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Testimonios del pueblo dominicano sobre el cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia

En el Museo de la Altagracia, al lado de la Basílica, hay unas 35,000 "promesas"

El cuadro de la Virgen de la Altagracia

El cuadro de la Virgen de la AltagraciaJacobo Lama Abreu

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maría teresa elmúdesiSanto Domingo

El cuadro de la Altagracia es un ícono, una joya pequeña y preciosa pintado por un genio y claramente inspirado por Dios. Su contemplación nos hace sentir una paz que sobrepasa todo entendimiento, la presencia de Dios.

La finalidad de un ícono es llevarnos a la contemplación de Dios. Traspasar y entrar en el cuadro, participar con María arrodillada, contemplar y adorar a Dios hecho hombre, Enmanuel.

Y este icono lo ha cumplido:

- En el año 1998 la "Secretaría de Estado de Turismo de la República Dominicana comunicó que algo más de 800,000 peregrinos visitaban la Basílica de Higüey cada año".

- Además, en el año 2001 la base de datos de la Junta Central Electoral mostro que 1 de cada 13 mujeres dominicanas se llaman "Altagracia".

- Finalmente, en sus propios viajes por el país, no he encontrado una familia que no tenga al menos un testimonio sobre la intercesión de Nuestra Señora.

Es que Nuestra Señora de la Altagracia nos invita a adorar al Niño representado en un pesebre, y como dijo San Agustín, la oración es la fuerza de los hombres y la debilidad de Dios.

El dominicano sencillo ha descubierto una verdad… descubriendo una verdad irrefutable: la intercesión de la Altagracia "funciona". Ha aceptado la invitación de La Altagracia a arrodillarse frente a Él, y le ha adorado a Él, que está representado en el pesebre: el Enmanuel y Dios, que "sobreabunda en gracia", le ha respondido a su oración, una y otra vez.

En el Museo de la Altagracia, al lado de la Basílica, hay unas 35,000 "promesas" (es decir, "ex votos). Cada uno es un testimonio físico y explicito, dando gracias por la intercesión de la Altagracia una y otra vez desde hace cinco siglos hasta el día de hoy, ¡por lo menos 35,000 veces!

Efectivamente, el cuadro ha cumplido con su propósito: llevarnos a contemplar la presencia de Dios.

Yo doy testimonio de Nuestra Señora. Ella es la que logra que su Hijo nos conceda todo lo que le pedimos en su nombre. ¡Viva Nuestra Señora de la Altagracia! ¡Amén!