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SEGÚN UN INFORME 

Las poblaciones de vertebrados caen un 73% en 50 años

Por zonas, las más afectadas son Latinoamérica y el Caribe, que registran una disminución media del 95% de las poblaciones.

Las poblaciones de especies de agua dulce son las que han sufrido.

Las poblaciones de especies de agua dulce son las que han sufrido el mayor declive.istock

El tamaño promedio de las poblaciones de vida silvestre monitoreadas ha sufrido una catastrófica caída del 73% en tan solo 50 años (1970-2020), como revela el informe Planeta Vivo 2024.

En concreto, las poblaciones de especies de agua dulce son las que han sufrido el mayor declive, con una caída del 85%, seguidas de las terrestres (69%) y las marinas (56%).

La investigación está elaborada por la Sociedad Zoológica de Londres (Reino Unido), que lo administra junto al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). En total, analiza casi 35.000 tendencias poblacionales de 5.495 especies entre 1970 y 2020.

Por zonas, las más afectadas son Latinoamérica y el Caribe, que registran una disminución media del 95% de las poblaciones. Allí, la crisis climática se une como amenaza a la degradación, la pérdida de hábitats, la sobreexplotación, las especies invasoras y las enfermedades. 

Tras Latinoamérica y el Caribe, África es la segunda región más afectada con una disminución del 76% y Asia-Pacífico la tercera con un 60%.

Algunas de las poblaciones de especies evaluadas son las tortugas carey, que han sufrido una caída del 57% en el número de hembras anidadoras entre 1990 y 2018 en la isla Milman (Gran Barrera de Coral, Australia).

A su vez, la investigación también destaca el caso de la población del delfín rosado del Amazonas, que ha bajado su número en un 65%, y el delfín tucuxi, el más pequeño, cuya población se redujo un 75% entre 1994 y 2016 en la reserva Mamirauá (Amazonas, Brasil). Además, el estudio añade que más de 330 delfines de río murieron en solo dos lagos durante un período de calor extremo y sequía en 2023.

Sin embargo, el documento también revela la estabilización o aumento de algunas poblaciones de especies gracias a los esfuerzos de conservación. Por ejemplo, recoge el incremento en la subpoblación de gorilas de montaña en las montañas de Virunga (África Oriental) a razón de alrededor del 3% por año entre 2010 y 2016. O también, el retorno de las poblaciones de bisontes europeos en Europa central.

Aún así, el informe incide en que los éxitos aislados "no son suficientes" e incide en que el mundo está ante un "sistema en peligro" a medida que el mundo se acerca a puntos de inflexión "peligrosos e irreversibles", impulsados por la pérdida de naturaleza y el cambio climático. Estos puntos de inflexión tienen lugar cuando un ecosistema supera el umbral crítico que provoca un cambio sustancial y potencialmente irreversible. 

Tal y como advierte el estudio, posibles puntos de inflexión a nivel global como el retroceso de la selva amazónica y la muerte masiva de arrecifes de coral "tendrían consecuencias mucho más allá de sus inmediaciones y afectarían a la seguridad alimentaria y los recursos que sustentan a las personas".

Según el texto, los resultados del estudio demuestran que los compromisos nacionales y las acciones sobre el terreno todavía están "muy lejos" de lo que el mundo necesita para cumplir los objetivos planteados para 2030 y "evitar puntos de inflexión peligrosos".

En el marco de las cumbres internacionales sobre biodiversidad y clima que se celebran este año (la COP16 y la COP29), WWF hace un llamamiento a los gobiernos incluyan en sus planes nacionales sobre naturaleza y clima (NBSAP y NDC, por sus siglas en inglés) medidas para reducir el consumo excesivo a nivel global, detener y revertir la pérdida de biodiversidad tanto a nivel nacional como internacional y reducir las emisiones de manera equitativa.

Al respecto, la organización ecologista también insta a los gobiernos a destinar una mayor financiación pública a este tema y a alinear mejor sus políticas y acciones sobre clima, naturaleza y desarrollo sostenible. A juicio de la ONG, tanto los gobiernos como las empresas deben actuar para eliminar "rápidamente" las actividades que tienen efectos negativos sobre la biodiversidad y el clima y redirigir la financiación de prácticas perjudiciales a actividades que permitan alcanzar los objetivos globales.