¡Liberándonos de las cadenas del miedo!

Desde pequeños, nos vienen dando una cartilla de miedos que se aprestan a grabar la psiquis con estampas que focalizan en el temor, anulan la voluntad acorralando al hombre con alta carga de inseguridad, complejos y falta de estímulos o motivación para expresarse en la sociedad, y su vida personal. ¿Cuáles son esos miedos que aturden y se hacen atavismos incontrolados…? En la niñez forman la plataforma de programas: “el cuco” inventado para someter al niño a la voluntad de sus padres. Al dicho: “Si no te portas bien, lo voy a decir para que te den una pela y castigo”, etcétera. Un continuo bombardeo de palabras para crear sumisión a través del terror escenificado como una obra o cuento.

Más difíciles de manejar son el miedo al fracaso o al desprecio, a perder las posesiones materiales, a no ser valorado por los demás, a enfermar, o morir. Hay que insistir que el hombre es quien crea un espectral mundo de miedos, que se acciona por sus mismas proyecciones o forma mentales, y por tanto sólo el que las creó tiene la responsabilidad de erradicarlas. Esto se logra a través del conocimiento de Dios, del amor, y con disciplinas espirituales que ayudan a desvestir al hombre viejo de la atávica vestimenta de la ignorancia; porque el ego, subliminalmente, envuelve al hombre con falsas expectativas de realidad en el mundo donde todas sus proyecciones son anímicas, y por tanto ilusión.