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TRAS ANTHONY KENNEDY

Conservadores de EE.UU. tendrían una hegemonía sin precedentes en el Tribunal Supremo

El conservadurismo en Estados Unidos se frota las manos estos días, después de que Anthony Kennedy, el juez centrista del Tribunal Supremo, anunciara su jubilación. Ahora, el presidente, Donald Trump, buscará un sustituto que garantice una hegemonía de la derecha en la sala sin precedentes cercanos.

El derecho al aborto, la igualdad del colectivo LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) o las normas electorales contrarias a las minorías son algunos de los ámbitos considerados “liberales” que podrían verse vulnerados en los próximos años de concretarse el paso que Trump ya ha insinuado: la elección será sin consenso con la oposición y entre figuras muy conservadoras de una lista de 25.

Horas después de que Kennedy anunciara su decisión el miércoles, sobre la que se llevaba especulando durante meses, Trump ya manifestó que su objetivo es que el reemplazo “inmediato” del juez centrista lleve hasta el extremo la condición vitalicia del Supremo: “Tenemos que elegir a uno que vaya a estar 40, 45 años”, aseguró.

La corte está compuesta por un total de nueve magistrados, de los que actualmente hay cinco conservadores -Kennedy es centrista, pero entra en este grupo- y cuatro progresistas; son nominados por el presidente y confirmados por el Senado, algo que los republicanos esperan lograr antes de los comicios legislativos de noviembre.

En 2017, el magnate ya escogió a su primer juez para el tribunal tras la muerte en el cargo del conservador Antonin Scalia. El elegido fue el derechista Neil Gorsuch, quien se convirtió en el rostro de la promesa del presidente de que escogería a alguien que cumpliera con los reclamos del ala conservadora más radical.

Un “conservador duro” -como dijo el vicepresidente, Mike Pence-, haría que el equilibrio de fuerzas virase significativamente a la derecha al perderse la figura de Kennedy, que había sido el voto decisivo o “bisagra” a favor de conservadores y liberales, como asuntos como la legalización del matrimonio gay, en 2015.

La sala mantiene un tinte conservador en mayor o menor medida desde 1972, cuando Richard Nixon (1969-1974) nominó a su tercer juez y frenó la revolución social que había cobrado fuerza en la corte con fallos sobre sindicatos y discriminación racial.

El giro hacia el conservadurismo que prepara Trump no encuentra precedentes en las últimas décadas y constituiría la sala más conservadora “quizá” desde los años 1920, según Robert Shapiro, politólogo de la Universidad de Columbia.

Shapiro no tiene dudas de que, cuando el nominado supere la “probable” aprobación del Senado -de mayoría republicana-, comenzarán a ser constantes los votos restrictivos contra la inmigración, el derecho al aborto, la comunidad LGTB, el sistema sanitario público y las libertades civiles.

“Esto podría llevar a revertir el caso ‘Roe contra Wade’ -que avaló en 1973 el derecho al aborto- y otros fallos liberales previos”, explicó a Efe Shapiro, quien auguró que “dependerá de los casos que lleguen”, pero habrá “un incentivo” para que este tipo de asuntos sean estudiados por la sala.

La misma línea la mantiene Edith Roberts, editor de la plataforma especializada SCOTUS Blog, quien aseguró a Efe que la salida de Kennedy y su probable reemplazo con un magistrado muy conservador acabará con los fallos favorables a cuestiones liberales.

“(Trump) Ha dicho que quiere un juez que haga una interpretación ‘originalista’ de la Constitución, aplicándola tal y como era entendida cuando se escribió (final del siglo XVIII)”, comentó Roberts, quien prevé que las restricciones al aborto aumenten en este nuevo contexto.

Él también cree que se incrementarán los respaldos a aquellos casos de derechos civiles en los que los demandantes aleguen convicciones religiosas para vulnerar la igualdad, como el caso del pastelero que se negó a elaborar la tarta de bodas a una pareja gay.

Otro de los ámbitos en los que Trump se aseguraría victorias con este giro a la derecha sería en la tradición del derecho a la posesión y porte de armas, protegido por la Segunda Enmienda de la Constitución, apuntó Trevor Burrus, experto del Instituto Cato.

“Será el Tribunal Supremo con la mayoría conservadora más sólida de la historia reciente”, subrayó a Efe el constitucionalista.

Esta hegemonía derechista podría agudizarse en los próximos años, en caso de que Trump nombre también el relevo de los progresistas Stephen Breyer, de 79 años, y Ruth Ginsburg, de 85 años, ambos por encima de la edad media -78- con la que los magistrados han colgado la toga desde 1960.