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¿Cuál es el propósito de esto que vivimos?

Hoy, existe calladamente el imperativo de un cambio inminente.Getty Images

Lesbia Gómez SueroEspecial para Listín Diario 
​Santo Domingo

Decían mis viejos: “Tanto da el agua al cántaro, hasta que le hace un hoyo”.

Y a tenor de lo mismo, cuando una gota nos cae continuamente, hemos de movernos. Como también otra: el sonido constante de una gota caer crea molestias.

Este preámbulo corriente y elemental es para dar una connotación sobre el propósito de esto que estamos viviendo. Y es la necesidad de cambiar, de movernos a otras estructuras espirituales y sociales. 

Hemos permanecidos imbuidos en un cascarón de indiferencias, de codicia, de egoísmo, y el más crucial, de prejuicios endémicos sobre raza, color y dogmas.

Hemos creado arquetipos que se nutren solo del alimento que dan los sentidos, el dinero y el hedonista placer de lo superfluo, dejando atrás los valores fundamentales de sana y cooperativista convivencia. El amor, corriente sutil y divino, que debería normal los sentimientos, no tiene el valor. Ha perdido sus esencias. 

Hoy, existe calladamente el imperativo de un cambio inminente. Hoy ha de ser ostensible la reunificación de la familia, con un recordatorio de lo importante que es para el desarrollo, siendo columna donde se sostenga una sociedad sana, sin el arbitrio de la pérdida de los más grandes valores que la conforma. 

Hoy reconocemos cuánto peso y valor tiene la palabra dicha con sinceridad, te amo. Después de todo esto, se colige que el propósito es cambiar, y hacernos más solidarios, más humildes, más compasivos y menos indiferentes. Amándonos los unos a los otros, honrando con ello el más grande postulado y llamado que nos hace Jesús, el Maestro: “Ámense los unos a los otros como yo los amo”.

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