El PNUD y su visión optimista sobre la gestión de residuos en República Dominicana: ‘están surgiendo acciones’

Las cifras globales que alertan sobre la producción y consumo de plásticos en el mundo son cada vez más alarmantes.

Inka Mattila, representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en República Dominicana, comparte algunas.

Se estima, por ejemplo, que las primeras piezas de plástico fabricadas están todavía en algún lugar del planeta; que una persona promedio podría ingerir 5 gramos de microplásticos a la semana; que cada día se arroja a los océanos, ríos y lagos del mundo el equivalente a 2,000 camiones de basura llenos de plásticos; y que para el año 2050 podría haber más plástico que peces en el océano.

Ahora, tanto Mattila como María Eugenia Morales, responsable local de la Unidad de Sostenibilidad Ambiental y Resiliencia del PNUD, también valoran las iniciativas que se implementan para abordar la problemática y desde una perspectiva optimista destacan los logros alcanzados en República Dominicana a partir de 2019.

En octubre de ese año, el PNUD, el Ministerio de la Presidencia y la organización sin fines de lucro The Ocean Cleanup (con sede en Países Bajos) firmaron un acuerdo para impulsar la plataforma público–privada Rescate Ozama, iniciativa que procura abordar el problema de los residuos y plásticos en los principales ríos del país.

Como parte de esta plataforma, la embarcación Interceptor 004 donada por The Ocean Cleanup y puesta en marcha en 2020 ha extraído, al 2 de febrero de 2024, unas 239 toneladas (239,649 kilogramos) de residuos del río Ozama. El 9 por ciento de esta cantidad corresponde a residuos plásticos.

En República Dominicana se generan alrededor de 88 mil toneladas de residuos plásticos al año y solo se gestionan unas 22 mil (BID, 2021) y, de acuerdo con The Ocean Cleanup, los ríos Ozama e Isabela figuran entre los mil ríos más contaminantes del mundo.

El PNUD acompaña al país en la búsqueda e implementación de soluciones a esta problemática que, según Mattila, “hay que poner en la agenda nacional con más fuerza”.

“En las últimas dos décadas se ha duplicado la producción de plástico y si no hay un cambio en los marcos normativos, del 2019 al 2060 se va a triplicar la cantidad y por ende los impactos ambientales a los ecosistemas, sus contribuciones a las emisiones y sobre todo el impacto en la salud humana”, explica la funcionaria.

EL PODER DE LA GENTE

Mattila dice que, entendiendo que cada contexto es diferente, desde el PNUD procuran aplicar los componentes correctos desde un enfoque más integral.

“Al final, se trata de impulsar este despertar nacional y entendimiento de la concientización a través de la educación y como consumidores, como persona y como sociedad tenemos mucho que ver con esta problemática”.

Este desafío, indica, requiere la participación y cierto tipo de responsabilidad de todos los sectores de la sociedad.

“Para tratar este tema se requiere marcos regulatorios y una firmeza también en su aplicación; se requieren datos, se requiere esta sensibilización, este despertar, y se requiere involucrar fuertemente a las comunidades locales y organizaciones en iniciativas que puedan mostrar, en términos muy concretos, que es posible producir y consumir de otra manera”.

Al respecto, María Eugenia comenta que como comunidad y sociedad elegimos cómo vivir, producir y consumir.

“Hay un rol del Estado, ese rol regulatorio, de incentivos, de fiscalización, de saber de qué se habla. El empresariado tiene un rol importante, ya sea produciendo, importando o utilizándolo en los empaques, en las soluciones a lo largo de toda esta cadena. Pero yo quiero darle un énfasis mayor al tema y tiene que ver con el poder que tenemos nosotros como sociedad, como individuos. Somos los que elegimos, los que vamos al colmado, al supermercado, a una tienda. Elegimos qué comprar, qué no comprar, y en esas elecciones que hacemos de comprar primero y después de disponer cómo desechamos lo que hemos comprado, estamos diciendo, como sociedad, qué país y qué comunidad queremos, y cómo queremos vivir nosotros y nuestras familias, nuestros hijos”.

Morales considera que es muy importante que la gente sea consciente de ese poder pues hay un tema de costos y de alternativas en el mercado que posiblemente no existía hace cinco años.

“De la mano con la conciencia de esta crisis están surgiendo estas soluciones y ahí entra el rol del Estado, que debe generar condiciones para que esto suceda. Y las empresas y los negocios van a desarrollar alternativas más allá de la responsabilidad social, que no se trata de eso, sino de cómo eligen desarrollar su modelo de negocio. Nosotros elegimos con cada compra. Entonces, tenemos que ejercer ese poder y con ese poder tenemos que comprar. En la medida en que eso suceda, las mismas empresas van a ir poniendo en el mercado alternativas y se van a ir desarrollando soluciones”.

