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Contraseñas, el incierto futuro de la llave de nuestros secretos
El mundo digital en que vivimos obliga a los usuarios a confiar la integridad de sus datos en esos códigos que conocemos con el nombre de contraseña
El desarrollo de la informática y la proliferación de servicios digitales ha multiplicado los datos que compartimos y almacenamos en la red. Información que en manos inapropiadas ponen en peligro tanto nuestra intimidad como nuestra seguridad financiera.
Una circunstancia que obliga a los usuarios a confiar la integridad de sus datos en esos códigos que conocemos con el nombre de contraseña, que tienen marcado su día mundial en el calendario todos los primeros jueves de mayo.
DEL SANTO Y SEÑA ROMANO A LA CRIPTOGRAFÍA DIGITAL
Aunque la intención era muy diferente, podemos encontrar el antecedente de las actuales contraseñas en las palabras secretas, conocidas solo por algunos iniciados, que fueron utilizadas desde el tiempo de los romanos para reconocer e identificar a personas afines sin necesidad de conocerse previamente.
Con variaciones a lo largo de los años, las contraseñas dieron su mayor salto en 1961, año en el que el profesor del MIT (Massachusetts Institute of Tecnology) y pionero informático, Fernando Corbató, se convirtió en el “padre de la contraseña”.
En principio, Corbató las desarrolló en un tiempo en el que las computadoras no estaban disponibles para el gran público y eran utilizadas por varias personas. Con el nuevo sistema, el científico estadounidense facilitó el uso compartido de una misma computadora, protegiendo la información de cada usuario.
CIEN CONTRASEÑAS Y UNA PARA DOMINAR A TODAS
Con la generalización del uso de la informática y los servicios asociados, las contraseñas se han convertido en un elemento común de la vida cotidiana. Las tenemos para casi todo. La cuenta del banco, el ordenador del trabajo, el acceso al teléfono móvil, el correo electrónico o los diferentes servicios audiovisuales que tenemos a nuestra disposición.
Se calcula que cada persona utiliza o ha utilizado alrededor de un centenar. Una cantidad que hace imposible memorizarlas todas y convierte en muy atractiva la idea de manejarlas con una única contraseña. Un grave error que puede llevarnos a dejar expuestos nuestros datos a piratas informáticos.
Si aun así queremos evitar el ejercicio de memoria y recordar solo una de nuestras claves tenemos una alternativa que aúna comodidad de uso y seguridad: la utilización de programas de gestión de contraseñas. Unas aplicaciones que almacenan todas nuestras contraseñas y crean una clave maestra para acceder al resto.
LAS PEORES CONTRASEÑAS DEL AÑO 2022
La empresa NordPass, especializada en gestión de contraseñas, ha publicado un informe con las cincuenta contraseñas más utilizadas en el mundo durante 2022. En cabeza se sitúa “password” (contraseña en inglés) con cinco millones de usuarios, seguida por la combinación de cifras “123456”, con 1,5 millones.
Detrás quedan otras como “123123”, “guest” o “qwerty”. Claves que, según el estudio, pueden ser descifradas por los enemigos de lo ajeno en alrededor de un segundo. Un dato que muestra la fragilidad con la que una gran cantidad de usuarios protege su información personal.
Los expertos aconsejan utilizar contraseñas largas, que incluyan tanto letras (mayúsculas y minúsculas), cifras y símbolos especiales. Además, hay que cambiarlas temporalmente, no repetirlas y no basarse en datos personales como cumpleaños, dirección o nombres de conocidos y familiares.
¿SE EXTINGUIRÁN LAS CONTRASEÑAS?
La pregunta sobre si las contraseñas seguirán el camino de los dinosaurios tiene una respuesta complicada y dependerá mucho del desarrollo tecnológico. La amenaza que actualmente representa la piratería informática y de los ciberdelincuentes puede verse reforzada por el desarrollo de la computación cuántica.
La velocidad de cálculo de la tecnología cuántica será tal que podría romper en segundos lo más enrevesados códigos de seguridad basados en los algoritmos actuales. Un horizonte en el que la seguridad proporcionada por las claves que actualmente utilizamos y que garantizan los procesos informáticos podría ser inútil.
LOS SISTEMAS DE IDENTIFICACIÓN DEL FUTURO
Replantear las estrategias de protección de la información abre la puerta al abandono definitivo de las contraseñas. En este escenario empiezan a tomar cuerpo sistemas que combinan varios factores que fortalezcan y al mismo tiempo hagan menos engorroso el proceso de identificación.
Dos son los elementos que pueden ser determinantes de este nuevo sistema en el futuro: los datos biométricos del usuario autenticados en el aparato utilizado para conectarse. Es decir, una combinación de un elemento físico y otro tecnológico. Además, es importante garantizar que los datos biométricos no se almacenen en servidores externos, vulnerables a los ataques informáticos.
En resumen, el desarrollo de nuevos métodos de identificación y el aumento de la seguridad de los terminales serán imprescindibles para dejar atrás, de una vez por todas, las farragosas y vulnerables contraseñas y hacer de su día mundial un simple recuerdo y una anécdota.