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BUENOS AIRES

Las cinco víctimas argentinas del atentado en Nueva York, que festejaban 30 años de graduación

Los argentinos fallecidos en el reciente ataque en Nueva York habían compartido la escuela secundaria tres décadas atrás, trabajaban en el mundo de la construcción, cuidaban a sus familias y, por encima de todo, cultivaban su larga amistad.

Los cinco celebraban el trigésimo aniversario de su graduación de la secundaria en Nueva York cuando un terrorista a bordo de una camioneta los arrolló mientras paseaban en bicicleta por el sur de Manhattan.

HERNÁN MENDOZA

Tenía 47 años, era arquitecto, estaba casado y tenía tres hijos.

Fue socio fundador del estudio de arquitectura Amascu4tro junto a Ariel Benvenuto, su excompañero en la secundaria y uno de los sobrevivientes del ataque.

Mendoza era un fanático del deporte. De niño jugaba al fútbol en la escuela Renato Cesarini, dedicada a la formación de jugadores principalmente de la provincia de Santa Fe. El volante del Barcelona Javier Mascherano surgió allí, mientras el entrenador del seleccionado argentino Jorge Sampaoli fue instructor.

Era fanático de Newell’s Old Boys, uno de los dos clubes más populares de la ciudad.

Soñaba con ser jugador profesional pero en la adolescencia se inclinó por el rugby en el club Duendes. Allí jugó en categorías menores y fue entrenador hasta 2016.

También practicaba atletismo.

“Siempre amante del deporte y de su profesión”, recordó su amigo César Lagostino, compañero de gambetas en Cesarini. “Lo recuerdo como persona honesta, de las que merecen quedarse en este mundo. Generosa y tranquila”.

ARIEL ERLIJ

Tenía 48 años y era ingeniero civil. Estaba casado y era padre de tres varones.

Fundó la empresa Ivanar, dedicada a la producción siderúrgica.

Era el de mayor poder adquisitivo del grupo. Fue quien tomó la iniciativa de fijar una fecha para el viaje y ayudó a los amigos que no podían costearlo.

Su vecino Averio Ososky lo definió como “un emprendedor, un tipo laburante (trabajador). De oro”.

Erlij era conocido por las autoridades de Rosario y Santa Fe ya que impulsó varios proyectos de inversión.

“No nos quedan más que palabras de agradecimiento y admiración por todo lo que hiciste por cada uno de nosotros. Fuiste, sos y serás nuestra luz y nuestra guía en todo momento y sabemos que no hay mejor forma de rendirte homenaje que mirar hacia adelante y seguir construyendo en la misma dirección que nos supiste marcar”, dijeron familiares y empleados de Ivanar.

HERNÁN FERRUCHI

Tenía 47 años y era arquitecto. Estaba casado y era padre de dos niñas.

Había desarrollado una prolífica carrera en la constructora Fundar. Fue uno de los autores de proyectos inmobiliarios que se desarrollaron en una próspera zona cercana a Rosario.

Compañeros de trabajo y empresarios del sector de la construcción lo describieron como un hombre con mucha experiencia, “humilde y muy querido”.

La página de internet de la compañía publicó un mensaje con una imagen de Ferruchi durante su viaje a Nueva York con la frase “Recordemos al flaco. Gran persona, profesional y compañero irreemplazable”.

ALEJANDRO PAGNUCCO

Tenía 49 años, era arquitecto y vivía en Funes, una localidad cercana a Rosario.

Apodado “Picho”, estaba casado y tenía tres hijas, dos de ellas mellizas. Frecuentaba el club Rowing, donde jugaba al vóley y al fútbol.

Se dedicó a la arquitectura y luego se desempeñó en el equipo de ventas de Femaco Materiales, proveedora de materiales para la construcción. La compañía recordó “con profundo afecto” a su compañero en su página de internet.

Ignacio Ortiz, gerente de unidad de negocios en Femaco, dijo a The Associated Press que Pagnucco era “muy sociable y querido, responsable en el trabajo y dedicado a la familia”.

El viaje donde su colega perdió trágicamente la vida era el “primero” que hacía a Estados Unidos. “Estaba entusiasmado con los amigos preparándolo”, dijo.

Femaco pertenece al grupo Brayco, cuyo presidente es Iván Brajkovic, uno de los sobrevivientes del atentado.

DIEGO ANGELINI

Tenía 48 años, era arquitecto y vivía con su esposa y cuatro hijos.

Frecuentaba el club Rowing de niño, donde jugaba al fútbol. El club cerró sus puertas el miércoles en señal de duelo.

Siguió las huellas de su padre en el mundo de la construcción. Dirigía el estudio Angelini Arquitectos S. C. de Rosario.

“Era una muy buena persona, profesional, correcta, querida en la ciudad. Es muy duro para todos nosotros que se haya ido”, dijo entre llantos a AP su padre, Luis Angelini.

Colegas de trabajo afirmaron que era un hombre que “protegía” a su familia y un “espectacular profesional”.

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