Lo que ha pasado en estos cinco años, agrega Mattila, el nivel de concienciación y de cómo la dimensión ambiental está en la agenda pública y en la política pública, en el discurso, invita a compartir los avances que se han dado.

Con el acuerdo del 2019 comenzó la recopilación de datos, se mapearon las iniciativas privadas y al actualizar los levantamientos se identificaron unas 500 empresas formales, micro y medianas, que están buscando estrategias de negocios desde la circularidad, buscando apuestas a residuos y plásticos que intervienen de alguna manera en la gestión integral de residuos y plásticos.

Desafortunadamente, observa Eugenia, las leyes y marcos regulatorios para poder avanzar se toman más tiempo del que se quisiera.

“Uno ve la urgencia porque las cosas suceden y somos 8 mil millones de personas en el mundo. Si empezamos a sumar, el impacto es brutal. Pero está sucediendo. Ahí tenemos la Ley General de Gestión integral y Coprocesamiento de Residuos Sólidos, que es importante y se están dando pasos para su operacionalización. Antes de la ley también las empresas embotelladoras decidieron ser parte de la solución, y están trabajando con el reciclaje de uno de todos los tipos de plásticos, el pet, el de las botellitas plásticas. Y todavía falta, pero hay cosas que están sucediendo. Hay acciones”.

CONCIENCIA AMBIENTAL 

Desde el PNUD, la integración de actores en la búsqueda de soluciones ha permitido el apoyo a unas 15 iniciativas alrededor de la problemática de los residuos sólidos en todo el territorio nacional. 

Estos proyectos se realizan en más de 30 comunidades e impactan a más de 1.5 millones de personas. 

En general se han recuperado más de 310 toneladas de residuos y plásticos y se ha impulsado la adopción de prácticas sostenibles por parte de más de 225 micro, pequeñas y medianas empresas.

El empoderamiento comunitario visto en comunidades como Las Lilas, en Santo Domingo Este; el alcance de la campaña “Voy con la mía” para motivar el uso de botellas reutilizables, la aceptación del proyecto Mipymes Verdes y más iniciativas de educación y concienciación en escuelas y comunidades son ejemplos de que “sí está cambiando una realidad en el país”, apuntan.

“No tiene que ser un proyecto muy complejo, sino llegar al sentir y conocimiento de las personas”, sostiene Mattila.

Las funcionarias también destacan que hoy día los y las jóvenes de República Dominicana tienen mucha conciencia ambiental.

“Tenemos que apostar a los agentes de cambio y agentes transformadores. Hemos visto que los niños que han recibido esta concientización están formando a sus propios padres y madres y esa es una de las grandes estrategias que tenemos: ver cómo llegar a los diferentes segmentos de la población de una manera accesible”, dice Inka.

Compartir y aportar de la mano de la institucionalidad

Mattila y Morales fueron las invitadas al primer encuentro verde del Listín Diario de este 2024.

Ambas valoran que acelerar los logros de los resultados de desarrollo sostenible concretos de los países se dé de la mano de la institucionalidad, en este caso tomando como referencia la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 (END).

“Uno de los grandes aprendizajes para nosotros es trabajar desde una perspectiva sistémica. Estamos trabajando en la parte de política pública, apoyando y trabajando a la par de la institucionalidad, pero a la vez tenemos un papel de integrador desde una posición de imparcialidad, y ser el catalizador entre los diferentes actores y las diferentes soluciones en esta ecuación”, resalta la economista de origen finlandés.

Esto conlleva trabajar con instituciones públicas, con los gobiernos locales y empresas privadas.

Ante el reto, es importante tomar decisiones informadas con base en los datos, sugiere Eugenia.

“La estrategia es trabajar con esta mirada integradora. La belleza del trabajo en las comunidades es que es tangible. Se ve. La gente se empodera de su cambio. Pero eso es la punta del iceberg. Detrás hay capas y dimensiones no tan visibles pero neurálgicas para que eso pueda existir”, señala la bióloga argentina que llegó hace 24 años a República Dominicana.

Para Inka, el papel del PNUD en Dominicana, como a nivel global, es procurar un impacto positivo en la vida de las personas desde una perspectiva de triple impacto: las personas, el planeta y la prosperidad.

Señala que iniciativas locales como la instalación de pequeñas hidroeléctricas pueden tener un impacto local e incluso global.

“No hay fórmulas mágicas, pero sí hay pistas, datos, aprendizajes que ayudan a catalizar esa búsqueda de soluciones en términos de políticas públicas, estrategias y otro tipo de apuestas”.

El PNUD, como agencia de desarrollo de la ONU, cumple 50 años de presencia en República Dominicana este 2024.