Senderos
Getsemaní, camino de dolores, ha sido vencido
Getsemaní, el camino que le fue propicio a Jesús, para dar término a su pasión y muerte, y el inicio a un nuevo sistema, la implementación del Evangelio de Nueva Vida, modelo de amor, conducta y servicios. Más que un camino, es un estado de conciencia propiciatoria al verdadero encuentro, muerte del hombre viejo y la resurrección de la nueva criatura, a través de la crucifixión de las personalidades, en el Gólgota de la realización. Jesús, el hombre, con una inquebrantable fe y de entrega y servicios a la humanidad, pudo aquí dar la verdadera expresión de su misión mesiánica salvadora. Hubo de enfrentar a la conciencia colectiva del momento, que reñía con el nuevo modelo. El caos fariseísmo, con predominante idolatría. Jesús quería que se conociera al único Dios, y por voluntad propia aceptó la misión de salvación, propuesta por el Padre, que escuchó el clamor de un universo de seres -hijos suyos- oprimidos por el dominio político de la época.
El mundo se rindió a su amor y, vencedor, proclamó la victoria sobre la muerte. Y como regalo nos dio al consolador, el Espíritu Santo, derramado el óleo de la sabiduría y buen discernimiento, para reunificar a todo lo humano dividido. Vemos, entonces, que todo cambio conlleva grandes dolores, para luego gozar de los dones del espíritu que traen consigo dichos cambios. Hoy, caminamos el Getsemaní, padecemos los dolores, que se hacen premonitorios para un nuevo sistema operativo a la conciencia, y vencido en victoria, lograremos el adelanto y una mejor convivencia del hombre como hermanos, y Dios, como Supremo Padre de amor.