ONCE MUERTOS
Afganos celebran el Año Nuevo con sangrientos atentados
Mazar-I.-Miles de personas se congregaron en torno a un santuario en el norte de Afganistán ayer sábado para celebrar el Nuevo Año con oraciones por la paz, mientras una serie de atentados cometidos por insurgentes talibanes dejaba al menos 11 muertos.
Una serie de bombas estallaron en todo el país causando la muerte a 11 personas.
Desde el viernes, la violencia se ha cobrado 60 vidas y la OTAN indicó que cinco de sus soldados están entre los muertos.
En medio de estrictas medidas de seguridad, aplicadas por 2.500 militares, los cancilleres de Afganistán, Irán y Tayikistán --países que se rigen por el calendario solar-- encabezaban una lista de personalidades presentes en Mazar-i-Sharif para asistir a la principal ceremonia del Nuevo Año.
Más de 100.000 afganos procedentes de todas las regiones y etnias -pashtunes, tayikos, hazaras y uzbekos- se congregaron en Mazar-i-Sharif, para celebrar el Nuevo Año persa, o "Nawroz", que coincide con el equinoccio de primavera.
En un mensaje leído frente al sepulcro de Hazrat Alí --cuarto califa del Islam-- el presidente Hamid Karzai, dijo: "Deseo que el año 1388 sea el año de la paz, la felicidad y la prosperidad para todos los afganos".
Los afganos creen que Hazrat Alí fue sepultado en Mazar-i-Sharif, pese a que muchos sostienen que sus restos descansan en la ciuda iraquí de Nayaf.
Muchas de las cerca de 10.000 personas presentes en el santuario dijeron a la AFP que oraban por la paz.
El austero régimen de los talibanes trató de reducir las celebraciones del Nuevo Año, pero estas han revivido desde 2001, cuando fueron derrocados por la fuerzas de la coalición encabezada por Estados Unidos.
Las celebraciones no pararon este año la ola de violencia.
Cuatro atentados dejaron al menos 11 muertos durante la celebración del Año Nuevo.
Dos de los atentados tuvieron lugar en la provincia meridional de Kandahar, feudo de los talibanes, y otros dos en el este del país.
En el más grave de todos, seis personas -cinco civiles y un policía- murieron cuando un kamikaze atacó un puesto policial en la provincia de Nangahar. El atentado fue revindicado por los talibanes y condenado por Karzai.
Si bien todos piden paz y seguridad, muchos afganos añaden otra petición al entrar en el año 1388 de su calendario: la partida de los soldados extranjeros.
"Deseo que mi país sea liberado de las garras de los soldados extranjeros, que matan a inocentes", afirma Jatem Jan, de la provincia oriental de Jost, junto a la mezquita de Mazar-i-Sharif.
Oriundo de Kandahar, la cuna de los talibanes, Mohamed Nasrula describe un día a día, entre la espada y la pared.
"En Kandahar no tenemos paz. O son los talibanes los que nos matan, o son los soldados extranjeros. Me gustaría enviar a mis hijas a la escuela, pero no puedo por la inseguridad", dice.
Unos 75.000 soldados extranjeros están desplegados en Afganistán en dos fuerzas multinacionales, una bajo mando de Estados Unidos y otra de la OTAN, para combatir la insurrección de los talibanes, que no deja de avanzar en el sur.
La Fuerza de Asistencia a la Seguridad (ISAF), bajo mando de la OTAN, vivió el viernes una jornada especialmente sangrienta con cinco muertos en el sur del país, cuatro de ellos canadienses, que perdieron la vida en la explosión de dos bombas caseras en la provincia de Kandahar.