EXEQUIAS
Restos de Fidel llegan hoy a Santiago de Cuba
DOLOR. LOS CUBANOS OBSERVABAN CON LÁGRIMAS EL PASO DE LA CARAVANA
La caravana que traslada las cenizas de Fidel Castro abandonó ayer jueves el centro del país para adentrarse en las llanuras centro orientales de Camagüey, destino final del segundo día de recorrido.
Entre vivas, saludos y llantos, y en medio de una lluvia pertinaz, miles de habitantes recibieron los restos por la noche. Pernotaron hasta el amanecer en una zona aledaña a la plaza de la Revolución, donde se organizó un acto cultural y una vigilia para homenajear al fallecido líder.
Miles de habitantes inundaron las calles y engalanaron las hermosas casas coloniales con grandes banderas cubanas y del Movimiento 26 de julio, que fundó Castro al inicio de la lucha revolucionaria tras el fallido ataque al Cuartel Moncada de 1953.
En las entradas de algunas viviendas, los pobladores levantaron altares improvisados con fotos de Castro en diferentes momentos de su vida y le colocaron rosas rojas y girasoles. Canciones revolucionarias comenzaron a escucharse incesantemente en algunas calles y animaron aún más el ambiente.
A medida que avanzaba la caravana por las calles de Camagüey, la emoción se hizo más latente entre los pobladores, algunos de los cuales utilizaron sus teléfonos móviles para registrar el momento y alumbrarse en medio de la noche.
“Me da tristeza verlo pasar en una caja. Me impresiona”, dijo entre llantos Leonor Ramos Abreu, una jubilada de 73 años.
Algunos habitantes de Camagüey, como el excombatiente José Ramón Santos, de 64 años, se instalaron a los costados de la avenida de la Libertad para aguardar el paso del cortejo.
“Tengo apretado el corazón”, confesó emocionado Santos, quien portaba una chamarra verde oliva con media docena de medallas. A su lado estaba Berta Socorro, de 91 años, quien no pudo contener las lágrimas al recordar los tiempos en los que era mesera y tuvo la oportunidad de servirle a Castro cuando visitó un centro deportivo de Camagüey. “En público (Castro) era un hombre que mostraba su inteligencia y en el trato en privado con los trabajadores era esmeradamente delicado”. “Somos una familia revolucionaria que siempre hemos estado, y ahora más que nunca, con Fidel y la revolución”, afirmó Doris Serrano Wilson.