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Un derechista dirigirá la cancillería israelí

JERUSALEN.- Toma cuerpo el Gobierno de Israel. El designado primer ministro y jefe del Likud, Benjamín Netanyahu, camina sobre un sendero idéntico al que siguió en 1996 y, forzado por la negativa del liberal Kadima a sumarse a la alianza, forja un Ejecutivo de extrema derecha que contará con un halcón de tomo y lomo -Avigdor Lieberman, líder del radical Yisrael Beiteinu- como jefe de la diplomacia.

La última palabra, no obstante, no está dicha. El pacto contiene una cláusula que establece que Lieberman será canciller si al Ejecutivo no se suma finalmente la presidenta de Kadima, Tzipi Livni. Tildado de “racista”, el dirigente que acapara el voto de la minoría rusa suscita las iras de la minoría árabe de Israel, y despierta recelos en Estados Unidos, la Unión Europea y en toda capital de Oriente Próximo.

Queda tiempo hasta el 3 de abril, fecha límite para recabar el respaldo parlamentario, y Netanyahu hará lo posible -nunca proclamar que la solución al conflicto es la fundación de un Estado palestino, tal como plantea Livni- para que la jefa de Kadima se suba al carro. La coalición más verosímil es la formada por el Likud, Yisrael Beiteinu, los ultraortodoxos del Shas y de la Unidad por la Torá y el Judaísmo, y la Casa Judía, partido que se nutre en la derecha religiosa y nacionalista: los colonos. Suman 61 de los 120 escaños de la Kneset.

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