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Esperanza, fe y caridad

Hoy, dentro de un campo espectral de incertidumbres, hemos de tener viva la fe.iStock

Cada día nos convencemos más de que nada es casual ni con improvisación. La creación en sus procesos tiene a bien tener a mano los instrumentos necesarios para enfrentar las situaciones de carácter emocional, de crisis y crecimiento. Observamos aquí estas virtudes teologales que en estos momentos tienen vida, con una relevante práctica para asistir con soluciones a la humanidad en tiempos de crisis de valores, existenciales y de falta de solvencia moral y salud.

Hoy, dentro de un campo espectral de incertidumbres, hemos de tener viva la fe, alimentada con la esperanza, que todo ha de cambiar, cambiar para mejor. La fe de que no estamos solos, de que junto a nosotros existen conciencias mayores y de alto grado de amor que nos asisten con una caridad absoluta, cimentada en una amplia compasión, que nos impulsa a salir del estado de situación donde hoy con dolor nos situamos. Dios nos inspira con la esperanza, a tener el entusiasmo vital de seguir. Seguir, aunque se esté agotado por la impotencia. Nos inspira a recurrir a la fe, que, como báculo, nos sostengamos confiados en su amor creciente.

Asistir en caridad al hermano, a aquel que necesita del alimento de una palabra de consuelo, y haciéndonos pródigos ángeles de servicio, dándole alimento, vestido, educación, que como medio, los saque del ostracismo. Hoy, hemos de penetrar, tan hondo y sensiblemente, en las esencias de la esperanza, la fe y la caridad que ahora, como virtud, es vida, y asistencia para la vida, con la uniformidad del valor de todos, unidos en un solo propósito, amarnos los unos a los otros, sabiendo que somos uno y partes del Todo.

¡Seamos como el Ave Fénix, felices y conscientes, elevémonos de nuestras cenizas del dolor y la ignorancia!

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