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El Cerro de los cacheos, recuerdo de un paraíso ecológico

Azuanos piden se prohíba el corte de esta palma endémica de la Española cuya etapa de germinación y crecimiento total, según expertos, es de hasta 100 años

Vista del Cerro de los cacheos, en la provincia de Azua

Vista del Cerro de los cacheos, en la provincia de AzuaCortesía Malón Nolasco

La palmera conocida como “cacheo”, en la provincia de Azua, recibe el nombre científico de Pseudophoenix vinífera. Es una palma endémica de esta isla.

Tiene un tallo que alcanza un tamaño de 5 a 15 metros de altura, un tronco ancho y más delgado por encima de la hinchazón, con cicatrices foliares prominentes en su fase de juventud.

Lo de vinífera viene de la utilización de su pulpa o médula para la fabricación de vinos caseros.

Décadas atrás, esta hermosa palmera era abundante en el Cerro de los cacheos, ubicado al noroeste del municipio de Azua de Compostela. Se trata de una loma, de suelo pedregoso que se encuentra justo a la derecha, dándote la bienvenida al municipio cabecera.

Sin embargo, a través de los años, varias prácticas humanas negativas han contribuido a la disminución casi total de los ejemplares de la especie en este cerro azuano, entre ellas la utilización del fruto que produce, el cual era utilizado por mucha gente para engordar cerdos.

Asimismo, también se abusó del corte de la palma para cobijar viviendas.

Pero la acción más cruel a través de los años es el derribo del árbol de manera indiscriminada con el fin de extraer del tronco su pulpa, para elaborar un vino o mabí fermentado que, aunque menos, todavía es comercializado en calles y algunos comercios locales, situación que ha contribuido con la destrucción de un proceso ecológico que le costó a la naturaleza cientos de años.

Nadie ha sido sometido a  la justicia  por el corte del cacheo en la provincia de Azua.

Nadie ha sido sometido a la justicia por el corte del cacheo en la provincia de Azua.Cortesía Malón Nolasco

Así fue como a través de los años se fue degradando este hábitat, conocido como “El cerro de los cacheos”, el que fuera el hogar de cientos de pericos y cotorras que anidaban en las verdes palmeras. Estas aves se vieron obligadas a emigrar a ecosistemas más seguros.

Según nos cuenta el doctor Joaquín Lemonier, residente en el sector La Frontera, anteriormente era un espectáculo natural ver las aves volar en las mañanas, desde la loma hacía el sur de la ciudad, y luego regresaban en bandadas al atardecer.

Tristemente, hoy en día solo podemos ver escasos ejemplares de la especie, pero hay que caminar muy lejos para verlos.

Cortadores desafían a autoridades ambientales

Hace poco conversamos con Óscar, un joven que se dedica temporalmente al corte del cacheo, a quien en un tiempo le vimos vendiendo en las calles envases que contenían trozos pequeños, extraídos del interior de la palmera, parecido a los pedazos de caña cortados. Era cacheo cortado en trocitos.

Cuando le preguntamos por qué cortaba este árbol, contestó que lo hacía por necesidad.

“Yo me busco la vida, yo hago lo que sea”, dijo.

Él se sentía un poco asustado y lo pudimos ver en sus ojos al preguntar: “Cuidado si usted es de esa gente del medio ambiente”.

En ese momento empezamos una conversación de sensibilización con él. Nos aseguró que iba a dejar esa práctica. Al parecer, sí cumplió su palabra, ya que le vimos vendiendo calzados. En otra oportunidad, vendía fresas empacadas, y otras veces le vimos vendiendo paletas de sabores refrigeradas, recorriendo las principales vías del municipio.

Se apuesta a la sensibilización de las nuevas generaciones  y las comunidades sobre la importancia del cacheo.

Se apuesta a la sensibilización de las nuevas generaciones y las comunidades sobre la importancia del cacheo.Cortesía Malón Nolasco

Óscar se autodenomina un “busca moro”, y cuando se pone floja la cosa con los otros oficios que hace, corta su cacheo y lo vende por las calles azuanas, ganándose un dinerito para subsistir.

