Crónica de Viajes
Un museo con piezas de naufragios históricos en la Ciudad Colonial
El Museo Naval de las Atarazanas Reales exhibe parte de miles de objetos rescatados.
En un recodo de la cuesta de la Atarazana se levanta un edificio colonial pintado de blanco: las Atarazanas Reales. Su papel en la época colonial nunca cumplió su función de astillero, sino que fue utilizado como centro de subastas y aduana. Hoy es el Museo Naval dedicado a la exhibición de numerosas piezas de naufragios históricos acaecidos en torno a la isla de Santo Domingo. Para visitarlo mi hijo Alexis busca estacionamiento en la calle Atarazana. ¡Aparece! Bajamos a pie hasta su final en la calle Colón y tan pronto doblamos a la izquierda podemos apreciar el pórtico del museo, con arquería de columnas de piedra y arcos de ladrillo. Para mantenerlo climatizado está cerrado con láminas transparentes. Lo que me asombra es ver, junto a un ancla, unas mesitas con altos taburetes. ¿Tendrá cafetería?, me pregunto. Del propósito de las mesas me entero luego con la recepcionista: están destinadas a quienes quieran descansar un rato, o esperar a algún visitante sin entrar al Museo. En el vestíbulo, una vitrina expone artículos de souvenir. El boleto de entrada, para Alexis cuesta 200 pesos. Para niños y personas muy mayores, son 100. Lo preguntamos antes de pagar.
‘Vayan siempre por la izquierda’ nos instruye Yarkis Martínez quien, ante la maqueta de la carabela Santa María, la primera de las naves naufragadas, mostró su disposición a darnos las explicaciones pertinentes. Le di las gracias, pero prefiero andar a mi aire. Son varias las salas dedicadas a exponer artículos de diversas épocas y muy distintos entre sí, pero todos tienen como punto de partida naufragios acaecidos entre los siglos XV y XVIII en torno a la isla de Santo Domingo. Amén de maquetas a escala de un par de naves, al trasladarnos de una a otra sala encontramos instrumentos de navegación, numerosas piezas de una variada procedencia: joyas en oro y piedras preciosas, incluso de ídolos maya fabricados en jade, la campana del galeón Tolosa, piezas de cocina, de artillería, platos en peltre, ánforas de diverso tamaño, monedas de plata y objetos en plata y otros metales que fueron parte del contrabando de aquellos tiempos, una colección de candelabros de carrete, etcétera. Tenemos además la oportunidad de adentrarnos en la historia a través de paneles y en pantallas interactivas. Terminada la visita, me siento en un taburete mientras Alexis busca el auto. ¡Qué buena idea estos asientos!
En ladrillo
‘El más grandioso monumento en ladrillo de la época colonial conservado en la ciudad de Santo Domingo’. Así describía María Ugarte el edificio de las Reales Atarazanas.
(Dirección: calle Colón esquina Vicente Celestino Duarte, frente a la Puerta de la Atarazana).