circunstancia cultural excepcional en Estados Unidos. Mientras los líderes mundiales llegaban a las Naciones Unidas, cuya sede se encuentra en el corazón de Nueva York, senadores estadounidenses interrogaban a un individuo que quiere sumarse a la Corte Suprema y a una mujer que decía que abusó de ella hace tres décadas.

Los testimonios de ambos avivaron el debate en torno al sexismo que todavía permea las relaciones entre hombres y mujeres en Estados Unidos.

Los discursos en la ONU dejaron en claro que en muchos lugares, la igualdad de género sigue siendo un sueño distante.

“Sorprende que en esta era moderna tengamos que volver a comprometernos con la igualdad de género, pero lo debemos hacer”, manifestó la primera ministra de Nueva Zelanda Jacinda Ardern. “Sigue habiendo desigualdad de género en los sueldos, proporcionalmente muchas más mujeres con ingresos bajos y violencia doméstica”.

Ardern enfocó la atención en los temas de la mujer al llevar a su bebé a la ONU y dijo que amamantar a un hijo siendo jefa de gobierno debería ser algo común y corriente, no algo que acapare titulares.

Una de las cosas llamativas de la Asamblea fue que las mujeres mostraron sus dotes de líderes e hicieron propuestas que no tienen nada que ver con temas de género.

La primera ministra británica Theresa May y la presidenta lituana Dalia Brybuskaite condenaron la agresión rusa; la presidenta estonia Kersti Kaljulaid destacó los progresos de su país en la alta tecnología; la directora de la UNESCO Audrey Azoulay alentó a los países árabes a combatir el antisemitismo desde las escuelas; la vicepresidenta de Costa Rica Epsy Campbell Barr, cuyo parlamento tiene tantos hombres como mujeres, propuso medidas contra la violencia sexual usada como táctica terrorista y arma de guerra.

Dos mujeres cuyos países libraron una guerra hace una generación, la presidente croata Kolinda Grabar-Kitarovis y la primera ministra serbia Brnabic, propusieron caminos hacia la paz en los Balcanes. Ambas a veces no son tomadas en cuenta y son consideradas elementos decorativos. Pero defendieron con firmeza sus países.

Brnabic postuló un “mundo que valore a la gente por lo quees y por sus valores y sus creencias, no por su origen, el color de su piel o a quién quieren”.

Todavía, no obstante, queda mucho por hacer, como lo indica el hecho de que África estuvo representada exclusivamente por hombres. La primera mujer presidenta que tuvo el continente, la liberiana Ellen Johnson Sirleaf, dejó el cargo el año pasado.

La ONU, por otro lado, nunca ha tenido una mujer al timón.

Espinosa es la primera latinoamericana que preside la Asamblea General y apenas la cuarta mujer que lo hace en las siete décadas de vida del organismo.

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