Tratamos de entablar una conversación con un señor sólo conocido como “Juan Bó”, quien supuestamente, según algunos residentes del sector La Colonia Española, se ha dedicado durante muchos años al corte y expendio del Cacheo. Sin embargo, nos resultó imposible abordarlo, al mostrarse indispuesto a ser cuestionado.

Por fortuna, otros jóvenes han desechado este accionar, como es el caso de un joven del barrio La Colonia Española, quien prefirió no identificarse. Este nos comentó que se retiró de esa práctica hace varios años, y que no volvería a hacerlo, ya que logró sensibilizarse en el tema y ahora se dedica a otros oficios en Santo Domingo, donde reside.

Líderes comunitarios creen la solución no está sólo en las sanciones, hay que buscarles alternativas

Para Julio Figuereo (William), presidente de la Junta de Vecinos La Universal, las personas que se dedican a esta práctica deben ser sensibilizadas mediante un plan en el que ellos sean los principales reforestadores, siendo insertados al ámbito laboral como cuidadores de la especie.

Cree que, acompañando a las sanciones, se debe concienciar de manera general a las personas, conocer sus necesidades socioeconómicas y ver por qué lo están haciendo.

“A veces nos preocupa más aplicar sanciones que conocer cuál es la causa del problema; la sanción es una corrección a una consecuencia, si no atacamos la causa, es posible que la consecuencia siga dándose”, aseguró Figuereo.

Garantizó, además, aportar soluciones a través de la articulación con otras juntas de vecinos de la zona para lograr frenar la extinción de esta especie, mediante llamados de atención de las autoridades competentes.

El corte y consumo de cacheo ha sido una práctica normalizada en el tiempo

El corte del cacheo antes era culturalmente aceptado por la población, y corría la voz popular de que su ingesta era efectiva para limpiar los riñones y las vías urinarias. Pero la gente ha ignorado el gran daño ecológico que se le hace a este árbol, al comprar para consumo la bebida o “mabí” que se extrae de su interior.

En la actualidad, según consumidores de este vino fermentado, hay negocios en los que un vaso cuesta entre 50 y 100 pesos, mientras el galón se expende a 500.

Crimen ecológico

Lo cierto es que ha habido históricamente una especie de impunidad ecológica. Hoy por hoy, nadie ha sido sometido a la justicia por el corte del cacheo en la provincia de Azua, ni tampoco notificado algún establecimiento comercial para que desista de comprar este producto para su venta al público, según manifestó Obispo Familia, técnico ambiental.

Se constituye en un verdadero crimen ambiental cortar un árbol cuya etapa de germinación y crecimiento total, según expertos, es de hasta 100 años. Es por esta razón que las autoridades ambientales deben ser más drásticas con las sanciones a quienes corten el cacheo.

Obispo Valdez, un técnico ambiental que ha servido por más de 25 años en la protección del medio ambiente en Azua, dijo que en términos ley el proceso resulta ser muy garantista de derechos de los infractores.

“Tienes que encontrarlos infraganti para poder someterlos”, expresó. Sin embargo, destacó que están enfocados en el tema y en el seguimiento a los que continúan en esa práctica para apresarlos. Pero también para concienciarlos con educación ambiental para que reincidan en la práctica.

La palma se encontraba en peligro crítico de extinción según estudio

En el año 2011, las autoridades ambientales publicaron la lista roja de especies en peligro de extinción, amenazadas o protegidas, siendo ubicada la Pseudofhoenix vinífera (cacheo) en peligro crítico.

En tanto la palma Pseudophoenix ekmanii Burret o “Cacheo de Oviedo”, localizado en el Parque Nacional Jaragua, en una zona llamada Sabana de Algodón, aunque se encuentra en riesgo alto de extinción para esta especie, sí han hecho esfuerzos de protección y con acciones de preservación desde el Ministerio de Medio Ambiente, específicamente a través del Fondo Nacional para el Medio Ambiente y Recursos Naturales (Fondo Marena), con el apoyo del Grupo Jaragua.

Gran parte del Cerro de los cacheos hoy en día se encuentra dividida en solares con dueños.

