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BOLIVIA

La lechera o el afilador de cuchillos, oficios paceños que desafían al tiempo

Imagen del 15 de mayo de 2018, de un afilador de cuchillos que camina por las calles de la ciudad de La Paz (Bolivia). En las calles de La Paz aún "sobreviven" algunos de los oficios tradicionales que a pesar del tiempo y la modernidad se mantienen firmes, ofreciendo afilar cuchillos, leer la suerte con pájaros, leche fresca hasta la puerta de la casa o arreglar máquinas de escribir aún en uso. EFE/Martin Alipaz

Imagen del 15 de mayo de 2018, de un afilador de cuchillos que camina por las calles de la ciudad de La Paz (Bolivia). En las calles de La Paz aún "sobreviven" algunos de los oficios tradicionales que a pesar del tiempo y la modernidad se mantienen firmes, ofreciendo afilar cuchillos, leer la suerte con pájaros, leche fresca hasta la puerta de la casa o arreglar máquinas de escribir aún en uso. EFE/Martin Alipaz

En las calles de La Paz aún "sobreviven" algunos de los oficios tradicionales que a pesar del tiempo y la modernidad se mantienen firmes, ofreciendo afilar cuchillos, leer la suerte con pájaros, leche fresca hasta la puerta de la casa o arreglar máquinas de escribir aún en uso.

Algunos de ellos aún se ven en las calles paceñas como la vendedora de pasankallas, maíz inflado y cubierto con azúcar, o la "casera" de los helados artesanales de canela que se encuentran en inmediaciones del Cementerio General de la ciudad.

También la señora que espera en las esquinas con un carrito azul lleno de naranjas y mandarinas, para vender un jugo a los oficinistas que van de paso.

Otros ya casi quedaron en el olvido o en la memoria de los abuelos como el "colchonero", que esperaba en una esquina con una máquina a sus clientes para arreglar todo tipo de colchones.

O el afilador de cuchillos, quien con su silbato avisaba su cercanía para que en las casas alisten los utensilios que necesitaban una "afiladita".

Es así que el colectivo "La Paz en fotografía" decidió realizar un homenaje a estos oficios tradicionales con la exposición "Imakkata", trabajo en aimara, donde demuestran a través de más de veinte fotografías el trabajo y la historia de hombres y mujeres que se encargan de estos trabajos que poco a poco van desapareciendo.

"Hemos querido retratar el trabajo de la gente paceña que si bien no tiene un título profesional, tienen una labor bastante específica que ha sido muy importante en la época de los ochenta, los noventa en La Paz", dijo a Efe uno de los representantes del colectivo, Jason Escobar.

Escobar manifestó que con esta exposición se pretende resaltar el trabajo de estas personas que en algunos casos son ya los "únicos" en la ciudad que se dedican a ese oficio.

Es el caso de Marcial Ormachea, que tiene una trayectoria de 55 años arreglando máquinas de escribir y a pesar de que una mayoría ya no las necesita o utiliza las computadoras, él continúa trabajando de lunes a domingo haciendo lo que más le gusta.

"El trabajo ahora está muriendo, pero seguimos porque hay gente que está acostumbrada a estas máquinas, en especial los escritores que les gusta hasta el sonido", contó a Efe Ormachea, que es uno de los pocos que se dedica a ese oficio.

Su fotografía es parte de la exposición y se siente honrado y orgulloso de que a sus 72 años reconozcan su trabajo.

Otro de los oficios que apenas sobrevive es de un hombre que recorre las calles con una jaula y en el interior están unos cuantos pájaros, y que invita a los niños y adultos a elegir a uno de los pichones para que saque un papel y conozca "su suerte" en el trabajo o en el amor.

La exposición muestra la fotografía de Jesús Huanca que hace veinte años se dedica a ir por las plazas de La Paz y la ciudad vecina de El Alto con una jaula con tres periquitos, que sacan el "destino" sobre todo de parejas y niños.

También está la fotografía de Jhonny Villarroel, que durante veinte años de su vida sale a la calle, se sienta con su máquina de escribir en inmediaciones de las oficinas de la Alcaldía y ofrece llenar formularios o realizar cartas.

Además, se puede observar el retrato de la lechera, una mujer que ofrecía leche fresca de casa en casa en unos contenedores de aluminio todas las mañanas y que a pesar de tener a la mano este producto en los supermercados, aún hay gente que prefiere esperar a la señora Josefina, que aprendió este oficio de su madre.

Entre otros oficios que el colectivo retrató están el zapatero que arreglaba las suelas de zapatos viejos, la casera o vendedora de anticuchos, unas brochetas con trozos de corazón de res que se asan en pequeñas parrillas y se sirven con patatas calientes.

La vendedora de los famosos sandwiches de chola, muy popular en La Paz, un emparedado que se prepara con trozos de cerdo y escabeche.

Las señoras que están cerca de la céntrica Plaza Murillo que venden uno de los tradicionales manjares de la ciudad: gelatina con crema chantilly que se puede encontrar de innumerables colores y sabores.

Escobar sostuvo que con esta muestra esperan hacer recuerdo a la población de la importancia de estos oficios y del valor que tienen para la ciudad de La Paz estos saberes, que han ido perdurando de generación en generación, que aportan a la economía del país y que no se dejan vencer por el paso del tiempo ni la modernidad.

La exposición se inauguró el pasado jueves 10 de mayo en la entrada del Concejo Municipal de La Paz y estará abierta al público hasta el 14 de junio.

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