TRIBUNAL
Acusan de 60 nuevos homicidios al mayor asesino de Rusia en un siglo
El tribunal de la región siberiana de Irkutsk acusó hoy formalmente de 60 nuevos homicidios a Mijail Popkov, que ya cumple cadena perpetua por otros 22 asesinatos y que de ser hallado culpable se convertirá en el mayor asesino de la historia de este país al menos en un siglo.
El próximo lunes se reanudará el juicio contra Popkov, apodado por la prensa como el "Maníaco de Angarsk" por el nombre de la ciudad en la que perpetró la mayor parte de sus crímenes.
En otro juicio celebrado en 2015 se demostró que este depredador -policía en activo hasta 1998- violó y mató al menos a 22 mujeres entre 1994 y 2000 en Angarsk, una localidad de poco más de 230.000 habitantes en la región de Irkutsk.
Durante aquel proceso, Popkov explicó que recorría de noche las calles de la ciudad en un coche -muchas veces el oficial de la policía-, ofrecía a mujeres que se encontraba por el camino llevarlas a casa y luego sólo "castigaba" a aquellas que aceptaban tomarse una copa con él.
Tras ser condenado e ingresar en prisión, presumió ante sus compañeros de celda de "haber matado a más gente que Andréi Chikatilo", considerado hasta ahora el mayor asesino en serie en la historia de Rusia y la Unión Soviética, con 53 homicidios demostrados por la Justicia.
Los cadáveres de casi todas las víctimas, con edades comprendidas entre los 17 y 38 años, fueron encontrados desfigurados y con señales de violación en cementerios, cunetas y zonas boscosas próximas a Angarsk.
Aunque al menos 9 mujeres fueron asesinadas con un hacha, Popkov, que en la actualidad tiene 53 años, llegó a utilizar todo tipo de objetos para quitarles la vida a sus víctimas, incluidos cuchillos, destornilladores, punzones, garrotas, bates de béisbol y tacos de billar, entre otros.
Un perfil psicológico filtrado a la prensa rusa mucho antes de que se encontrara al asesino acertó en muchos aspectos: la policía buscaba a un hombre de entre 30 y 35 años (en la época de los asesinatos), residente en Angarsk, que se llevaba a sus víctimas en un vehículo oficial y que podía trabajar en un cementerio.
Años después se supo que Popkov solía "salir de cacería" al volante de un todoterreno policial, al menos mientras no fue despedido, y que en su tiempo libre se ganaba un extra como enterrador, oficio que ya había ejercido de adolescente en el cementerio en el que también trabajaba su padre.
Aunque su mujer, su hija y sus amigos le definían como "un hombre pacífico, tranquilo y amable, que no haría daño ni a una mosca", la comisión médica que lo examinó cuando era policía en activo observó "aspectos psicopáticos" en su personalidad, pero inexplicablemente le encontró apto para servir en las fuerzas de seguridad.
Al "Maníaco de Angarsk" le gustaba cocinar, esquiar en compañía de su mujer y su hija y hacer bricolaje en casa, según los testimonios de amigos que frecuentaban la casa de los Popkov.
A nadie le sorprendía, dada su fama de "manitas", que llevara en todo momento en cada uno de sus cuatro coches una caja de herramientas repleta de instrumentos que en realidad usaba para cometer los asesinatos.