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Lo contrario del infierno

Muchas parejas viven lo mismo. Tienen a Dios en el centro de su matrimonio. Puedo asegurarles que no conozco otra situación más lejana y contraria al infierno de la soledad, que ésta.

En un matrimonio donde ambos cónyuges se han hecho amigos, es la solución al infierno.

En un matrimonio donde ambos cónyuges se han hecho amigos, es la solución al infierno.

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Luis García Dubus
Santo Domingo, RD

“¿Quién es la muchacha que canta?”, preguntó uno de los asistentes en una boda. 

“¡Cómo va a ser! ¿No ves a la novia desfilando...?”

“Pues ella misma es la que tú oyes cantando”, insistió el otro sonriendo.

Es la única boda que vi en la que se oye la voz de la novia cantando el Ave María de Gounod, la grabó previo al matrimonio, pues tenía una voz preciosa y al momento del acto pusieron la grabación, y un organista de la Iglesia tocó el acompañamiento.

Esto sucedió el 7 de octubre de 1950, lo recuerdo muy bien. También yo estaba allí. Yo era el novio.

¿Fueron aquellos jóvenes “felices para siempre” sin problemas de ningún tipo?

Llegaron períodos difíciles, tanto así, que parecía que todo aquel esperanzador proyecto de felicidad iba a fracasar.

Pero surgió esta frase del evangelio de hoy:

“Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” Pero, ¿es posible cumplirlo?

Nuestra humilde experiencia dice que SI, que es posible. Que, si le damos entrada a la presencia de Dios, todo cambia para bien.

ÉL estuvo allí presente siempre, descubrimos y comprobamos que todo lo que ÉL nos dijo fue para salvar nuestro proyecto de vida.

Lo que la teología llama “infierno”:

“Si existiera una situación tal de soledad, que ya no pudiera ser penetrada ni transformada por la palabra de otro... eso sería una soledad real, total y espantosa.” (Emérito Papa Benedicto XVI) 

En un matrimonio donde ambos cónyuges se han hecho amigos, es la solución al infierno. Amigos tal cual somos: comprendiéndonos, aceptándonos, amándonos y comunicándonos a nivel de sentimientos sin temor al rechazo.

Además, Dios derramó en nuestros corazones el Espíritu Santo, para amarnos sin exigir pago.

Muchas parejas viven lo mismo. Tienen a Dios en el centro de su matrimonio. Puedo asegurarles que no conozco otra situación más lejana y contraria al infierno de la soledad, que ésta. Frente a esa realidad sobrenatural, existe otra innegable y triste posibilidad.

La pregunta de hoy: ¿Puede la iglesia anular un matrimonio?

El matrimonio ante Dios es indisoluble, y por lo tanto la Iglesia no puede anular lo que ha realizado, pero ¿y si nunca se realizó...? ¿Y si los contrayentes nunca llegaron a entregarse uno al otro, no sólo en su aspecto fisiológico, sino en toda su amplitud psicológica...?

En ese caso, la Iglesia sí puede declarar que allí nunca hubo unión verdadera y, por tanto, se justifica su disolución.

Si este acto consciente, libre y maduro, nunca se realizó, tampoco ha habido matrimonio, y puede, en consecuencia, declararse inexistente.

En cambio, si este acto así se realiza, toda la fuerza del Amor de Dios posibilita que el matrimonio sea una maravillosa experiencia.

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