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Lemba: “Es mucho lo que se puede lograr si se involucra a las comunidades en las políticas de Estado”
El Centro de Promoción Campesina Lemba ejecuta proyectos en las provincias Independencia, Bahoruco, Azua, San Juan y Barahona en las áreas de educación ambiental, formación de líderes, agroecología, mejora de viviendas, ahorro, restauración de cuencas hidrográficas y soberanía alimentaria
Si un proyecto es ejecutado o apoyado por el Centro de Promoción Campesina Lemba, la comunidad confía en que será exitoso.
La organización que nació hace 42 años inspirada en la doctrina social de la iglesia católica da la cara por miles de familias en las provincias Independencia, Bahoruco, Azua, San Juan y Barahona.
Su presidente, el dirigente comunitario y agricultor Manuel Pérez (Manuel Lemba), defiende el poder que tienen las comunidades para forjarse una subsistencia basada en la sostenibilidad y asegura que si las organizaciones que trabajan en el campo fueran tomadas más en cuenta en las políticas de Estado, los grupos más vulnerables podrían contar con una mejor calidad de vida.
“Tenemos la tesis de que en la altura está la vida de la llanura. Si no se protegen las cuencas hidrográficas; si no se protegen los recursos de las zonas de montañas, no va a haber agua para el consumo humano en la zona de llanura ni para la producción agropecuaria. Allá protegemos y conservamos, mediante una estrategia de producción agroforestal, las cuencas de los ríos El manguito, Barrero y otros que han desaparecido por la zona de El Maniel y Los Bolos. Estamos haciendo el esfuerzo de incentivar la reforestación para que las aguas suban de nuevo”.
Manuel Lemba participó en el Encuentro Verde de Listín Diario acompañado por el ingeniero agrónomo Carlos Recio; el perito forestal y abogado Julio Román y la mercadóloga Mabely Herasme.
La organización impacta con sus proyectos a unas 1,193 familias en 54 comunidades ubicadas en zonas de montaña y de llanura, incluyendo las 560 familias que cedieron los terrenos para la construcción de la presa Monte Grande y aún esperan por nuevas reubicaciones donde cultivar.
“El centro del trabajo de Lemba es la gente, la comunidad. Tenemos que lograr que los que viven en la comunidad vivan con dignidad, y para vivir con dignidad se necesitan servicios, casas adecuadas, buenas escuelas, vías de acceso… Porque esa gente es la que va a generar los cambios que se van a dar”.
Manuel sostiene que un comunitario estimulado y empoderado se va integrar a la reforestación y será el primero en proteger las cuencas hidrográficas.
“Poco a poco a va ir entendiendo que las áreas protegidas hay que preservarlas, que en las zonas de amortiguamiento sí podemos sembrar, pero sembrar en armonía con la naturaleza, sin tumbas ni quemas”.
¿Cómo obtienen los fondos?
Lemba recibe fondos de Misereor, la obra episcopal de la iglesia católica alemana para el desarrollo; y de las ONG españolas Manos Unidas y Prodiversa.
“Ahora somos parte de un programa de la agencia española AECID para apoyar la agricultura familiar y la resiliencia al cambio climático”.
Del Estado reciben apoyo vía los ministerios de Medio Ambiente (en la restauración de cuencas) y Agricultura; el Instituto Agrario Dominicano (IAD) y la Unidad Técnica Ejecutora de Proyectos de Desarrollo Agroforestal de la Presidencia (UTEPDA).
Las comunidades confían
Para el Centro Lemba es de mucha satisfacción confirmar que la capacitación que brindan en las comunidades sí son aprovechadas y puestas en ejecución por los comunitarios.
Su lucha comenzó con la defensa de la tierra, la recuperación de tierras baldías con vocación agrícola y la formación de líderes que guiaran a las comunidades en esta defensoría.
“El grupo ha creado una base en la comunidad. Los comunitarios depositan su confianza en los proyectos e ideas que Lemba les lleva”, expresa Carlos Recio.
La confianza es tal que algunas instituciones del Estado aprovechan las actividades del centro para realizar, por ejemplo, jornadas de vacunación.
“Partimos de que los recursos que hay disponibles en la comunidad, la tierra, el agua, los bosques… son recursos de la comunidad, y el aprovechamiento de esos recursos se convierten en beneficios principalmente para las comunidades”.
De esta manera fueron incentivando la agricultura, la apicultura y la crianza de animales (en las zonas bajas de los bosques).
“Antes había un concepto de una agricultura muy integral, donde la gente cosechaba la mayoría de las cosas que se necesitaba para comer y vendía el café para comprar lo que no se producía, como el arroz, los espaguetis y el aceite. Después, todo los alimentos que nosotros consumíamos se producían en finca. No tenía que venir el Covid para que nos digan que tenemos que ser autosuficientes. Las comunidades campesinas, dicho sea de paso, fueron las menos golpeadas porque tenían alimento de manera permanente y fresco”.
