TECNOLOGÍA
Robótica en el corazón del barrio
Programa de robótica educativa de Fundación Abriendo Camino ha alcanzado a 200 niños y adolescentes de Villas Agrícolas desde octubre de 2022. Sus responsables explican lo que implica implementar una iniciativa como esta en una comunidad vulnerable y en qué beneficia a los menores.
Tras varios años de impartir lecciones de programación como parte de su labor educativa en Villas Agrícolas, la Fundación Abriendo Camino decidió ir un paso más allá en su esfuerzo por cerrar la brecha digital y se propuso añadir a su oferta clases de robótica.
Claro que implementar un proyecto de esta naturaleza supone un costo muy elevado, admite la trabajadora social Johanna Hiciano, coordinadora general de la fundación. El precio de un robot educativo de pequeña escala, dice, oscila entre 1,000 y 1,200 dólares.
Aun así, la organización sin fines de lucro concursó para obtener el financiamiento que permitiera a los pequeños del vecindario, entre los cuales muchos ni siquiera tienen un laboratorio de informática en su escuela, acceder a un conocimiento que, en el país, suele estar más al alcance de estudiantes de clase alta y media alta.
Con la financiación de Smurfit Kappa Irlanda, nació “Programación y robótica al alcance de los niños, niñas y adolescentes de Villas Agrícolas”, proyecto piloto que desde octubre de 2022 ha impactado a 204 menores del sector capitaleño. Los beneficiados, 125 niñas y 79 niños, tienen entre 10 y 14 años de edad.
¿Qué hacen en robótica educativa?
Celinette Martínez es licenciada en matemáticas orientada a educación y funge como facilitadora de robótica. Se interesó por esta disciplina estando en secundaria gracias a que su maestro de matemáticas y tecnología, un educador de origen peruano, organizó en su escuela un taller sobre el tema.
Martínez explica que en la robótica, que se ocupa del diseño y construcción de robots, hay dos caras: el armado de las máquinas y la programación. En la robótica educativa, los niños y adolescentes experimentan ambas facetas.
“Hay algunos que se enfocan más en la programación porque pueden darle ‘vida’ a lo que armaron; a otros les gusta más el armado porque pueden crear cosas nuevas”, expresa.
Los participantes arman y programan robots a pequeña escala (no los humanoides o Transformers que podrían imaginar algunos) diseñados precisamente para fines educativos.
La fundación posee dos robots educadores Lego EV3. Cada kit contiene un brick inteligente (el “cerebro”), varios motores, sensores (ultrasónico, de giro, tacto y color) y piezas para modificar y personalizar el robot.
La “magia” comienza desde el encuentro introductorio, cuando los chicos llegan “con todas las ilusiones” y tienen la oportunidad de armar su primer robot.
“Es muy divertido”
Kendrick Melo es ingeniero en sistemas y ha laborado en la fundación durante 16 años. Allí tiene el cargo de coordinador de informática y facilitador de las clases de programación.
De acuerdo con el instructor, los padres y estudiantes de la zona siempre manifestaron gran interés por las clases de programación, de modo que no se esperaba menos de los talleres de robótica.
“Los chicos se quedaron muy entusiasmados, con mucho interés”, afirma.
Para inscribirse en robótica en la fundación los estudiantes primero deben pasar por las clases de programación, a las cuales pueden sumarse desde los siete años de edad.
En ambas clases se usan lenguajes de programación gráficos, más fáciles de asimilar para los pequeños.
“Es muy divertido para ellos, muy didáctico”, dice Melo.
Importancia de enseñar programación y robótica a los niños
Creatividad, pensamiento crítico, trabajo en equipo y habilidades de comunicación son algunas de las destrezas que los niños y adolescentes desarrollan gracias a la robótica y la programación.
“Es algo diferente que les ayuda en el pensamiento lógico, el pensamiento crítico, los ayuda en matemáticas y en la comprensión lectora”, agrega Melo.
La robótica educativa, además, despierta en los pequeños el interés por campos como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
Martínez ha trabajado como facilitadora de robótica en otros centros y conoce el caso de antiguos estudiantes suyos que se inclinaron por carreras como mecatrónica o ingeniería aeroespacial.
Del mismo modo, Melo sabe de algunos de los primeros estudiantes que tuvo en la entidad que decidieron estudiar informática a nivel profesional “por esa pequeña semilla” sembrada aquí.
“Es una fuente de inspiración para muchos estudiantes el poder ver algo diferente”, comenta Martínez.
Expansión del programa
El proyecto “Programación y robótica al alcance de los niños, niñas y adolescentes de Villas Agrícolas” ha tenido “bastante acogida por los niños y las niñas” y por eso, informa Johanna Hiciano, la fundación planea incorporarlo como parte de sus acciones regulares en favor de la comunidad y llevarlo como experiencia a los centros educativos de la zona.