Gran parte del Cerro de los cacheos hoy en día se encuentra dividida en solares con dueños.Cortesía Malón Nolasco

Sin embargo, con esta garantía no cuentan los pocos ejemplares en la parte alta del Cerro de los cacheos. Estos, al no encontrarse en un área protegida, quedan a expensas y vulnerables al hacha de desaprensivos que pueden aprovecharse de la falta de vigilancia en esa zona.

Afortunadamente, según afirma el comunicador Henry Tejeda, la protección y vigilancia con que cuenta el parque Francisco A. Caamaño Deñó ha permitido que los cacheos se preserven en las montañas del municipio de Las Charcas de Azua. Además, afirma que los munícipes nunca han sido dados al corte de este árbol para su venta.

El Cerro de los cacheos ha sido reforestado en diversas oportunidades, en jornadas con estudiantes, organizaciones de la sociedad civil y militares, contando incluso con vigilancia militar para preservar las especies sembradas.

En una etapa se sembraron decenas de plantas de Nimbo o Margosa de la india (Nim), que fue traída al país dada su capacidad de resistencia y adaptación a suelos áridos. Esta especie, al igual que la “bayahonda”, propia del bosque seco, sí ha resistido a las sequías, pero sobre todo a los incendios producidos en los últimos años por gente desaprensiva.

Creen se puede crear la ruta del cacheo con apoyo comunitario

Obispo Familia, técnico de protección ambiental de la Dirección de Medio Ambiente de Azua, manifestó que gran parte del Cerro de los cacheos hoy en día se encuentra dividida en solares con dueños, por lo que cree prudente establecer un acercamiento con los propietarios de estos predios para generar acuerdos y se puedan sembrar ejemplares a ambos lados del camino que conduce hacia la cima de la montaña y crear con esto una ruta ecológica.

De igual forma, se comprometió a contribuir con el rescate y la preservación del cacheo, con la realización de un vivero para germinar plantas que luego serían entregadas puerta a puerta a personas residentes en los hogares próximos a la parte baja de la loma, como forma de sensibilizarles y que se pueda preservar la especie.

De su lado, la encargada de Educación Ambiental de la Dirección provincial de Medio Ambiente, Nilda Durán, propone como estrategia trabajar con pre-adolescentes, adolescentes y jóvenes a quienes se les pueda sensibilizar y empoderar mediante un proceso sistemático de varios años, aprovechando el inicio de los estudios de bachillerato de los estudiantes, y que estos posteriormente puedan realizar su labor social con jornadas de reforestación de la especie en la zona afectada.

Obispo Familia, técnico de protección ambiental de la Dirección de Medio Ambiente de Azua, muestra un ejemplar de cacheo de ocho años.

Obispo Familia, técnico de protección ambiental de la Dirección de Medio Ambiente de Azua, muestra un ejemplar de cacheo de ocho años.Cortesía Malón Nolasco

Propuso, además, identificar a los taladores y consumidores para luego empoderarles de la importancia de preservar la especie, al tiempo de guiarles en la siembra, acompañado de un plan de manejo para garantizar la subsistencia de la especie.

“Ponerles a recolectar semillas, poner a germinar las plantas, hacer los operativos de siembra, pero garantizar la siembra”, expresó.

Esperanzas

Se apuesta a la sensibilización de las nuevas generaciones y las comunidades


Existe un club deportivo llamado Los Cacheos, en honor a la palmera, sin embargo, los niños de las ligas de béisbol que practican el deporte en el estadio nunca han visto un ejemplar de este árbol.

Es por esto que se hace necesaria la realización de un programa de sensibilización comunitaria y escolar, jornadas de siembra del árbol, con la integración de los comunitarios de la zona, apoyados por el Ministerio de Medio Ambiente, centros educativos, la alcaldía municipal, juntas de vecinos y otras instituciones públicas y privadas, para contribuir con la preservación de la especie.

En los últimos años, esta montaña ha sido un lugar ideal para el senderismo de bosque seco, las prácticas de béisbol en su planicie, actividades religiosas y de ocio para la gente.

Pero tristemente en la actualidad, de aquel Cerro de los cacheos de hace décadas sólo queda el reflejo de un paraíso de la naturaleza, con la ausencia del árbol que lo identifica, pero con la esperanza de ser rescatado algún día.  

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