Hoy, sus proyectos abarcan las áreas de educación ambiental, formación de líderes, agroecología, mejora de viviendas, ahorro, restauración de cuencas hidrográficas, soberanía alimentaria, prevención de incendios forestales y cambio climático, cultura del agua, manejo de plagas, control de maleza y de la erosión, incidencia política y comercialización de productos.
Nada de paternalismo. “La filosofía de Lemba es apoyar a la comunidad en sus necesidades, pero es la comunidad la que hace el mayor esfuerzo. Apoyamos la autogestión. Doblamos esfuerzos para que en la comunidad entiendan que son ellos los que deben gestionar sus dificultades, preguntarse qué pueden hacer para resolverlos”, comparten Recio y Román con el Listín.
Es un trabajo que se va haciendo con educación, apuntan.
“Es un asunto integral. No es solamente llevar las cosas, sino que, en conjunto con ellos, los vamos formando para que sean autogestores, porque cuando a Lemba le toque salir de esa comunidad, la comunidad tiene que ser autosuficiente para seguir resolviendo sus necesidades”.
Explican que acompañan a la comunidad en la formación de líderes para que estos líderes los ayuden a identificar sus dificultades y a los actores que les pueden ayudar a resolverlas.
Los resultados de los proyectos agroforestales y las estrategias de ahorro que promueve el centro en estas provincias han mejorado la calidad de vida de cientos de familias y, como dice Manuel Lemba, es apenas “una muestra de lo que se puede lograr si el Estado involucrara a las instituciones que tienen experiencia en el terreno” en las políticas de Estado.
“No es crear la gama de instituciones que están creando ahora, es involucrar a los que ya están haciendo ese trabajo y multiplicarlo. Aunque coordinamos con el Estado, cuando hay decir las cosas las decimos. Por eso chocamos a veces”.
Comercialización
Mabely Herasme coordina el proyecto “Consolidación del proceso de comercialización de productos agrícolas” de Lemba.
“Es uno de los retos que tienen los agricultores. Si bien es cierto que Lemba les da la capacitación y la ayuda técnica para que sus cultivos salgan a flote de la mejor manera y asegurar la alimentación de la familia, hay productos que comercializar”, explica Herasme.
Lemba les acompaña en la búsqueda de acceso a los mercados agrícolas, simplificando la relación entre los intermediarios y el consumidor final.
Herasme indica que buscan información en locales que necesitan abastecerse de productos (restaurantes, colmados, frituras, familias…) por una semana, por ejemplo, y les ofrecen los productos que cultivan los agricultores que apoya Lemba.
“Es un tipo de comercialización solidaria, más directa entre el productor y el consumidor, donde los costos de intermediación son menores. Hacemos mucho énfasis en que el involucramiento de ellos es esencial para que el cambio sea importante porque una delas razones por la que ellos (los productores) tienen menos ganancias es porque se desligan”.
Manuel expresa que Lemba es parte de un circuito de comercialización solidaria que se está “armando” en toda la zona de Santo Domingo Norte en coordinación con el Instituto de Desarrollo de la Economía Asociativa (Ideac), Ciudad Alternativa, el Comité Para la Defensa de los Derechos Barriales (Copadeba), la fundación Fundoamor y Cohábitat.
“La idea es crear un circuito de productores que a través de esas organizaciones y de las cooperativas hagan llegar el producto al consumidor, pero creando un nexo, fomentando el intercambio entre consumidor y producto. Que se vea el plátano integrado al productor. Que el consumidor sepa de dónde viene ese plátano”.
Hay unos 380 agricultores entre las zonas de montaña y llanura interesados en formar parte del proyecto de comercialización.
En toda la región se produce aguacate, café, plátano, guineos, maíz, habichuela, mango, chinola, auyama, berenjena, yautía, guandules, ajíes y naranjas.
Carlos Recio coordina este proyecto que procura promover la soberanía alimentaria a través de la producción agroecológica sostenible y con enfoque de género. Inició en enero de 2023 y abarca además componentes de educación, sostenibilidad, producción agroecológica y forestal, conservación y recuperación de cuencas hidrográficas.
“Trabajamos de acuerdo a las necesidades de la comunidad en cuanto a lo que van a consumir, asegurar que las comunidades tengan alimento de acuerdo a la producción agroecología y además hay un componente de comercialización”.
Hombres y mujeres se han unido al proyecto y uno de los aportes más significativos, sostiene Recio, es que a partir de su implementación las comunidades han comenzado a crecer porque “muchas personas han retornado al campo a trabajar la agricultura”.
“Nosotros no promovemos el paternalismo, los mismos comunitarios deben mostrar interés ser merecedores del apoyo. Una dela condiciones es que las personas vivan en la comunidad, porque preferimos apoyar a las personas más vulnerables que viven en las comunidades, que tienen menos acceso a los servicios, a los bienes”.